3 de junio de 2012
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En el domingo de la Sma. Trinidad recordamos a todos nuestros religiosos contemplativos. La Iglesia en este día ora por todos aquellos que han hecho de su vida una ofrenda de oración por todos nosotros. Este año el lema es: “Contempladlo y quedaréis radiantes”. (Sal.36, 7) La contemplación, luz de la nueva evangelización”.
Nos acercamos al Monasterio de las Hermanas Clarisas de Villarrobledo y entrevistamos a la Hna. Yolanda que nos ayuda a comprender un poco más la vida contemplativa. Nos dice esta joven religiosa que es de Socuellamos. Entró en el monasterio a los veinte años. Hizo sus estudios primarios y medios en el Colegio de las Carmelitas de su pueblo. Hizo también la carrera de Magisterio. De la conversación se deja ver que era una muchacha muy inquieta, con deseos de aprender lenguas, por tanto hizo intercambios internacionales. En cuanto le fue posible sacó el carné de conducir. Ella, una chica que parecía querer comerse el mundo, aquí la tenemos en un monasterio de clausura.
– Explícanos un poco el lema de este año para la Jornada.
– Me parece muy hermoso y acertado. Esto es lo que decía Santa Clara a santa Inés: “Fija tu mente en el espejo de la eternidad, tu alma en el esplendor del Resucitado y transfórmate por la contemplación en imagen de su divinidad”. Estoy citando un poco de memoria, me dice, no sé si son las palabras exactas, pero el sentido es el mismo del lema de este año. Y ya que decimos que la contemplación es la luz de la nueva evangelización, efectivamente cuando nos convertimos en otros Cristos y la gente nos ve, ya estamos evangelizando.
– Vemos en ti Yolanda, una mujer muy activa y con muchas inquietudes ¿cómo te convertiste en contem-plativa?
– Yo de chica nunca tuve deseos de ser monja, al revés, sentía como un cierto rechazo. Lo que si tenía de pequeña, ya desde los doce años, era un amor muy grande a Jesús. Una religiosa del Colegio nos hacía ver cuántas horas estaba Jesús sólo en el Sagrario. Al oír esto yo siempre que podía pasaba por la capilla. Y mis compañeras me decían que yo iba para monja, y me enfadaba. Pero el tiempo me iba transformando. El trato con Jesús me hacía ver cómo Él me iba sacando de muchos peligros, de situaciones difíciles. Veía la mano de Dios en mi vida y comprendiendo que mi vida era suya, yo se la debía dar. Me preguntaba ¿dónde el Señor me quiere, como maestra, educadora? Hice una experiencia en este monasterio, y al profundizar en el valor de oración vi que lo mío era la vida contemplativa. Ya veis, una chica que no quería ser monja, acaba en una clausura. El amor de Dios es tan grande que rompe todas las resistencias.
– ¿Una Clarisa qué hace durante todo un día?
– Nos levantamos a las seis menos cuarto y a las seis y cuarto ya estamos en el Coro rezando el Oficio Divino. Entre la oración litúrgica, personal y comunitaria ocupamos al día como media unas cinco horas. Luego están los trabajos de comunidad. Tiempo de estudio, recreación. Intentamos llevar una vida austera, pobre, fraterna y a la vez gozosa, como lo quería Santa Clara.
– En marzo tuvisteis unas celebraciones muy hermosas en Villarrobledo donde participó mucha gente. Se trataba de recordar los ochocientos años en que Clara se consagró al Señor ante Francisco. Tú fuiste una de las animadoras de este gran evento ¿cómo surgió la idea?
– Fue el Espíritu Santo el que nos inspiró tal cosa, precisamente surgió la idea en la fiesta de S. Francisco de Asís. Queríamos hacer una catequesis viva para recordar aquel momento histórico en que Clara se consagra a Dios de la mano de Francisco. Así vemos cómo el si de Clara hizo nacer para la Iglesia una gran familia religiosa extendida en todo el mundo, que tanto bien ha hecho en la Iglesia. Este hecho nos está urgiendo a todos a decir al Señor nuestro si personal. Pues de nuestra entrega generosa y total depende la salvación de muchas almas.
– ¿Qué mensaje tendría Santa Clara para la gente del siglo XXI
– Pues el mismo que anunció en su tiempo, que tenemos un Dios amor, cercano y apasionado por el bien de cada uno de nosotros. Su presencia, si la sabemos percibir, ilumina nuestras existencias, las llena de consuelo y alegría. Los que conocieron personalmente a Clara decían que cuando salía de la oración de estar delante del Sagrario, su rostro resplandecía. Es lo que dice el lema de este año. ¡Que mensaje tan bonito el de Clara para tantos que hoy se sienten apresados en un mar de tinieblas!
– ¿Y tú como religiosa clarisa ¿Qué dirías a nuestros jóvenes?
– Que sepan superar prejuicios y perezas para ser capaces de escuchar la Palabra de Dios que habla a sus vidas. Que no tengan miedo a las dificultades, a los sufrimientos, a las pruebas, al dolor. No podemos olvidar que el Señor nos ha redimido desde una cruz. Las parroquias deben promover entre los jóvenes ratos de oración, lugares y tiempos de encuentro con el Señor. Es en este trato personal donde pueden surgir vocaciones porque los jóvenes descubren lo que de verdad Dios quiere de ellos. Tal vez puede querer una vida contemplativa.
Muchas gracias Yolanda, por este tiempo que nos ha concedido, y por ayudarnos a conocer un poco más nuestros monasterios y también la responsabilidad que tenemos de ser evangelizados, para llevar adelante la nueva evangelización que nuestro mundo necesita.