Proyecto Raquel

Proyecto Raquel

¿Qué es el Proyecto Raquel?

El Proyecto RAQUEL es una iniciativa de la iglesia norteamericana que funciona cerca de 30 años y dada su eficacia se ha extendido por muchos países. En España llegó hace varios años y en la diócesis de Albacete en concreto, se organiza en 2011.

Es un servicio eclesial situado en el área de Familia. Lo integran sacerdotes, psicólogos, consejeros, personas todas ellas formados para ofrecer una atención individualizada y gratuita a aquellas mujeres que sufren las consecuencias de un aborto.

¿Para qué personas?

El Proyecto Raquel acoge a toda mujer, incluso varones, que después de haber pasado por un aborto sufren algunos de los síntomas que produce el haber vivido esa tremenda experiencia (depresiones, abulia, baja autoestima, alucinaciones, etc.) y que no mejoran con la visita a psicólogos o psiquiatras. También son personas que colaboraron de forma directa o indirecta en el aborto y que tarde o temprano viven un sentimiento de culpa.

¿Cómo trabajamos?

Tenemos un teléfono permanente donde llaman las personas y se les da una cita con un consejero en un lugar no explicitado. Ahí se planifica el proceso a seguir. La persona debe recorrer unas etapas marcadas para lo cual el consejero le va acompañando. Estas etapas se resumen en tres bloques:

  • verbalización
  • perdón y reconciliación
  • personalización

Compartimos una experiencia real

“¿Qué diría a una joven o mujer adulta que piensa en el aborto? Ante todo le diría que no pase por ese trance. Se pierde mucho y no se consigue resolver el problema que le ofrecían con el aborto, al contrario, comienza un calvario muy difícil de superar. Te dejan sola en un sufrimiento silencioso. Durante muchos años he llevado esta carga en mi corazón visitando psicólogos, psiquiatras y solo al conocer el Proyecto Raquel y vivir su proceso he recuperado la paz y me siento otra persona”.

¿Qué supone este proyecto para la diócesis?

Una vez que se ha acompañado a varias mujeres, vemos que el Proyecto Raquel es una riqueza para las personas y para la Iglesia.  Para quienes vienen al proyecto: porque se abre una puerta de esperanza a una humanidad doliente y porque se llega a la sanación del corazón. Y para el grupo que trabajamos de forma voluntaria, es una tarea y una vocación.

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«Yo creía que si abortaba, todo se habría acabado y mi vida volvería a ser como antes. Así me prometieron los de la “clínica”. Pero ahora sé que tras un aborto la vida es muy diferente».

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«Mi dolor no terminó con mi aborto, sino que empezó con éste. Durante mucho tiempo, pensé que me había vuelto loca. Intentaba hablar con mis amigos sobre mi angustia, pero me rechazaban con miradas de desaprobación. Me hizo sentirme tan sola... como una persona rara. A veces pensaba que me estaba volviendo loca». (Experiencia de Patry, hablando a una persona después de trece años de esperar poder hablar con alguien que la entendiera)

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«Abortar no tiene nada que ver con quitarse una verruga o cortarse las uñas o el pelo, y cualquier persona que le diga esto es una mentirosa o algo peor».

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«Si yo hubiera tenido a mi madre cerca para hablar antes del aborto, seguro que no lo hubiera hecho. Pero mi novio se quiso desentender pronto del “problema”, incluso su madre me acusó de persona vulgar». (Ana, de 19 años, tuvo un aborto a los 16)

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«A ti solo decirte GRACIAS por aquel día en que escuchaste a mi mamá para que yo hoy esté aquí celebrando mi bautizo». (Mihaela había tenido ya un aborto, posteriormente nació una niña y ahora no tenía una situación “adecuada” para tener este otro hijo. Sigue agradeciendo haber seguido con su tercer embarazo a los 26 años)

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