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5 de marzo de 2008

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El domingo, día 9 de marzo, la Iglesia celebra el “DÍA DEL SEMINARIO», o lo que es lo mismo, la Jornada de oración por los llamados a ser curas para servir a nuestras parroquias. Sí, el Seminario es la institución de la Iglesia donde se forman los futuros sacerdotes.

El lema “Si escuchas hoy su voz”, nos invita a detenernos, a tomarnos en serio que Jesús sigue llamando, hoy lo mismo que en su vida histórica. Entonces llamó a unos pescadores, junto al lago de Galilea, como llamó, más tarde, a Pablo de Tarso sobre el camino de Damasco, como llama hoy a jóvenes que trabajan o que estudian, jóvenes que están comprometidos en este o aquel grupo parroquial, e incluso a quienes nunca les ha pasado por la cabeza eso de ser sacerdote, pero un buen día empiezan a sentir algo que les ronda por la cabeza y entra en el corazón, que les coge interiormente. Sí, es la llamada, que se hace sentir de muchas maneras.

Por lo general, Jesús llama por nuestro nombre muchas veces a lo largo de nuestra vida. Si vamos por la calle y oímos pronunciar nuestro nombre, lo instintivo es volver la mirada en dirección a la voz que llama. Pensamos que alguien se interesa por nosotros, o que nos necesita, alguien que nos conoce y cuenta conmigo.

De igual modo, Jesús me llama porque es mi amigo, porque me quiere y cuenta conmigo. Lo de la Encarnación se lo ha tomado tan en serio, que Jesús para actuar en favor de los hombres y mujeres no quiere hacerlo solo, quiere nuestra colaboración. Es así como se entiende el ministerio sacerdotal, como un servicio a favor de los hermanos. Puede que desde la experiencia que vivimos al estar insertados en un grupo de nuestra parroquia, sintamos la llamada interior, que nos impulsa a comprometernos más a fondo, a dedicarnos de por vida a servir a la Iglesia como sacerdote.

O puede ser desde ciertas necesidades o circunstancias que percibimos en nuestra sociedad y ambiente, que nos toca por dentro, como si nos dijera ¡Implícate! ¡Pon tus cualidades al servicio de los otros, sé feliz haciendo felices a los demás!

También ocurre, a veces, que es algo que se ha ido sintiendo en nuestro interior suavemente, pero de manera creciente, que aunque se haya enfriado por algún tiempo, luego vuelve a aparecer, y parece que eso es lo nuestro, nuestro camino, nuestra vida, vida abierta para los demás.

Son distintas formas, en las que se puede leer o escuchar la llamada de Jesús, porque Jesús llama a distintas horas en diversas circunstancias, como él mismo ilustra con aquélla parábola del dueño de la viña que sale en horas distintas del día a buscar obreros para su viña; pues algo así es lo que ocurre hoy día, si miramos las distintas precedencias de nuestros seminaristas y sacerdotes: unos antes o después, unos muy metidos en la parroquia, y a veces, otros, que nunca habían pensado en dicha posibilidad; también se da el caso de quienes sentían la llamada pero miraban para otra parte, como haciéndose los despistados, como que no iba con ellos, pero terminaron por escuchar la voz de Jesús. “Si escuchas hoy su voz”, nos repite la Iglesia. Sí, merece la pena escuchar al amigo Jesús, porque si te llama, es porque te quiere, cuenta contigo, sabe de qué eres capaz; sabe que con tu colaboración se podrá hacer grandes cosas a favor de los demás.

El Día del Seminario es llamada a querer el Seminario, tu Seminario; invitación a rezar por la buena acogida de la llamada de Jesús; a rezar por nuestros seminaristas y por los que lo serán dentro de poco; rezar también por los sacerdotes para que sean fieles a la vocación y misión que Jesús les confía a favor de los demás.

Y sobre todo, presta atención, porque Jesús pasa muchas veces junto a ti, y ¿tú crees que no te dice nada? ¿Tú crees que es tan maleducado que va a pasar sin decirte nada? No, Jesús pasa y te dice algo, algo que te interesa a ti. ¡Presta atención! No mires para otro lado.