22 de marzo de 2015
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- Miguel Márquez Calle, provincial de los Carmelitas Descalzos de España, ha estado de nuevo en la Diócesis de Albacete para acercarnos a Santa Teresa de Jesús.
- Con ella, nos invita a explorar el territorio de dejarse mirar por el Señor y a no poner excusas para este encuentro.
[fusion_dropcap color="var(--awb-color2)" class="fusion-content-tb-dropcap"]P[/fusion_dropcap]. Miguel Márquez, estamos en el V Centenario del nacimiento de Santa Teresa de Jesús, maestra de espiritualidad. ¿Qué aprender de Teresa?
De Teresa aprender mucho, sobre todo su misma manera de aprender y su actitud ante la vida y ante el Señor. Invitamos a todos a que se acerquen a beber de la fuente teresiana, porque Santa Teresa tiene muchísimo que enseñarnos acerca de nuestra propia verdad y acerca de la verdad de Dios y de cómo jugar en verdad con todo lo que traemos entre manos.
¿Y cómo encontrarnos hoy con Dios?
Pues como dice ella, haciendo el ejercicio de abrir la puerta de la oración. Para ella no fue fácil: la necesidad que tenía de relacionarse con Dios le llevó a pasar tiempos, ratos con el Señor y empezó directamente a hacer oración sin grandes enseñanzas. Se aprende a hacer oración estando con el Señor, pasando tiempos con él y explorando ese territorio de dejarse mirar por él. Para la santa, este es un camino que cada uno tiene que ir haciendo e inventando de alguna forma. Alguien te indica, necesitas un maestro, pero tienes que atreverte a explorar, a pisar ese territorio donde no sabes del todo cómo moverte, y tienes que tener claro que lo que te ha de mover es el deseo de estar con el Señor y no poner excusas para ese encuentro.
¿Qué peligros puede tener la espiritualidad hoy?
Al ser humano le da mucho miedo lo desconocido, descubrir algo que le pueda llevar a confiar y a reconocerse por dentro de una forma nueva. El peligro que podemos sentir, es, sobre todo, el de explorar algo que es verdadero y que sin embargo te puede cambiar la vida. Nos resulta peligroso eso, que la vida nos pueda cambiar, pero lo que nos espera es la verdad de lo que Dios quiere regalarte. Esto para la santa es fundamental.
¿Qué les podemos decir a quienes quieren ser santos, pero les asusta no poder responder?
En realidad nosotros no podemos responder del todo. Es justo pensar que uno no tiene fuerzas suficientes para este camino, sentimos que la gente que ha podido más o que ha llegado más lejos no ha sido gente que se sentía segura o sentía que pudiera, ¡qué va! Hay una sensación muy fuerte de fragilidad y de pensar que uno no es capaz. El que te hace capaz es el Señor y, de hecho, lo que el Señor hace contigo es utilizar tu propia sensación de pobreza para contar con la fortaleza que nace de él. Hay mucha fuerza en la humildad de personas que consideran que son pobres y que llegan más lejos que nadie porque se suben a esta confianza, que es la virtud de los valientes.
¿Nos das unos consejos para cuidar nuestro interior?
Lo primero de todo, pensar que es importante cuidar el propio interior. Todo el mundo necesita ayuda, pedir ayuda, y considerar que no es autosuficiente, que tenemos que revisar el menú interior con el cual cada día alimentamos la vida. Uno tiene que escuchar y dejarse iluminar por esa palabra de parte del Señor que se te regala en cada momento y que necesitas urgentemente, y también aceptar que en medio de todo aquello que vives tú, necesitas no renegar de tu propia pobreza, de tu propia verdad, para dejar que el Señor vaya tirando de las riendas. Él es el protagonista, y es importante pensar que el terreno que estás pisando es el más propicio para dejar que tu vida vaya encontrando verdad y encontrando los ojos del Señor.
¿Qué nos preguntaría Santa Teresa hoy?
Para Santa Teresa es fundamental cuidar la belleza interior y cuidar al amado, al esposo. Yo creo que lo que Teresa nos pregunta a la Iglesia y a nosotros, es cómo andamos en cuanto al amor de Jesucristo y en el deseo de cumplir su voluntad. En qué medida somos personas disponibles para ese Dios que está enamorado de nosotros. Yo creo que Teresa quería dar voces para despertarnos a lo que de verdad importa: el deseo de buscar y la pasión por la verdad. Nos invitaría a descubrir quién es el Dios vivo y a descubrirlo por nosotros