26 de septiembre de 2009
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El día 26, en la Parroquia de Franciscanos de Albacete, fue ordenado un nuevo diácono permanente para nuestra Iglesia Diocesana. Nuestro Obispo, D. Ciriaco Benavente, ordenaba a Joaquín Herrera Macia, casado y con tres hijas y seis nietos,…
Joaquín es natural de Albacete, y está en la Delegación Diocesana de Enseñanza como coordinador de formación de profesores de Religión. Allí hace su trabajo tratando de hacer las cosas con sencillez y con toda la humildad que puede, siempre teniendo presente los problemas de los demás.
– ¿Cuándo surge en ti la llamada al Diaconado?
– Yo no veo un momento concreto en el que sienta la llamada, más bien es un proceso que va madurando a lo largo de la vida, especialmente durante estos diez últimos años. De todas formas yo destacaría especialmente los días que hemos vivido recientemente mi mujer y yo en el monasterio de Santo Domingo de Silos. Allí hemos encontrado, mucho más de lo que esperábamos, tiempo para rezar junto a los monjes del monasterio, tiempo para ser felices y sonreír. ¡Es tan fácil sonreír cuando te sientes contagiado por la alegría de estos monjes que respiran paz, sosiego, cercanía que sólo pueden brotar de su trato con Dios!
¡Ha sido una experiencia inolvidable! ¡Aún resuenan, al despertarnos, los Laudes en canto gregoriano! Allí encontré una renovada ilusión para servir a Dios desde el Diaconado.
Tuve la gran suerte de sentir la compañía y la ayuda de mi mujer durante estos días. Juntos hemos gozado de esta gran experiencia. Juntos hemos preparado este nuevo camino en la Iglesia. Hemos dialogado sin prisas, con mucha generosidad por parte de ella al compartir la nueva responsabilidad, siendo consciente en todo momento de su papel como esposa ante la nueva etapa de nuestra vida.
Ante su bondad y su gran generosidad, sólo cabe por mi parte agradecerle su gran gesto de servicio, de comprensión y de ayuda. Ha sido una gran alegría comprobar que no ha titubeado ni un momento en compartir conmigo esta decisión de dedicar una parte de nuestras vidas a esta nueva misión en la Iglesia.
– ¿Qué supone para ti ser ordenado diácono?
– Pues, ante todo, responsabilidad. Si el Diaconado es servicio a los demás, entrega a la Iglesia, ayuda a mi Obispo, supongo que esto sólo se ha de entender desde la fidelidad y la entrega generosa de uno mismo. Y esto no es un camino fácil, pues uno cuenta con sus propias fragilidades y sus limitaciones, aunque también me alienta saber que ahí está la ayuda del Señor, Él que me ha llamado.
Ser diácono también supone compartir con los demás, con tu familia, tus amigos y con los que te rodean esta nueva responsabilidad. Así he vivido el día de mi ordenación con temblor y emoción a la vez. He gozado con sorpresa y gratitud la participación de mis hijas en mi ordenación de Diácono y me ha hecho muy feliz que me hayan acompañado este día mis familiares, mis amigos.