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3 de marzo de 2007

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[fusion_dropcap color="var(--awb-color2)" class="fusion-content-tb-dropcap"]C[/fusion_dropcap]elebramos el Día de Hispanoamérica. Se ha acordado proponer como lema para esta Jornada “Llamados a ser discípulos y misioneros en América”. La cooperación del clero diocesano español con las Iglesia más necesitadas de América ha sido y sigue siendo extraordinaria. En la actualidad cerca de 400 sacerdotes de la OCSHA continúan trabajando en el continente americano, además de los que pertenecen a otras instituciones. El Día de Hispanoamérica es una buena oportunidad para dar gracias a Dios por esta respuesta misionera.

En la celebración de este Día se ha incorporado la conmemoración del 50 aniversario de la Encíclica Fidei Donum y las Bodas de oro sacerdotales de la primera promoción de los sacerdotes del seminario Hispanoamericano. Han pasado cerca de 60 años desde que la primera remesa de sacerdotes de la OCSHA partiera para América Latina. Desde entonces este servicio misionero ha colaborado para que más 2.300 sacerdotes de las diócesis españolas marcharan a otras Iglesias más necesitadas, sin romper el hilo umbilical que les liga a su diócesis de origen.

Con sus testimonios y vivencias podrían tejerse páginas admirables de generosidad y donación, hasta el mismo martirio. Detrás de cada testimonio hay un testigo que sin duda representa a decenas de compañeros que viven parecidas experiencias y suscitan en el lector la complicidad de colaborar con ellos. De modo intencionado ocultamos sus nombres, porque no es uno sino muchos los que podrían decir lo mismo.

“Lleno de alegría y esperanza descubrí hace muchos años una realidad pastoral bien distinta a la de mi parroquia y diócesis de origen. De pronto me encontré con 35.000 personas para atender, distribuidas en 36 poblados que ocupaban una extensión de 1.200 km2. Después de las primeras semanas para conocer la realidad y conectar con la gentes, advertí dos realidades: por una parte, gente sencilla, alegre, de mirada limpia…; por otra, la pobreza extrema, hecha rostro humano. Los 36 poblados sin luz eléctrica, sin agua potable, sin canalización…

Imposible descansar, imposible dormir aquellas noches… En la oración y ante el Sagrario, horas y horas, buscaba fuerza y luz. Allí resonaba el mandato de Jesús: ‘dadles vosotros de comer’, porque aquellas gentes tenían hambre, mucha hambre de Dios, hambre de cultura, hambre de salud… Así la parroquia se fue convirtiendo con el paso del tiempo en un gran obrador y un gran horno donde, a diario, se prepara y se reparte el pan: de la Palabra y de la Eucaristía ya se han construido 22 capillas; de la cultura y educación con 52 aulas escolares y centros de formación para adultos; de la salud con 1 clínica central y 8 subcentros; de la vivienda con 5.654 viviendas nuevas de cemento”.

“Más del 50% de mi parroquia en Argentina son emigrantes bolivianos procedentes de las zonas más pobres del país vecino. La atención pastoral de estas personas implicaba no sólo su acompañamiento en la fe sino también la ayuda especialmente para los más jóvenes. Así nació una ONG para atender a los jóvenes, adolescentes y niños en situación de riesgo.

Con la colaboración de otros muchos, también la ayuda que recibimos a través de la ONG Misión América a la que pertenece la Delegación de Misiones, ha sido posible crear un ámbito para la asistencia pedagógica, social y educativa de los jóvenes; para la realización de talleres culturales donde los adolescentes puedan entrar en contacto con el teatro, la cultura…; para la reinserción laboral y social de jóvenes con problemas; para la acogida de los chicos de la calle en un centro de día; etc. De esta manera la parroquia se está convirtiendo en una gran familia donde la celebración de la Eucaristía es el punto de encuentro y compromiso evangélico desde el cual todos nos sentimos implicados”.