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7 de septiembre de 2010

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La feria, por ser fiesta del pueblo, ha sido, desde tiempos inmemoriales, una forma privilegiada de hacer pueblo. En la feria la fiesta está en la calle. Pero lo mejor de la feria no está en el ruido ni en las luces deslumbrantes e incitadoras de las mil y una diversiones, que bienvenidas sean. Lo mejor de la feria es el encuentro. He dicho en otras ocasiones que, en nuestra feria, Albacete se convierte en plaza mayor de la Mancha.

El hallazgo de la imagen de los Llanos y la posterior instalación del convento de los Padres Franciscanos entorno a lo que fue su santuario tienen mucho que ver con la Feria. Por eso, la imagen de Ntra. Sra. de los Llanos la preside desde su capilla, que es como el corazón del recinto ferial.

En las letanías la invocamos como causa de nuestra alegría. María, elegida por Dios para traernos al Salvador, nos ofrece las razones más hondas para esperar. Y la esperanza genera siempre fiesta.

Las muchas personas que están siendo golpeadas por la crisis económica abrigan la esperanza de que las cosas cambien. María nos señala la buena dirección para que la fiesta no sea evasión, sino encuentro. La gloria de Dios es el hombre rehabilitado, respetado. En su plan de salvación está el hacer del mundo una gran mesa para todos, donde el lugar privilegiado lo ocupen los más desprotegidos. Dios no es aguafiestas. Si acaso lo seria contra el individualismo o el desenfreno que lleva a olvidar a los otros.

La alegría de la Madre es ver a los hijos reunidos como hermanos. María siempre hace pueblo y hace Iglesia.

“Haréis fiesta”, leemos reiteradamente en la Biblia, que nos recuerda también que, en la fiesta, no olvidemos la cogida del forastero y del pobre. Practiquemos, pues, la acogida y hospitalidad para hacer familia y hacer pueblo.

¡Pido a Nuestra Señora de los Llanos, para todos los albaceteños y visitantes, una feliz Feria del Tercer Centenario. ¡La mejor Feria!