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2 de noviembre de 2014

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  • Ocho sacerdotes de la Diócesis de Albacete han celebrado al principio de este curso pastoral sus bodas de oro -50 años desde su ordenación: de la consagración de su vida a Jesucristo, al servicio de la Iglesia, que es Su Iglesia-.

[fusion_dropcap color="var(--awb-color2)" class="fusion-content-tb-dropcap"]A[/fusion_dropcap]l echar la vista atrás sobre lo que ha sido su vida hasta ahora, sus primeras palabras son de agradecimiento muy profundo y emocionado al Señor, en todo momento, por este don recibido.

De estos ocho sacerdotes, cuatro de ellos estudiaron en el Seminario de Albacete y se ordenaron juntos sacerdotes, el 28 de junio de 1964: Andrés Honrubia Jiménez, Francisco Navarro Pretel, Florencio Ballesteros Ballesteros y Antonio Cuesta Navarro. En su vocación y trabajo posterior influyeron de manera muy notable D. José María Larrauri La Fuente, consiliario diocesano de los Jóvenes de Acción Católica, primer rector del Seminario que vino con el Sr. Obispo D. Arturo Tabera, cuando se fundó la Diócesis de Albacete, y D. José Delicado Baeza, padre espiritual de los seminaristas de aquellos años.

Otros dos sacerdotes, José Sánchez López, -el Padre Josico-, y Juan José Gómez García, se formaron en el Seminario de Toledo y fueron ordenados el 26 de julio de 1964. Y también en la Diócesis de Toledo, unos años antes, Manuel González Alcázar, el 19 de septiembre de 1959, cuya vida sacerdotal también ha sido celebrada en acción de gracias al Señor, el mismo día que los demás, en la Casa Sacerdotal de Albacete. También ha celebrado sus bodas de oro el sacerdote Paúl Félix Ignacio Villafranca Calvillo natural de Ribaforada (Navarra). Durante toda su vida ha trabajado en la Pastoral Juvenil, en movimientos y asociaciones como Juventudes Marianas Vicencianas y Feyda, de la que es Consiliario de Pastoral y que en la actualidad colabora en el equipo pastoral de los Padres Paúles de Albacete.

“El sacerdocio es un don, un regalo del Señor. Es una serie de circunstancias de tipo personal, de situaciones, etc., en las cuales ha confluido mi vida y no había otro camino, el Señor me lo ha hecho ver muy claro y le agradezco todo lo que ha hecho. Las cosas de Dios van por su camino y el Señor te llama o te recuerda una u otra vez de alguna forma, que es Él quien te ha llamado y que te va a hacer cada día más feliz estando donde tienes que estar, con Él, a pesar de tantos problemas e incomprensiones y detractores también”, nos dice Francisco Navarro Pretel, más de cuarenta años cura en Liétor.

Andrés Honrubia Jiménez ha sido cura párroco de la Parroquia de Fátima durante más de treinta años. “En el momento actual, la gente tiene miedo a los compromisos estables y esto afecta a las vocaciones sacerdotales y religiosas, también a los matrimonios. En las parroquias también pasa, aunque se responda en lo puntual. Falta más estar con la gente y vivir con sus problemas, y tener plena confianza en que en esta barca que es la Iglesia va Jesús. ¿Qué tenemos que hacer? Ser fieles a Él y esperar mucho en Él, porque para algo vino y para algo dijo que se quedaría con nosotros hasta el final de los tiempos”.

“Volvería a ser sacerdote -asegura Antonio Cuesta Navarro-, dándome a los demás. Veo con gozo cómo ayuda mucho a las personas que tengan al sacerdote a su disposición, en espíritu de servicio, siempre con una dimensión trascendente, porque en el fondo, todo el mundo necesita descubrir a Cristo en la realidad de la vida”. Una faceta de su vida sacerdotal muy importante es la atención a los sacerdotes en sus enfermedades físicas, y en sus dolencias espirituales.

Florencio Ballesteros Ballesteros asegura que, “como San Pablo, por encima de las dificultades, con aciertos y errores, todo lo puedo en Aquel que me conforta”. Ha recorrido toda la geografía de Albacete. Su afán: que vean al cura al amigo, a una persona cercana, un vecino más. “Qué hermoso es cuando uno se siente hijo de Dios y amigo de Jesús, llamado a su Reino. Durante toda mi vida de sacerdote he salido a la periferia, a los alejados, los pobres, como nos pide el Papa Francisco, para que todos se sientan y vivan así. A Jesús no se le da nada, lo recibimos todo con Él. La vida cambia. Quiero a la Iglesia enormemente, pero como la Iglesia de hombres y mujeres redimidos por Jesús. En la Iglesia es donde uno se siente realizado, y abro la puerta de la Iglesia cuando de verdad me doy, porque voy a los demás. No estemos esperando a que vengan”.

En la misma línea que sus compañeros, a los que ayuda y siempre está a su disposición, con una labor incesante de atención a varias parroquias, Juan José Gómez García afirma que “tenemos que salir. Encerrar a Jesús en la Iglesia es maniatarlo. Dios actúa de otra manera, hasta en el otro que a veces ignoramos y que nos es molesto, ahí está Él”.

Para José Sánchez López, Padre Josico, “ser cura está mejor que los churros con chocolate”. “Doy gracias a Dios de ser cura, para servir a Dios, a su evangelización”. En este servicio destaca su contribución en el anuncio de la Buena Noticia a través de la música.

Manuel González Alcázar, ya jubilado, muy emocionado y agradecido a toda la Diócesis de Albacete, nos habla de su fidelidad y entrega, dando gracias una y otra vez al Señor Jesús, por su vida “plena y muy feliz”, de la que destaca las vocaciones que desde su servicio ha impulsado, para el sacerdocio y la vida religiosa, en Villarrobledo, y en Albacete estando en la Parroquia de la Sagrada Familia. También su labor en la Asociación de Rehabilitación de Drogodependientes, SAFA, junto con el sacerdote Alejandro Márquez.