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16 de marzo de 2014

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[fusion_dropcap color="var(--awb-color2)" class="fusion-content-tb-dropcap"]S[/fusion_dropcap]eis jóvenes de la Diócesis de Albacete están cursando los estudios para ser sacerdotes, en el Seminario de Orihuela-Alicante. Han decidido consagrar su vida a la alegría de anunciar el Evangelio, “porque no hay mayor alegría que darte a los demás en el nombre de Jesucristo y entregarte por Él a su Iglesia”, y animan a otros jóvenes a estar atentos y a la escucha en oración, “porque el Señor nos llama a estar con Él y a dar testimonio de la alegría que produce en nosotros su salvación y esperanza”.

Roque Martínez Olmos, 19 años (Albacete), 2º curso de Estudios Eclesiásticos (EE).
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Me preguntaba: ¿Para qué vivo? ¿Para qué hago las cosas?, y vi en Internet el testimonio de un misionero, que me impresionó. Era capaz de dejarlo todo, -su familia, su trabajo en un banco… para ir al encuentro de otras personas y dar a conocer a Jesús, que es la Buena Nueva. Entonces, me interesé por conocer más a Jesús y quise ir a misa. Tenía ese prejuicio que mucha gente tiene, de que ir a la misa no es divertido y que la Iglesia es un lugar triste, pero no es así: Fui un domingo, el Señor me dio la gracia en ese instante, y el sentimiento con el que yo salí de allí fue espectacular: me había encontrado con Cristo, en la Palabra. Era una Palabra dirigida a mí, que empecé a escuchar. Me encontraba cara a cara con Jesús, también en los sacramentos. Y en la parroquia descubrí que a Dios lo podía servir en otras personas, en mis hermanos. En ese amor desinteresado experimentas el Amor, encuentras a Dios. Y el Señor me pedía que dejase mis comodidades, mi casa, la carrera universitaria que acababa de empezar, para ser sacerdote.

Álvaro Picazo Córcoles, 23 años (Chinchilla de Montearagón), 1º EE.EE. – La posibilidad de ser cura era algo que yo negaba, hasta llegué a hacer la carrera de Magisterio. Siempre he tenido una vida activa en la parroquia, hasta que un día me lo propuse: ¿Por qué no?, y lo llevé a la oración: Señor, ¿Qué quieres de mí? En mi caso fue año y medio de discernimiento. El mensaje que transmitimos es de esperanza, en una época en la que la gente busca la felicidad en los excesos, todo es muy materialista. La felicidad que nosotros tenemos es que conocemos el Evangelio, si bien hay cristianos que aun trabajando activamente en la Iglesia, no transmiten esa alegría a los demás porque se encierran en sí mismos, y hay que anunciarlo: hay una salvación que nos ofrece Jesucristo, y es que Dios envió a su Hijo para salvarnos, para darnos vida, una vida que no acaba en este mundo”.

Luis Alfredo Romero Pliego, 23 años (Villarrobledo), 4º EE.EE.
“Participando en mi parroquia, en las cosas ordinarias, como monaguillo, de catequista, en la Confirmación en la Fe, tenía momentos en los que venía que el Señor me estaba eligiendo para ser sacerdote… pero era yo el que le estaba diciendo que no. Hasta que escuché su deseo de que me quedase con él y a estar para él: “Conmigo”, me dijo. Es inmensa esta alegría, que estoy viendo además en otros jóvenes que ya son sacerdotes que estuvieron conmigo en el Seminario: Fernando Zapata, que es de mi pueblo, y José Valtueña, que está en las Peñas”.

José Juan Vizcaíno Gandía, 25 años (Montealegre del Castillo), 3º de EE.EE.
“De niño, a los 6 ó 7 años de edad, cuando iba a la catequesis, tuve mi primer deseo de ser cura. Iba rondando esto en mi cabeza, pero iba dando largas. Hice la carrera de Historia, que me encanta, pero la llamada a ser cura seguía ahí. El Seminario es un lugar privilegiado para discernir sobre tu respuesta a esa llamada. A los jóvenes les digo lo que nos dice Jesús: No tengáis miedo, Yo estoy con vosotros hasta el final de los tiempos y creo que no renuncio a nada al ser sacerdote: al contrario, subes de exigencia, de nivel, porque ¿Qué mayor alegría hay que dar la vida por los que amas?”

Rubén Valdés Basaldua, 32 años, (Tierra Blanca, México), 1º EE.EE.
“Recuerdo mi deseo de ser sacerdote desde que mi abuela me llevaba a misa. Allí comenzó todo, participando en los sacramentos. Anunciar el Evangelio es el sentido de nuestra vida: dar a todos la Buena Noticia que cambia y transforma la vida. Es la alegría de que Jesús está siempre con nosotros.  Y aquí en la Iglesia de Albacete, la gente trabaja por los demás, es muy activa”.

 Donald Enrique Morales Dormus, 33 años (Jinotega, Nicaragua), 1º E.E.
  “En mi Diócesis de origen conocí a dos sacerdotes de Albacete, Alejandro Márquez Rubio y Juan María Algaba Martínez, que me ofrecieron venir aquí, como colaborador social en la Asociación SAFA de ayuda al drogodependiente y para encauzar mi deseo de ser sacerdote, que está en mí desde hace mucho tiempo. Con el Beato Juan Pablo II, les digo a los jóvenes: Abrid las puertas a Cristo, no tengáis miedo, que es una maravilla darte a la Iglesia y hacerlo así por Jesús”.