Después de tres años, ha finalizado esta etapa sinodal, que supone una verdadera esperanza para la Iglesia. En ella, todo el Pueblo de Dios hemos tenido el privilegio de ser escuchados y de participar en las Asambleas del Sínodo. Juntos, obispos, laicos y miembros de la vida consagrada de todo el mundo, hemos discernido y orado con disposición de escucha al Espíritu Santo para intuir y definir cómo ser, hoy, una Iglesia misionera en misión.

Tras un mes de arduo trabajo, disponemos de un Documento Final que es un regalo para todo el Pueblo fiel de Dios en la riqueza de su diversidad. Este documento debe ayudarnos a vivir en comunión y a abrir puertas sin levantar muros. Nos ofrece suficientes líneas de acción para transformar nuestra mirada y consolidar la urgente conversión personal, comunitaria y estructural. Es imprescindible que articulemos nuestras diócesis y parroquias desde un espíritu sinodal.

Es el momento de vencer todos los miedos y de crecer en confianza mutua. Estamos llamados a reconstruir una Iglesia misericordiosa que refleje el estilo de Jesús. La sinodalidad nos sigue convocando a cada uno y a cada una a vivir con entusiasmo profético este momento de la historia. ¿Nos negaremos a la renovación que hoy nos pide el Espíritu Santo?

Por ello, el próximo miércoles, día 20, a las 18:30 h., en el Salón de Actos del Obispado, tendrá lugar una charla impartida por Enrique Alarcón, padre sinodal, quien nos hablará sobre las conclusiones del Sínodo y hacia dónde nos dirigimos.