+ Mons. D. Ciriaco Benavente Mateos

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11 de febrero de 2007

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Queridos amigos:

La Unión Mundial de Organizaciones Femeninas Católicas (UMOFC) dio la voz de alarma, ya en el año 1955, ante el gravísimo problema del hambre en el mundo. Cinco años más tarde, las mujeres de Acción Católica organizaban la primera campaña. Hoy, cuarenta y siete años después, Manos Unidas cuenta con más de 70 delegaciones, moviliza a más de 15.000 voluntarios, esta presente con proyectos eficaces en cerca de cien países. Su identidad católica, como organismo oficial de la Iglesia y de las diócesis de España para el desarrollo económico y social de los países pobres, no le impide actuar sin hacer discriminación por razón de sexo, raza, cultura o religión con nadie que esté necesitado. Manos Unidas puede gloriarse de ser una de las organizaciones más transparentes en su administración y con menos gastos en su organización.

Manos Unidas sabe que el problema más grave y sangrante que tiene hoy nuestro mundo es el del hambre. Por eso financia y anima proyectos dirigidos a promover la evolución de la agricultura, la enseñanza de la población infantil y adulta, la dignificación de la condición de la mujer y su preparación para la vida familiar y profesional, la mejora de la salud y la prevención de enfermedades, la responsabilidad de las comunidades nativas a fin de conseguir una mayor calidad de vida.

Pero Manos Unidas sabe también que la pobreza de los países pobres tiene muy frecuentemente su origen en los mecanismos de producción y en las estructuras injustas de los países ricos. Por eso, simultáneamente, lleva una acción sensibilizadora con los de aquí, instándonos a promover, frente a una globalización muchas veces excluyente, la globalización de la solidaridad. Mediante sus campañas educativas, despierta la conciencia, nos ayuda a ver el mundo de la pobreza y a situarnos ante el mismo con ojos nuevos y corazón nuevo, nos invita a cambiar de vida.

Ante la próxima Campaña, que tiene su momento cumbre, cada año, en el segundo domingo de febrero, agradecemos a Manos Unidas que vuelva a sacudir nuestras conciencias, aunque sea con datos que nos escuecen.

A partir de este año 2007 y durante las próximas ocho campañas, Manos Unidas se ha propuesto hacer suyos los objetivos suscritos en la Declaración del Milenio del año 2000 por las 191 Estados miembros de las Naciones Unidas con la finalidad de contribuir a erradicar el hambre y la pobreza y a mejorar la educación, la salud, la situación de las mujeres y el medio ambiente para el año 2015. Este año se ha propuesto reflexionar sobre el derecho universal a la educación y la importancia de lograr la educación primaria universal para los niños de todo el mundo.

Las cifras estremecen: Hay más de 121 millones de niños en edad de asistir a la escuela primaria, que, sin embargo, están privados de ejercer este derecho, con las consecuencias que de ello se derivan para el futuro de estas personas y de sus comunidades. La relación entre pobreza y asistencia a la escuela es evidente.

El cartel de la campaña, que representa a una persona que aprovisiona el cesto que lleva sobre su cabeza con letras de diversos colores, simbolizando las diversas culturas, quiere dar expresividad al lema de la Campaña, tan interpelante como alentador: “Sabes leer, ellos no. Podemos cambiarlo”. Podemos, porque existen medios para ello. Sólo falta empeño por parte de los países ricos y generosidad por parte de todos.

Mientras que para unos la pobreza y carencia de medios para la educación son el pan de cada día, otros hemos hecho del bienestar económico el valor supremo al que todo queda supeditado. Así se distorsiona la relación de los hombres entre sí, hijos todos del mismo Dios, promoviendo un desarrollo insolidario en un mundo injusto en que la igualdad y la integración social de los otros no ha entrado en nuestro horizonte.

Manos Unidas nos invita, una año más, a unir las manos y los corazones. Sólo así podremos ser esperanza para los pobres. Y, como preparación inmediata a la Jornada contra el hambre, nos convoca, para el día 9 de febrero, a la oración y al ayuno voluntario. La oración cambia el corazón. El Ayuno ensancha el alma, afina la sensibilidad y dispone a la solidaridad.