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3 de enero de 2017

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[fusion_dropcap color="var(--awb-color2)" class="fusion-content-tb-dropcap"]B[/fusion_dropcap]ajo el lema “Sirviendo en familia a la misión”, el Instituto Español de Misiones Extranjeras celebra el próximo 6 de enero el Día de los Catequistas Nativos y de esta institución misionera.

“Tenemos un deber especial de recordar eso: que somos misioneros desde que nos bautizamos”, dicen desde el IEME, y explican: “Somos un cauce para que los sacerdotes diocesanos españoles se organicen y vayan a la misión ad gentes, cumplan el deber misionero que tiene cada obispo y toda su Iglesia diocesana. Ni quijotes ni francotiradores… tenemos la importante tarea de animar a nuestras Iglesias…”, dicen en el tríptico que han preparado para esta celebración.

El trabajo de los catequistas, uno de los fines de esta jornada de Epifanía, “es pieza clave en el funcionamiento de las comunidades cristianas. A la experiencia misionera se le añade la vida con su familia que le da energías y potencia la intensidad de la luz, del regalo de salvación de Dios. Una vida familiar y misionera refuerza la vida de las comunidades cristianas”, añaden.

En la solemnidad de la Epifanía, la Iglesia española dedica la Eucaristía a los catequistas nativos como agradecimiento a su entrega y dedicación. Por ello, como es tradicional, se llevará a cabo, en esta celebración, una colecta pontificia en ayuda a todos ellos.

La Campaña de Catequistas Nativos subraya este año en su lema un aspecto importante como es el trabajo misionero y la familia. Beni Tshuma, catequista de Dandanda, Zimbabue, explica su experiencia recogida en el tríptico de la campaña.

“Como catequista siento una gran alegría, cuando algunos de los catecúmenos que enseño, llegan a recibir el Sacramento del Bautismo y se incorporan plenamente a la vida de la Comunidad. Pero mi misión no termina aquí, tengo que continuar con este trabajo de evangelización, para que la fe recibida en los que enseño, se vea fortalecida en el día a día. Como miembro del Equipo de Pastoral, mi alegría está en saber que el trabajo en la Iglesia no es sólo responsabilidad de misioneros y sacerdotes, sino también de los laicos y, que todos tenemos el derecho y el deber de ser evangelizadores en nuestra comunidad. Esta experiencia ha hecho que mi fe se fortalezca y no tenga miedo a ser testigo del Evangelio. Por supuesto, que este trabajo pastoral no está exento de dificultades… en muchas ocasiones, los catecúmenos no vienen a las reuniones, la falta de material para poder aprender y, a veces, me entristece ver que algunos que están aprendiendo –o ya bautizados– se marchan a otras iglesias presentes en la zona.

Los pilares en mi vida espiritual son: la Biblia, la oración y los cursos de formación que recibimos en la misión o en la zona pastoral; y, por supuesto, la Eucaristía. Por parte de mi familia, recibo su apoyo para poder continuar con mi formación y desarrollar mi trabajo como Catequista. Mi familia colabora conmigo animándome y participando en el trabajo misionero de la comunidad de Dandanda”, explica Beni Tshuma.