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25 de febrero de 2018

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Bernardo Pérez Andreo es profesor y secretario del Instituto Teológico Diocesano de Murcia. Recientemente ha impartido en Albacete la conferencia “Laudato Sí´: un calendario para la presencia pública de la Iglesia en la sociedad del siglo XXI”. Sobre esta Encíclica hablamos con él.

¿Cuáles son las intenciones del Papa con Laudato Sí´?
Creo que es claro que el Papa ha pretendido dos cosas. La primera es poner el acento en el peligro que corre la humanidad y la propia Creación ante los problemas medioambientales producidos por el modelo económico y social imperante, cosa que ya había denunciado en Evangelii Gaudium, pero que ahora lo amplía dando una solución global mediante dos conceptos centrales: Ecología integral y Desarrollo Humano Integral. Es imposible que el ser humano viva dignamente si no respeta el medio natural y es imposible respetar el medio si el ser humano no es el centro de las preocupaciones. La segunda cuestión que pretendía el Papa es dar unidad a toda la Doctrina Social de la Iglesia (DSI), de modo que la preocupación por la Creación y la solicitud por los pobres sean los ejes de reflexión futuros.

Una Encíclica que va más allá de los problemas medioambientales…
Claro, va más allá, pues los problemas medioambientales son una expresión del problema central que es ético. El Papa habla de la raíz humana de los problemas ecológicos, pues el problema está en que el hombre se ha dejado arrastrar por la tecnocracia. Hemos confiado nuestro ser a la técnica, cuando la técnica es un instrumento, nada más.

¿Qué tipo de límites habría que establecer para poner fin a estos problemas?
Según el libro del Génesis, el pecado entra en el mundo, precisamente, por no respetar los límites impuestos. Unos límites que nos constituyen como criaturas y que al no respetarlos nos vemos atrapados en la espiral del pecado. Es fundamental que el ser humano viva dentro de los límites de lo posible. La economía actual, y también nosotros mismos, pensamos que en un mundo finito puede existir un crecimiento económico ilimitado. Eso es una locura que estamos pagando y que pagaremos aún más en el futuro cercano. Hay que limitar el consumo, limitar la producción y limitarnos en nuestros apetitos. 

¿Qué critica económica y política está suponiendo el pontificado de Francisco?
Las reacciones furibundas desde sectores alineados con la economía capitalista nos indican el calado de la crítica del Papa. Lejos de acercarse, como ha sido criticado, a la perspectiva marxista, el Papa pone el acento en los dos pilares de la DSI: la dignidad de la persona y el bien común. La dignidad de la persona ha de ser entendida como toda la persona y todas las personas. La economía actual, como él mismo ha dicho, mata, pues descarta a una parte de la población mundial, así como la mitad, de modo que no tienen acceso a los bienes básicos, cuando todos los indicadores nos dicen que sobra de todo en este mundo. El problema es que el sistema económico está basado en el lucro sin miramientos y eso necesita excluir a una parte de la humanidad. Por tanto, el sistema económico también atenta contra el bien común, pues solo atiende el bien privado de algunos seres humanos, aunque sea al precio de destruir la base del bien común: el medio natural. Podemos decir que la crítica del Papa va a la raíz de lo que antes se llamaba economía política y lo hace desde los fundamentos de la DSI y el mismo Evangelio. Frente a la sociedad de la riqueza, la pobreza, esta es su apuesta.

¿Qué importancia social tiene la política «gestual» de Francisco?
El Papa sabe que los cambios no se pueden imponer manu militari, y que lo mejor es dar ejemplo. Por eso, como los profetas del Antiguo Testamente, hace gestos personales que se convierten en propuestas para todos. Cuando el Papa invita a su mesa a los excluidos de Roma, o cuando asiste él mismo a los refugiados, está diciendo a todos los obispos, sacerdotes y cristianos cuál es el camino para la acción. La Iglesia no puede ser simplemente una instancia moral doctrinal, debe pisar la tierra y aplicar la misericordia en el mundo.

¿Por qué supone Laudato Sí´ un cambio importante en la Doctrina Social de la Iglesia?
Porque esta encíclica social ha puesto la perspectiva en el mundo entero. Si leemos el comienzo vemos que no va dirigida específicamente a los obispos o a los católicos, va dirigida a todos los seres humanos que están concernidos por los problemas de la casa común. Algunos la han llamado la antiencíclica, porque no se ajusta a los cánones. Cita el magisterio, pero lo hace de manera plural, por ejemplo, citando documentos de las Conferencias Episcopales de todo el mundo y de los sínodos de obispos. Pero, lo que más cita son documentos de organismos internacionales e, incluso, de Organizaciones No Gubernamentales. Estamos ante una nueva era de la DSI. Lo he dicho en alguna ocasión, para mí, Laudato Sí´ es la Rerum Novarun del siglo XXI.

Dónde toda la Iglesia tiene que verse reflejada en esta propuesta de trabajo…
Toda la Iglesia y todas las iglesias. Esta encíclica es una llamada ante una situación que se está haciendo poco a poco insoportable para la humanidad. La Iglesia debe aplicar en sí misma los criterios que el Papa ha propuesto para todos: verdadera austeridad personal y comunitaria, compromiso por la justicia social y ecológica, apertura al mundo para transformarlo desde la aceptación de las bondades que hay en él. El compromiso debe ser a todos los niveles. Cualquier bautizado, cualquier consagrado, cualquier ordenado debe dar muestra del amor que Dios mismos ha tenido por el mundo, hasta el punto de encarnarse. Nuestro amor al mundo lo mostramos al comprometernos en su transformación.