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1 de mayo de 2022

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[fusion_dropcap color="var(--awb-color2)" class="fusion-content-tb-dropcap"]M[/fusion_dropcap]aría de Nazaret, Madre de Dios y Madre nuestra

La celebración, el día 1 de mayo, del VIII Centenario del Apare­cimiento de la imagen de Virgen en Cortes y de la devoción secular a la misma, abre el mes de mayo como un mes de especial dedicación a la Virgen María, Madre de Jesús y Madre nuestra.

Multitud de advocaciones de la Vir­gen que se celebran en este mes y con particular representación en nuestra Diócesis, aunque la mayoría tenga su día destacado el 8 de septiembre, Na­tividad de Nuestra Señora. Y muchas poblaciones celebran en este mes el ani­versario de la coronación canónica de la imagen, como sucede en Albacete, Almansa, Caudete, Hellín, Villarroble­do… y Alcaraz; precisamente, el 1 de mayo en 1922 se celebró la coronación canónica de la imagen de Nuestra Se­ñora de Cortes en el mismo santuario; y otras muchas poblaciones sus fiestas patronales.

La presencia de María ha sido paten­te en el pueblo fiel desde los comienzos del cristianismo. En las Catacumbas de Priscila, en Roma, siglo II, encon­tramos la primera representación en pintura mural, al fresco, de María con el Niño y el profeta Balaán; y de ahí has­ta nuestros días la devoción a María se ha representado en el arte, en muchas circunstancias, modelos y estilos. La amplia producción artística mariana a lo largo de la historia muestra el amor y devoción que los cristianos tenemos a María.

Realmente fue el concilio de Éfeso, en 341, en el que dejó zanjada la cues­tión de que si María era madre de Jesús, y Jesús era al mismo tiempo Hijo de Dios, es decir, Dios (de la misma natu­raleza que el Padre) lo que se decía de María madre de Jesús como hombre, se podía decir en cuanto era Dios. De ahí que los Santos Padres del concilio no dudaron en proclamar a María Madre de Dios (Theotokos). Y fue el II concilio de Nicea, en el 787, el que, para solucio­nar el problema generado por el culto a las imágenes, distinguió la veneración de las imágenes por lo que representan de la adoración debida solo a Dios; por lo que a María por su vinculación espe­cial con Cristo y su participación en el plan salvador de Dios se le tributa una veneración mayor (superior) que la de los santos y no adoración.

Éfeso, fue el punto de partida de la devoción a María como Madre Dios tan extendida por todo el mundo y en cada uno de los corazones de los fie­les. Cuántas imágenes de María se han colocado en las casas, cuantas meda­llas han colgado de nuestros cuellos, y cuantos rosarios nos han acompañado en nuestro bolsos y bolsillos.

La imagen original de Nuestra Se­ñora de Cortes, como podemos con­templar en la réplica que se expone en la Exposición conmemorativa del Año Jubilar del VIII Centenario de la devo­ción a la Virgen de Cortes: «SIEMPRE LUZ Y ESPERANZA», responde a la iconografía de la Madre de Dios. Ima­gen sedente con el Niño sentado en su halda izquierda, con gran frontalidad e hieratismo, propio de las Maiestas tar­do románicas, al habérsele cortado los brazos a ambas figuras, para podarla vestir, nos impide observar detalles que pudo tener, como vemos en otras imá­genes de su época. Hoy día, la contem­plamos vestida, más alta del original, respondiendo al modelo de la Madre de Dios, pero en estilo barroco y al gusto suntuario y cortesano de los siglos XVII y XVIII, como tantas otras imágenes patronales de pueblos y santuarios.

Por cierto, la Exposición muy dig­na de ver en todo su conjunto, cuenta de una Introducción «María Madre de Dios y Madre nuestra» que con piezas de arte alcaraceñas nos presenta muy brevemente a María, la mujer sencilla de Nazaret, desde la profecía de Isaías, hasta la maternidad divina de María, proclamada en Éfeso, pasando por su Concepción Inmaculada, y la Anuncia­ción, entre otros momentos de su vida. Queriendo expresar, que la querida y venerada Virgen de Cortes no es otra más que aquella única virgen nazarena, que encontró agrado a los ojos de Dios. Tras la introducción la exposición nos muestra un interesante recorrido por la advocación de Cortes muy interesante e ilustrativo, de ajuares, exvotos, devotos y momentos, que nos ayudan a com­prender el alcance y la profundidad de la devoción a María en esta advocación de Cortes. Una pieza singular del pro­grama expositivo de la introducción, en el sentido de la iconografía de la Madre de Dios, es la Virgen de la Luz, proce­dente del monasterio de Santa María Magdalena de Alcaraz. Se trata de una obra renacentista toledana en la que permanecen herencias del gótico tar­dío, s. XVI (c.1510). La Virgen, de gran tamaño, está de pie, muestra al Niño en sus brazos, quien bendice con la dere­cha y porta el orbe en la izquierda; viste abundante túnica roja estofada con los típicos dobleces en ángulo tardo góti­cos, sobre camisa larga verde y se cu­bre con amplio manto azul con vuelta verde. Si pasan por Alcaraz, no dejen de visitar la exposición que se muestra en la Casa de la Cultura.

Desde aquel primer Viernes Santo en que Jesús «al ver a su madre y cer­ca al discípulo que tanto quería, dijo a su madre: «Mujer, ahí tienes a tu hijo.» Luego, dijo al discípulo: «Ahí tienes a tu madre»». María quedó como madre también nuestra. Los Hechos de los Apóstoles nos presentan a María jun­to a los apóstoles el día de Pentecostés. «Ella estaba allí», nos dice el Papa Fran­cisco, y viene a expresar el fundamento y la tradición desde los santos Padres el reconocimiento de María como Madre de la Iglesia. El Decreto «Ecclesia Ma­ter» de la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramen­tos, de 11 de febrero de 2018, se estable­ce que esta conmemoración se celebre el lunes después de Pentecostés con el fin de «incrementar el sentido materno de la Iglesia en los Pastores, en los religiosos y en los fie­les, así como la genuina piedad maria­na».