17 de agosto de 2014
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Es peñera, tiene 71 años y, el pasado viernes celebraba sus bodas de oro como Hija de la Caridad. Tras jubilarse como profesora de historia y religión, llegó a la Argentina. Hoy ayuda a que, con esfuerzo y compromiso, los ranchos del 9 de Noviembre se transformen en casas confortables.
Lorena tiene 20 años y prepara el almuerzo con unas pocas papas y remolachas. Tiene dos pedazos de pan, sal, aceite. La cocina está al lado de la cama que comparte con su marido y sus dos hijos. En sus brazos llora el bebé, y a sus pies, Erika, de 2 años, le pide upa. Cuando apaga el televisor, un viejo armatoste rectangular puesto sobre un aparador, sus ojos se reencuentran con la realidad sin maquillajes.
–¡Lorena! ¡Loreeeennnaaaaa! ¿Estás ahí, niñaaaa…? ¡Pero qué susto que me ha dado tu perro…!
La voz de la peñera Constanza desafía al viento, al frío y a los perros en ese rincón de la villa 9 de Noviembre, a pasos del Cristo Redentor, la calle más cercana, y a menos de mil metros del cementerio municipal.
No tan lejos del centro de una Bahía Blanca que esconde a sus pobres en las periferias, la religiosa, con sus vitales 71 años, ha llegado en un colectivo de la 507 hasta las alturas desde donde, entre vertiginosos cardos rusos y flacos caballos marrones, se puede ver cómo las chimeneas pintan el horizonte de negro.
Después de recorrer las casitas que ayuda a construir, de llevarle un nebulizador a la beba de Julieta, de organizar el retiro de una puerta, de invitar a la feria de ropa y a las clases de apoyo escolar en la sociedad de fomento, Constanza caminará 27 cuadras hasta la casa que comparte junto al Colegio San Vicente de Paul, en Rivadavia al 1500, porque “pagar dos pasajes es mucha plata”.
El invierno parece mucho más crudo en la villa. Cada monedita vale mucho más en esos ranchos de chapa y cartón donde el frío siempre encuentra un agujero para para entrar. Nacida en Peñas de San Pedro en 1943, es Hija de la Caridad de San Vicente de Paul desde 1964. Constanza Roldán Azorín tenía 15 años cuando sintió que debía anunciar a Jesucristo por todo el mundo. Trabajó en cárceles y en pastoral con juventud, pero buena parte de su vida fue para la docencia, como licenciada en Historia y con una premisa muy personal: alentar el perdón y la reconciliación de una España dividida tras las profundas heridas abiertas por la Guerra Civil (1936-1939). También fue profesora de religión.
En 1981 se fue al centro misionero de París con la convicción de un destino para cumplir su sueño de misionera. La mandaban al Zaire cuando se enfermó y debió regresar a España. El 8 de junio de 2011 llegó a la Argentina. Estuvo un año y medio en Clorinda, Formosa, y en febrero de 2013 se instaló en Bahía Blanca para expandir la idea de Vicente de Paul, un santo del siglo XVII que en Francia se caracterizó por su caridad hacia los más pobres.
En mayo, Constanza comenzó con el proyecto de las casas. En el salón de Chacabuco 1475 integró la feria de ropa y de muebles cuyas ventas, a precios muy baratos, permiten reunir dinero para comprar materiales. La tarea se ha ampliado a la sociedad de fomento de Rosales al 2300, donde se ofrecen talleres de artesanías y de costura, clases de apoyo escolar para chicos de la primaria y de la secundaria, y a la catequesis ecuménica en el ámbito de la villa, donde los pastores de las iglesias evangélicas son mayoría. Por calle Rosales se extienden los pasos de Constanza. Muestra dos viviendas y otra más, la de Asunción. Su exnovio la ha destruido dos veces por celos, pero enfatiza que la retomará hasta concluirla. Escenario de historias de niños abandonados, de violencia familiar, de prostitutas, de madres adolescentes… El 9 de Noviembre también tiene protagonistas que no renuncian al esfuerzo y a ganarse la vida con dignidad.
