24 de noviembre de 2012
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[fusion_dropcap color="var(--awb-color2)" class="fusion-content-tb-dropcap"]E[/fusion_dropcap]ste Congreso de la Fe ha sido una maravilla.
Me gustaría destacar esto de la experiencia de contraste que nos dijo Felicísimo Martínez, que tuvieron los primeros discípulos del Señor, a partir de la cual se les abrieron los ojos y el entendimiento, y a partir de la que muchos emprendemos el camino de regreso para alcanzar la fe verdadera, la fe post-pascual, capaz de vencer la muerte y de dar la vida por el Maestro.
Esta experiencia de contraste, que fue mi encuentro con Jesús resucitado, la tuve yo hace algunos años. Fue por medio de un padre escolapio: Iba yo del todo ofuscada… mamá nerviosa, estresada… impresentable, a dar una queja… torpe, ingrata, ignorante y pobre de mí… a este cura del colegio. Fue tal su recibimiento y su respuesta que me chocó enormemente, fue como un golpe que recibí muy grande, que me desarmó por completo: me acogió con amor, me llamó por mi nombre, me conocía… me trató con una humildad y una dulzura tales… yo no esperaba encontrar eso para nada, y más en el ambiente en el que yo desenvolvía mi vida, donde se veía como algo corriente la ambición, crueldades, insidias, envidias, rencor, venganza…
Ese hombre tocó mi corazón, fue una presencia significativa en mi vida. Contrastó en mí enormemente. No reconocí al Señor en aquel momento… pero vi que esto era algo nuevo, donde mi persona, mi ser, era importante.
Tardé algún tiempo en darme cuenta, pero tengo la certeza de que ahí empezó mi camino de regreso a la fe verdadera, mi proceso de conversión. Después han venido otros encuentros, por medio de otras personas, de otros acontecimientos… Le veo a Él. Bendito sea su Nombre.
Es difícil explicar esto con palabras, porque hay que vivirlo. Cada corazón tiene que vivirlo.
Pero sí que puedo contarlo como hago ahora y compartir mi alegría y mi esperanza con vosotros.
Recibid un abrazo muy fuerte.
Feli.