1 de febrero de 2009
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El doctor Gonzalo Aldámiz nos explica…
Yo veía por la clínica Recoletas (ahora Capio) gente de África, concretamente de Burkina Faso que se sometían a una operación de corazón y luego se marchaban a su país. Un día conocí a Gonzalo Aldámiz, el cirujano cardíaco que se encarga de estas operaciones.
– ¿Gonzalo, nos puede explicar este proyecto?
– Todo comenzó por una casualidad, que es como suelen comenzar estas cosas. En el año 2005 vino a Albacete un seminarista de Burkina llamado Simón, su propósito era pasar aquí el año, dada la relación que guarda el obispado de Albacete con Burkina y el apoyo que prestan a una misión que abrieron allí (Safané). Al poco de llegar observamos que se cansaba muchísimo; prácticamente no podía ni subir las escaleras de un primer piso. Detectamos un problema cardíaco de nacimiento que no había sido diagnosticado. En España este mismo problema se diagnostica a la edad de dos o tres años y se les opera enseguida solucionando así la enfermedad. Él, sin embargo, había sido un superviviente de una cardiopatía que normalmente no permite llegar a esa edad. Finalmente le operamos y todo fue muy bien.
A través de Simón entramos en contacto con el cardiólogo que lo llevaba en Burkina. El cardiólogo nos puso al corriente de la precariedad de medios allí. Resumiendo: en Burkina, un país que cuenta con 13.000.000 de personas no se realiza ninguna intervención de corazón por falta de medios; en España se vienen haciendo 9000 al año. A raíz de esto un grupo de personas pensamos en la posibilidad de poner nuestro granito de arena, y ya que a todos no podemos llegar, intentamos derivar a un grupo de pacientes al cabo del año y hacer las operaciones aquí en Albacete, y así nació.
– Este grupo de personas implicadas en este proyecto ¿tiene algún nombre, es alguna asociación?
– Lo realizamos en la clínica Recoletas (Capio) y la fundación que nos da el soporte económico es una ONG, la fundación RECOVER. Trabajamos especialmente en Camerún.
– Para hacer estas operaciones de corazón hay que ser PERSONA DE GRAN CORAZÓN…
– Creo sinceramente que en el fondo es tener la ilusión de hacerlo una vez, porque lo difícil es empezar; una vez que empiezas, la cantidad de gente que se suma va en aumento. Para que esto empiece a rodar hace falta que haya una persona que tome la iniciativa, luego hay muchísima gente que apoya y disfruta ayudando porque además, en este tema, es todo muy gratificante ya que la operación es curativa, las personas tienen la oportunidad de reincorporarse a una vida normal. Ver este cambio en la gente que no podía apenas hacer su labor diaria aporta un gozo enorme a todos los que estamos implicados.
– ¿Cual es la mayor satisfacción que en este aspecto ha tenido?
– Yo creo que elegir una satisfacción concreta es muy difícil. Quizá lo más emocionante fue cuando hace poco tiempo he visitado Burkina, para ver al cardiólogo y a la gente operada. Tuve la suerte de reunirme con todos los que ya hemos operado, excepto Simón, el seminarista, que estaba destinado en un poblado lejano y no pudo venir. Fue una gran alegría ver el cambio que habían dado: uno estaba esperando un niño, otro había retomado sus estudios, otra la había llamado el Señor y había ingresado en una congregación de monjas… Verles a todos ellos y el cambio que habían experimentado fue para mí la mayor satisfacción.
– ¿Y sus ojos qué les decían? porque los ojos de los africanos…
– Te lo dicen todo no tienen que hablar. Son una gente de la que tenemos mucho que aprender; por la alegría con la que afrontan las cosas, otras veces la resignación y también el agradecimiento cuando las cosas salen bien; el agradecimiento a la misma vida. Es impresionante. Una de ellas, Elen, me decía: “yo antes no tenía salud y me iba a morir pero ahora la tengo y tengo una nueva vida.” Ante un pensamiento tan elemental caes en la cuenta de que esto verdaderamente es así y nosotros en cambio no aceptamos nada, ni la enfermedad ni la muerte, que nos tiene que llegar a todos, en cambio ellos lo llevan de una manera muchísimo más natural y eso te hace pensar…
– Y aparte de lo que supone el campo de la medicina ¿qué ha visto en África que le haya enriquecido desde su pobreza?
– La alegría. Creo que sin tener nada, la alegría que tienen y la alegría que comparten contigo y la alegría que te ofrecen. Te invitan con tal naturalidad a sus casas y comparten todo (lo poco) que tienen contigo con tanta entrega que, a la fuerza, te hace pensar en la gran lección que te están dando de generosidad extrema. En nuestra cultura del bienestar, con todo lo que tenemos, nos pasamos la vida quejándonos; ellos sin tener nada, aunque parezca tonto decirlo, son mucho más felices que nosotros.
– Glosando la frase de Jesús de Nazaret se le puede decir a usted y a la fundación RECOVER: Venid, benditos de mi padre, porque estuve enfermo del corazón y me salvasteis…”
– Es una gran satisfacción poder hacerlo, pero ya os digo que es un tema global, es un montón de gente la que está participando, la clínica nuestra Capio (antes Recoletas) pertenece a una empresa más importante que tiene hospitales en Madrid y se llegó a plantear, en su momento, el trasladar esta obra a Madrid y la propia organización se negó en rotundo, nos dijo que el apoyo que hay en Albacete por parte de las parroquias, y la increíble labor de la Institución Benéfica (Cotolengo) que se han brindado a cuidar a los operados durante el tiempo necesario para su recuperación, este tipo de apoyo por parte de la gente no lo íbamos a tener en Madrid.
– La fundación RECOVER y usted se encargan de traer y operar a los enfermos africanos; pasado el pos operatorio la Institución Benéfica (Cotolengo) los acoge hasta que están en condiciones de regresar a su país completamente curados.
– Tenemos la suerte de contar con la Institución Benéfica y con las monjas que la llevan que son extraordinarias y acogedoras. Todos los operados, ahora, cuando he estado me han dado cartas y muchísimos pequeños objetos de agradecimiento para ellas y para todos los que desde la diócesis de Albacete contribuyen en esta labor. Agradezco a todo Albacete como están apoyando el proyecto, a medida que la gente se va enterando se vuelca y se ofrece. Estas cosas hay que saberlas. El mayor problema que tenemos (más que la operación) es el coste de los billetes. Quizá se pueda pedir, a quien quiera ayudar a este proyecto, colaborar en los gastos pasaje de avión. Yo creo que merece la pena arrimar el hombro. Pueden encontrar más información sobre nuestra fundación en la Web: http://www.fundacionrecover.org/
– Pues ya lo saben… ¿Quién quiere colaborar?