3 de abril de 2016

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Hace unos días se celebró en Albacete el II Encuentro Diocesano de la Divina Misericordia. Jesús Higueras fue invitado a este encuentro. Se le conoce como el “cura de la tele” ya que es un asiduo colaborador de 13 TV en las emisiones del domingo. A la faceta de periodista hay que unir la de ser un gran sacerdote y se comprende muy bien que haya sido elegido por el Papa en este año como Misionero de la Misericordia.

¿Quiénes son los Misioneros de la Misericordia?
Es un grupo de sacerdotes de diferentes países enviados por todo el mundo para anunciar el amor, la cercanía de Dios, hacer ver que Dios nos quiere a todos, tal como somos. Y a la vez invitan a todos a acercarse a buscar el perdón y poder descubrir la gracia inmensa del Sacramento de la Penitencia. A los Misioneros de la Misericordia nos ha dado el Papa el poder de perdonar todos los peca- dos, también esos que están reservados a la Santa Sede.

¿Cómo unir Misericordia con la Nueva Evangelización?
Muchas veces nos preguntamos: ¿Cómo es posible que muchos jóvenes que han sido educa- dos en familias cristianas hoy se encuentren tan alejados de Dios? Pues en este año se quiere insistir que una manera privilegiada de evangelizar es hacer ver a la gente que Dios nos ama, descubrir la gran misericordia que tiene hacia todos nosotros. Así también nosotros, a su vez, tenemos que hacer visible este amor, esta misericordia con nuestra manera de vivir, a través de las obras de misericordia, tanto corporales como espirituales.

¿Cómo hacer que nuestras parroquias sean más evangelizadoras?
Hay que llegar a ver a la parroquia como la casa de todos. En ella se celebra el inicio de la vida, el final de ella y otros grandes acontecimientos de nuestro día a día. Ella debe ser el lugar privilegiado de anunciar el amor de Dios. La parroquia no se puede convertir simplemente en un lugar burocrático para arreglar papeles, sino ser una casa cálida donde se encuentra el amor de Dios que se refleja en el amor a los hermanos, lugar en el que se vive una convivencia fraterna. La parroquia debe ser una casa abierta a todos, que muestre los que nos recuerda el Papa cuando dice que la Iglesia es madre de todos, casa de Dios y de los hombres.

Pero vemos que mucha gente se aleja, porque no ve todo esto en las parroquias
Todos debemos entonar nuestro mea culpa. Tal vez nos hemos descuidado, no hemos sabido acoger a la gente como se debiera. Esto lo tenemos que reconocer los mismos sacerdotes, también los seglares. Pero todo tiene arreglo y podemos cambiar ciertas actitudes para construir una parroquia más acogedora. Tenemos que conseguir que la puerta de cada parroquia sea una puerta santa, es decir, una puerta abierta por la que todos puedan entrar para encontrase con el amor de Dios.

Nos ha dicho también que el Año Santo tiene como objetivo anunciar el Perdón de Dios.
Así es. El Papa ha querido poner en el centro del Año de la Misericordia el poder descubrir toda la riqueza que tiene el Sacramento del Perdón. El mismo Papa nos dijo en el encuentro que tuvimos el miércoles de Ceniza, día en que nos envió como misioneros, la vivencia que tuvo en una confesión en el año 1953, y el sorprendente efecto que produjo en su alma. No se acordaba de lo que se confesó, ni qué palabras le dijo el confesor, pero en aquel momento sintió una luz tan grande en su interior que ese día decidió ser sacerdote. A la dificultad que algunos ponen de por qué hay que confesarse con un hombre, es porque el mismo Señor ha querido esta mediación. Pero tengamos claro, que cuando un sacerdote dice “Yo te perdono tus pecados” es el mismo Jesús quien lo perdona.

¿Qué podemos hacer para reavivar este Sacramento en nuestras parroquias?
Hay que hacer apostolado de este Sacramento. Quien lo haya recibido que lo diga y muestre a los demás el bien que le ha hecho. El que tenga amigos o conocidos que les cuesta mucho acercarse al confesonario pues que los anime diciendo que no es tan difícil y que les hará mucho bien.

Y nosotros, ¿Cómo podemos ser Misioneros de la Misericordia cada día?
Para ello en primer lugar hay que sentirse amados por Dios y después anunciarlo a los demás Hay que estar al lado del que está triste, del que nos necesita. Que al vernos a nosotros viviendo en paz y con gozo lleguen a comprender que todo esto nos viene de Dios. En una palabra buscar todos los medios posibles para que la gente pueda acercarse a Dios. Mi parroquia es un lugar jubilar y estoy viendo la cantidad de gente que después de muchos años vienen a confesarse. Y veo que esto es porque otros les han ayudado a dar este importante paso.