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26 de mayo de 2013

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[fusion_dropcap color="var(--awb-color2)" class="fusion-content-tb-dropcap"]E[/fusion_dropcap]n la solemnidad de la Santísima Trinidad, celebramos la Jornada “Pro Orantibus”, con el lema “Centinelas de la oración”, dedicada a la vida contemplativa. Es un día para volver nuestro corazón a los contemplativos y dar gracias a Dios y rezar por ellos: por los monjes y monjas que están en los monasterios, porque su vocación sostiene a la misma Iglesia y al mundo entero, al ser una vida entregada sin reservas al amor de Dios y a la intercesión gratuita y generosa por todos los hombres. También, porque los contemplativos representan para todos la necesidad de no descuidar lo esencial, que es hacer oración, dirigirnos al Padre.

La oración es la raíz que nos sostiene. Nos permite sabernos amados por Dios siempre, incluso en los momentos más difíciles. Quien reza sabe que nunca está totalmente solo.

Para los contemplativos, la oración es su identidad, su ministerio, su misión, su aposto­lado, su entrega, su ofrenda, su modo de amar al Dios tres veces santo, a todos los hombres, a la Iglesia entera y a toda la creación. En su clausura, en la soledad de la celda o en la liturgia coral, en las tareas de cada día y en su vida en comunidad, nuestros hermanos contemplativos son centinelas de la oración porque, desde el carisma y la espiritualidad propia de cada familia monástica, velan en la noche de nuestro mundo glorificando sin tregua a la Santísima Trinidad y esperando a Cristo-Esposo como las vírge­nes del Evangelio, encendidas las lámparas de la fe, la esperanza y la caridad.

Es vocación vital para la Iglesia, que nos recuerda a su vez, la necesidad que tenemos de orar: de abrirnos, en intimidad y confianza, al diálogo con el Dios que nos ama y nos salva; de tratar de amistad con Jesús, que nos conduce al Padre.

Para explicarnos la importancia de la vida contemplativa, María del Pilar Calabria Corral, abadesa del Monasterio de Santa María Magdalena, de Alcaraz, se atiene a la comparación que nos dio el Papa Pío XII: “es lo que es la raíz para un árbol. Si un árbol no tiene raíz, se seca. Podríamos decir también, que los contemplativos son los pulmones de la Iglesia. Por eso, tenemos que esforzamos mucho porque no podemos defraudaros, tenemos que ser muy responsables ante Dios. Orad por nosotros”.

La hermana María Verónica, del Carmelo de Albacete, también se refiere a la vida contemplativa comparándola con otro órgano vital: el corazón.

“La Iglesia es un todo y todo es importante en ella. Cristo es la cabeza y nosotros los miembros, es decir, todos nos hacemos falta: consagrados, laicos, apostolado… Nosotras somos ese corazón que bombea, pero ¿De qué serviría esa sangre que es bombeada… si no llega a los demás miembros, es decir, si no la recibimos? Necesitamos de la oración, abrirnos a la comunicación y dejarnos amar por Él, porque todos somos trascendentes, aspiramos al amor, a la felicidad. Es como en un matrimonio: si no se mantiene un coloquio de amor, de escucha… no puede funcionar, pues aquí igual. Lo esencial es vivir siempre en la presencia de Dios y los signos de su presencia son el gozo, la alegría y la paz”, nos dice esta hermana.

También es fundamental “hacer silencio para escuchar en el corazón qué quiere el Señor de nosotros, porque muchas veces, hablamos y hablamos y no le escuchamos. Laicos, confiad en Él; esperad en Él y Él no os va a defraudar”, afirma la abadesa, recalcando que “tenemos que ser un faro luminoso para el mundo entero”.

Necesidad de compartir la fe y formarnos
Y en este Año de la Fe, la hermana María Verónica nos anima a compartir nuestra fe con los que tenemos a nuestro alrededor, para reavivarla y alimentarla, y formarnos con el Catecismo y el Magisterio de la Iglesia.

Finalmente, en la Jornada Pro Orantibus, se nos invita también a ayudar económica­mente a los monasterios en sus necesidades materiales.

En la Diócesis de Albacete tenemos estas Órdenes y Congregaciones Femeninas de vida contemplativa: Las Carmelitas de la Antigua Observancia, en el Monasterio del Sagrado Corazón de Jesús y Virgen y Gracia (Caudete); Carmelitas Descalzas, en el Monasterio del Inmaculado Corazón de María (Albacete), y en el Monasterio de Nuestra Señora del Carmen (Villarrobledo); Cistercienses (C.C.S.B.), en el Monasterio de la Purísima Concepción y San Bernardo (Villarrobledo); Clarisas Franciscanas (Franciscanas de Santa Clara), en el Monasterio de Santa Clara (Hellín), y Monasterio de San Juan de la Penitencia (Villarrobledo), y Franciscanas de la T.O.R. de Penitencia, en el Convento de Santa María Magdalena (Alcaraz).