En Matheu al 2059, Julieta, de 19 años, espera el nebulizador para Alma, su bebita enferma. Constanza golpea las manos. –Juli, Juliiii. Mira, aquí estoy con lo prometido. Lo prometido es deuda para los españoles… Nos abres, porfa…
Julieta sale de su “trocito de rancho”, como lo describe la religiosa, y donde apenas cabe una cama. Es casi una niña de jeans gastados y llenos de agujeros que está en pareja con un albañil, Ariel. Constanza la reta porque la nota muy desabrigada.
–Estamos con frío y la nena no ha podido dormir en toda la noche. La pongo a upa porque todavía no tenemos almohada. –Mira, tuvimos suerte. Me pedían más de 700 pesos por el nebulizador y yo no los tenía. La farmacia me rebajó 275. Tú ya sabes cómo manejar este aparato. Te dejo el ticket de los 500 pesos que pagué y me los devuelves de a poco. Aquí te los anoto en mi cuaderno. ¡Ah! Veo que te ha venido bien la frazada…
Constanza se va feliz después de las sonrisas de Julieta y de su bebita. Camina y reflexiona en voz alta.
–Estos argentinos… estos argentinos empiezan a ser padres muy pronto. Para los españoles primero está el estudio, el trabajo, la casa, el coche y cuando quieren tener hijos ya son viejos. Yo, aunque no me he casado, soy “madre” de muchos niños y eso me llena el corazón.
Vamos bajando la cuesta. ¡Vamos! Constanza emprende la vuelta entre los saludos, los abrazos, las gratitudes y las promesas. Una abuela la llama para decirle que ha tenido problemas y que le pagará lo que le debe de a 20 pesos.
–Nos proponemos un mínimo de 10 casas al año. Repito que ayudo a los que se ayudan. A diario veo el sacrificio que hacen muchos jóvenes y lo que les cuesta dar cada paso. Hay pobres porque no hay justicia y los planes del gobierno no son solución. Mira, porque para cobrarlos están quienes prefieren trabajar en negro y cargarse de niños. A la pobreza hay que enfrentarla con dignidad y superarla con esfuerzo y honestidad. Trato de alentar con ese mensaje y de acompañar pero, como decía San Vicente, no se puede predicar a Jesucristo entre quienes tienen el estómago vacío.
De Peñas de San Pedro a la villa 9 de Noviembre en Argentina
La Argentina. Cuando en París la notificaron que vendría a la Argentina, Constanza admite que “se desinfló”. La responsable de las misiones vicentinas en América Latina quedó sorprendida por su reacción. ¿Por qué? Porque esperaba que la mandaran a un país mucho más pobre y ella sabía de la Argentina rica, que había recibido a tantos inmigrantes, muchos de ellos españoles. “La verdad es que me encontré con otro país pero con gente encantadora y solidaria”.
Clorinda. Formosa resultó su primer destino argentino. Cumplió su tarea en el barrio El Porteño, cerca del límite con el Paraguay, un caserío de palmas surgido detrás de una barrera levantada para evitar inundaciones. “Hay muchísima pobreza pero no me apena tanto porque el clima es cálido. Aquí, en verano los ranchitos se queman y en invierno se congelan”.
Bahía Blanca. “La pobreza de esta ciudad está en los cinturones y no se nota en el núcleo. Y como mi objetivo es evangelizar, comparto la postura del Papa Francisco de salir a la periferia y no de hacerse el pobre sino meterse en la piel de los pobres para transmitirles la palabra de Jesucristo de igual a igual”.
Pastores. Constanza está asombrada con el crecimiento de otras iglesias, como las evangélicas. “Los pastores brotan por todas partes y van casa por casa mientras nuestro párroco tiene siete barrios a su cargo.
Planes. Una escuela para padres y la catequesis para adultos son los próximos objetivos. Constanza se ilumina cuando repasa sus proyectos. Y avisa que tiene muchos más. Tan lejos de su casa natal, en Castilla La Mancha, tan cerca de las casitas que nacen con su impronta.
Siete puntos. En una de sus últimas recorridas por la villa, Constanza fue atacada por un perro. Fueron tan profundas las heridas en la pantorrilla derecha que en el Hospital Penna recibió siete puntos de sutura.
Donaciones. La comunidad de las Hijas de la Caridad y la familia vicenciana en Bahía reciben donaciones para poder construir casas en el barrio y ayudar con microemprendimientos.