13 de diciembre de 2015

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La Catedral se llenó para iniciar el Año Santo Jubilar de la Misericordia en Albacete con el rito de la apertura de la Puerta Santa. La celebración comenzaba en la plaza de la Virgen de los Llanos donde después de la oración comenzaba una pequeña procesión que abría el Obispo de Albacete, Mons. Ciriaco Benanvente seguido de sacerdotes, diáconos y fieles.

Como explicaba el Mons. Ciriaco Benanvente en la homilía la celebración se iniciaba en la plaza donde “hemos escuchado uno de los Evangelios de la misericordia: Jesús es el Buen Pastor que nos busca incansablemente, nos carga sobre sus hombros y, no contento con esto, hace fiesta. Luego hemos escuchado un fragmento de la “Bula Misericordiae Vultus: el Rostro de la Misericordia”. La misericordia tiene su fuente en el seno mismo de la Santísima Trinidad, en el Dios que es amor, cuyo Hijo eterno ha tomado carne de las entrañas de Maria, se ha hecho hombre, y en él nos ha revelado hasta donde llega su amor. Jesús es el rostro de la misericordia. Seguidamente hemos realizado una breve procesión, una corta peregrinación. Uno de los signos peculiares de todos los años jubilares es la peregrinación. La peregrinación nos ayuda descubrir la existencia cristiana como camino”.

La Puerta Santa que se abría este sábado en la Catedral albaceteña es la que da directamente al baptisterio. Una puerta para muchos fieles desconocida. El Obispo comentaba que “la puerta de entrada en la Iglesia, comunidad de Jesús, es el sacramento del Bautismo. Entrar por la Puerta Santa de nuestra catedral nos obliga a pasar por la capilla bautismal. ¡Qué significativo también este simbolismo! Con la bendición y aspersión del agua hemos hecho memoria viva de nuestro bautismo, por el que nos convertimos en hijos de Dios, miembros del cuerpo de Cristo”

Mons. Ciriaco Benanvente ha pedido a los fieles vivir el Año de la Misericordia siguiendo la invitación del Papa Francisco “para que la Iglesia redescubra el sentido de la misión que el Señor le ha confiado el día de Pascua: ser signo e instrumento de la misericordia del Padre; para percibir el calor de su amor cuando nos carga sobre sus hombros para llevarnos de nuevo a la casa del Padre; para ser tocados por el Señor Jesús y transformados por su misericordia, para convertirnos también nosotros en testigos de misericordia”.

Comentando las lecturas del tercer domingo de Adviento, el Obispo de Albacete animaba a la alegría que es sentirse querido y se preguntaba si “¿es posible la alegría con lo que está cayendo? La alegría es posible y necesaria porque, a pesar de todos los pesares, somos frutos del amor y de la gracia, porque estamos llamados a poner alegría y consuelo donde hay tristeza y pena; porque Dios nos ama, y ama con especial ternura a los que más sufren, porque nuestro Dios es compasivo y misericordioso Dios”.

Los actos de la apertura del Año de la Misericordia en Albacete tenían su colofón después de la Eucaristía en el Auditorio Municipal del Ayuntamiento donde tuvo lugar un acto de testimonios de la misericordia a través de entrevistas en directo y montajes audiovisuales. Un acto bello y muy valorado por todos donde destacaron los testimonios de una presa, un inmigrante y una persona enferma de cáncer. Gestos de misericordia para una jornada de gracia que dieron inicio al Año de la Misericordia en Albacete.

Por otra parte, en la celebración de la Eucaristía también tuvo lugar la bendición del órgano de la Catedral después de su larga restauración y el gesto de la colecta para un proyecto solidario en este año de la misericordia.