19 de julio de 2015
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Mari Carmen Gil Abellán, misionera de Albacete de la Congregación de Cristo Jesús, que anuncia, vive y comparte la alegría del Evangelio en Bolivia. ¿Cuántos años llevas en ese país?
Pues ya son 29 años en Bolivia, se dice pronto pero es como media vida.
Estabas aquí en Albacete… ¿Cómo surge ese deseo de cambiar tu vida para irte a Bolivia?
Lo primero que pasó no fue el deseo de irme a Bolivia, sino que yo lo que quería era vivir en comunidad, como consecuencia de que iba conociendo más a Jesús y a partir de ahí busqué una congregación que tuviese unas características que yo deseaba, que era ir a los lugares menos favorecidos. Fue entonces cuando encontré al grupo de Misioneras de Cristo Jesús y después de un tiempo de formación de tres años en Barcelona me dijeron que fuese a Bolivia, y lo acogí con todo el gusto porque de siempre he sentido cariño por conocer este país, entonces fue una cosa bien bonita, porque coincidió el deseo con el mandato de ir allá.
¿Y cómo es Bolivia?
Bolivia es un país encantador, con numerosas nacionalidades, treinta y seis, donde la gente es muy acogedora y está saliendo poquito a poco de ese estado en que estaba de pobreza. Ahora estamos en un desarrollo medio como algunos países de América Latina, al que le falta mucho todavía, pero va dando pasitos día a día.
Como misionera, ¿qué labor haces allí?
Como soy maestra, pues toda mi labor en Bolivia ha sido principalmente en el ámbito de la educación, sobre todo en las escuelas Fe y Alegría y en escuelas parroquiales. También he trabajado en la pastoral acompañando a catequistas, a diáconos permanentes y en todo lo que hacía falta en cada comunidad de las que he estado en Bolivia, en varios lugares, en el altiplano, en el valle, el trópico…
Mari Carmen, antes de irte a Bolivia también fuiste maestra en la provincia de Albacete.
Sí, trabajé en distintos pueblos, en Balazote, Villarrobledo, Cañada Juncosa, como interina y después, cuando aprobé las oposiciones pues trabajé en La Parrilla en Yeste, en Tiriez, Almansa y aquí en Albacete en el Colegio Severo Ochoa, que entonces se llamaba José Solís.
¿Con qué edad te fuiste a la congregación?
Yo ya me fui un poco mayor, con 30 años, a Barcelona, para mi formación, y después a Bolivia.
Y en tu congregación, sois tres de Albacete en Bolivia. ¿Merece la pena esta vida, esta entrega generosa?
Si, las tres que somos de Albacete en la congregación de Misioneras de Cristo Jesús, estamos en Bolivia: Belén Sánchez, que es de Almansa; María Jesús Torres, que es del Salobral y yo, que nací también en Albacete. Claro que merece la pena esta vida, porque uno realizando su vocación es feliz y puede hacer feliz a los demás.
Mari Carmen, se necesitan misioneros. Tú que estás allí en tierra de misión, ¿crees que la Iglesia debe seguir saliendo, mirando más allá de su realidad?
Yo creo que sí, que siempre ha sido importante y siempre lo será no encerrarse y salir al exterior, a otras realidades, conocer otras iglesias locales y hacerlas crecer, allá donde uno vaya, para que ojalá algún día ellos, los que viven allá en aquellas tierras, sean capaces de llevar su iglesia y no nos necesiten, aunque siempre será una riqueza compartir la vida con otras iglesias en otros lugares.
Ahora que vas a volver a tu vida misionera en Bolivia, ¿cuál es tu mejor recuerdo de todos los lugares donde has estado allí? ¿Con qué te quedas, de manera especial?
Me quedo con todo, porque en todos los lugares que he estado realmente es una riqueza ver cómo te acogen, cómo comparten la vida, como se crean lazos con la gente y se hace amistad… no puedo elegir un lugar porque todos son bonitos y diferentes. Como te he dicho, he estado en el trópico, en el Altiplano, en el valle… son culturas totalmente distintas, pero la gente en cada lugar es igual de acogedora y nunca me he sentido que era extranjera en Bolivia, sino una más de allí y la gente te hace sentir que eres de ellos.
Desde que llegaste hace veintinueve años hasta ahora, en la actualidad, ¿Ves avances? ¿Cómo está el país?
Sí, realmente se han producido muchos avances desde entonces. Recuerdo, en las primeras comunidades donde estuve, aquellas escuelitas tan míseras, que estaban hechas con asientos de adobe, y es una alegría ver cómo ahora las escuelas en cualquier sitio de Bolivia son unas escuelas dignas, de verdad que sí que se han hecho muchos progresos, y yo creo que todo el mundo pone su granito de arena para que así sea y para seguir mejorando en el ámbito de la educación.
¿Y cómo ser misioneros aquí en Albacete? Porque todos somos misioneros.
Claro que sí, todos somos misioneros desde que nos bautizamos y en todos los lugares en que estamos podemos ser misioneros y debemos serlo. ¿Cómo? Pues en cada lugar donde estamos y nos relacionamos intentando ser más honestos, más solidarios, haciendo crecer cada vez más el reino de Dios donde estemos, procurando que cada día nuestro mundo sea lo mejor posible.
Ser misioneros es un compartir, pues vosotros también nos aportáis mucho a la Iglesia de Albacete. ¿Cómo ves a nuestra Iglesia de aquí?
La veo como una Iglesia viva, que se mueve y comparte, que intenta también hacer crecer el reino de Dios en cada rincón de esta provincia de Albacete.