26 de noviembre de 2017
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[fusion_dropcap color="var(--awb-color2)" class="fusion-content-tb-dropcap"]S[/fusion_dropcap]antiago Guijarro es catedrático de Nuevo Testamento en la Facultad de Teología de la Universidad Pontificia de Salamanca. Fue director de La Casa de la Biblia de 1982 a 1997, etapa en la que promovió la divulgación de la Biblia y dirigió una nueva traducción que vio la luz en 1992. Pertenece a la Hermandad de Sacerdotes Operarios Diocesanos. Autor de numerosas publicaciones. Ha venido a nuestra Diócesis para acompañar a los profesores de religión en su formación anual que este año ha versado sobre la primera evangelización.
¿Por qué es importante volver a los orígenes, a la primera evangelización?
No cabe duda que estamos viviendo una época bastante nueva y crítica para transmitir el mensaje de Jesús. Cuando se produce una situación de este tipo es importante volver a los orígenes para poder repensarlos. Volver a los orígenes para recuperar aspectos que no les hemos dado importancia en otra época. Un grupo, y la Iglesia es un grupo, se configura con la memoria de los orígenes.
Volver al origen, al relato normativo, al primer texto de la evangelización.
El relato normativo es una categoría que yo he dado para hablar de la narración de los orígenes que se ha convertido en la referencia de la evangelización en todos los tiempos. Vemos en este relato un modelo para evangelizar hoy. Ahora bien, debemos volver a repensar y estudiar el origen para percibir aspectos que ahora son interesante para nuestro tiempo. La idea es enriquecer el relato normativo.
Los cuatro elementos del relato normativo serían: 1. Jesús envió a los apóstoles; 2. Los apóstoles predicaron el Evangelio; 3. La predicación del Evangelio provocó la conversión; 4. La conversión hizo que se crearan las comunidades cristianas.
Estos elementos en la situación actual que vivimos hay que enriquecerlos, ampliarlos.
Pongamos un ejemplo
En el relato normativo aparece que fueron los apóstoles los que predicaron el Evangelio; pero sabemos que en los orígenes hay muchos otros evangelizadores. Otros grupos misioneros fuera de los apóstoles. Además de estas misiones organizadas había otros que evangelizaban en sus ambientes, allí donde estaban. Fueron muchos los evangelizadores. Todo esto nos lleva a recordar que somos todos los cristianos con nuestro testimonio los que tenemos que evangelizar. No es tarea específica de obispos, sacerdotes y religiosos…
Que enseñanzas podemos apreciar de la primera evangelización
En este momento de la Iglesia podemos coger algunos elementos para enfocar nuestra tarea. El primero: todos los creyentes somos misioneros; la misión no es algo reservado a un grupo.
Segundo: para llevar adelante la evangelización hay que tener una experiencia viva de lo que vamos a anunciar. La misión nace del Jesús resucitado, de los que han tenido la experiencia de Jesús vivo. La evangelización es un testimonio de vida. Tenemos que tener comunidades donde se viva el Evangelio. La finalidad de la evangelización no es para aumentar números ni personas en las comunidades. Cuando un cristiano se plantea su misión como evangelizador no es su meta el que haya más personas que se incorporan a la Iglesia sino que la persona a la que voy a contar mi experiencia de vida le va hacer bien. Dar sentido a las personas que buscan. La meta de la evangelización no es la Iglesia sino que el anuncio del Evangelio llegue a las personas y sea para ellos sanación.
Y todo esto desde la vida cotidiana
Los primeros cristianos no tenían espacios propios, no había iglesias, no había parroquias, salones parroquiales, hospitales… ¿Dónde vivían la fe? En los lugares donde estaban: en casa, el mercado, el trabajo, en la vida cotidiana.
Cuando tenían experiencia de su sanación y transformación dan testimonio de ello. Los primeros evangelizadores no pueden callar esa experiencia y lo hacen en su día a día. Por ejemplo San Pablo, dice que anunciaba el Evangelio mientras estaba trabajando.
Con esta mirada al origen, una pregunta clave: ¿Cómo se hace un cristiano?
Es muy difícil. Mucho tiempo llevamos haciendo cristianos por el mero hecho de estar en un ambiente y en una sociedad sin secularizar. Ahora cuando no tenemos esa experiencia nos lo planteamos. Responder a la pregunta es difícil aunque tenemos el ejemplo de la Iglesia antigua. Y un elemento importantísimo que se da es un cambio en el estilo de vida. Ser cristiano es una forma de vida, no son unas ideas. Tiene que participar toda la persona. Ser cristiano es configurarse la persona entera con el estilo de vida característico de los seguidores de Jesús.