14 de septiembre de 2014
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Alejandra Roca Serrano junto con Mercedes y Miguel Martínez Piqueras son tres jóvenes de Albacete (maestros) que han participado este verano en una experiencia misionera en la República Dominicana. Hablamos hoy con ellos para que nos cuenten sus vivencias.
¿En qué lugar habéis estado y quién os acogía?
Hemos estado en Sabana Perdida, una zona bastante complicada de Santo Domingo (República Dominicana). Nos han acogido las Hermanas Operarias del Divino Maestro (Avemarianas) en el “Hogar Escuela Armando Rosenberg”. Es un recinto que da cabida a un internado, escuelas de Infantil y Primaria, un Politécnico donde se cursa el bachiller junto con los módulos técnicos y un dispensario médico.
¿Qué debemos entender por “zona bastante complicada”?
Es una zona de máxima pobreza unida a un gran índice de delincuencia. Carece de los servicios fundamentales, como son sanidad, agua y electricidad estable, fuentes de trabajo, pero sobre todo de seguridad ciudadana.
¿Qué habéis descubierto en esta experiencia?
En nuestra estancia allí hemos vivido situaciones difíciles y hemos podido ver una realidad bastante dura, pero en ningún momento nos hemos sentido tristes, porque tanto las Hermanas, todas las personas que trabajan y cooperan con ellas y, las mismas niñas del internado, nos han contagiado de su alegría. Hemos descubierto lo feliz que podemos llegar a ser sin las comodidades de España, simplemente con el hecho de ayudar y compartir nuestro tiempo con otras personas que viven una realidad muy diferente a la nuestra. Hemos aprendido mucho de esta experiencia, las personas más desfavorecidas pueden enseñarnos grandes lecciones de vida. Sentimos que hemos recibido más de lo que hemos dado.
¿Cómo era un día de trabajo allí? ¿Atendíais a niños, a familias…?
Cada día era diferente. Hemos visitado algunas familias de los niños internos en el Hogar Armando Rosenberg para valorar los casos e inscribir a los nuevos alumnos del Colegio Avemaría Casa de los Ángeles, situado en Brisas (La Javilla), un barrio aún más pobre que Sabana Perdida (el barrio dónde estábamos). También viajamos a Moca (donde las Hnas. Avemarianas dirigen otro internado, colegio y politécnico) para trabajar con los egresados (exalumnos). Hemos ayudado en los procesos de adecuación de los espacios (aulas, comedor, biblioteca,…) para iniciar la jornada extensiva (antes había dos tandas, los que asistían al colegio por la mañana un grupo y otro por la tarde. Ahora estarán todos al mismo tiempo pero durante más horas en el centro). Hemos trabajado a nivel académico con las niñas del internado y atendido a las necesidades del Hogar Armando Rosenberg. Resumiendo, no hemos tenido tiempo para el aburrimiento.
¿Qué hecho os ha impactado más?
Lo más difícil han sido las visitas a las familias del alumnado interno en el Hogar Armando Rosenberg. En ellas pudimos comprobar que muchas de esas familias viven en situaciones de máxima pobreza y gracias a la labor que realizan las Hnas. Avemarianas, esos niños pueden vivir en mejores condiciones y tienen la posibilidad de optar a un futuro diferente. También nos ha impactado mucho la desestructuración familiar, niños abandonados, familias muy numerosas, hermanos de diferentes padres, padres y madres ausentes, etc.
¿Qué les diríais a otros jóvenes?
Animamos a jóvenes y no tan jóvenes, a que dediquen parte de su tiempo a la misión. Nosotros hemos elegido ésta porque nos movemos en el ámbito educativo, pero hay un gran abanico de posibilidades, diferentes tipos de misiones en diversos países. Esta experiencia te renueva por dentro, te hace valorar lo realmente importante de la vida; te cambia la escala de valores.
¿Qué preparativos necesitaste para hacer este apasionante apostolado?
Nos vacunamos con mucha antelación además de tener todos los documentos, como el pasaporte, en regla.
Pero el mejor preparativo fue el que se fue fraguando hace ya un par de años cuando entramos en el grupo misionero de la diócesis. Un domingo el mes nos juntamos en la parroquia del Buen Pastor un grupo de personas con inquietudes misioneras, dirigido por los misioneros Javerianos en colaboración con la delegación de Misiones de Albacete. En estas reuniones nos formamos para vivir una experiencia misionera y conocemos muchos testimonios de misioneros. Este grupo es abierto para todo el que tenga esta inquietud. Desde aquí, queremos animar a todos a que se unan a este grupo.
Además tuvimos una jornada de preparación en la Casa Madre situada en Benimamet (Valencia) con la Madre General, que nos puso al día de cuestiones relevantes de la misión.
Agradecemos a las Hermanas Avemarianas la acogida y el apoyo que hemos recibido, pues sin ellos habría sido imposible realizar nuestra misión; a los misioneros Javerianos y a la delegación diocesana de Misiones de Albacete, por la formación recibida.
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Por otra parte la también maestra y madre de familia Maricarmen Alfaro ha estado en Teleman (Guatemala). Nos deja el siguiente testimonio: “Ha sido una experiencia inolvidable. Iba mentalizada respecto a los cambios que podría encontrar, clima, costumbres, alimentación, la vida diaria en general, esta actitud de mentalización y respeto me ha servido mucho. Me encontré cara a cara con un mundo muy distinto al que estoy habituada, esto me hacía tambalear, ver las injusticias sociales, los pocos recursos, la situación de la mujer, la desnutrición de los niños,… y me sentía impotente pensando «qué hago aquí, qué voy a mejorar, en qué puedo ayudar,…», en esos momentos, hablando y compartiendo mis pensamientos con las hermanas, comprendía que no es esa la cuestión, no debía pensar en solucionar nada, sino mostrar y demostrar mi reconocimiento y respeto a la dignidad que toda persona debemos tener para con nosotros y los demás. La Hna. Alba me decía que esos ratos compartidos con las personas que sufren, el ver que alguien se preocupa, habla, escucha, ríe, llora con y por ellos les da un momento de bienestar que ahí les queda. Me ha resultado grato y sorprendente, que a pesar de su situación, están alegres y DAN GRACIAS A DIOS por todo, por la VIDA: los 15 años de vida de una hija, por la semana finalizada,… cosas normales que nosotros no valoramos en igual medida. Las iglesias están llenas, y no sólo de personas mayores, hay muchos jóvenes y se desplazan desde lejos para acudir a la Misa del domingo, muy alegre y participativa, se canta mucho y acompañan con la «marimba» las casi dos horas que dura la celebración. Me he sentido muy bien acogida por todos. Doy las gracias a las hnas. por todos los momentos vividos y haberme hecho partícipe de su vida en Comunidad. Guardo en mi retina y mi corazón a estas gentes que Dios ha puesto en mi camino. Le doy GRACIAS por hacerme partícipe en sus vidas.”