14 de agosto de 2007

|

118

Visitas: 118

Nació en Bienservida ( Albacete), el día 30 de Abril de 1954, casi al filo de la medianoche, coincidiendo con el tradicional canto de “los mayos”. Pasó sus primeros años viviendo en el llamado “Cortijo Rispalda” (Rispalda era y sigue siendo el apodo familiar).

Sus padres Andrés y Vicenta, se dedicaban respectivamente a la cría de vacas y cabras y al trabajo de la tierra,(principalmente el olivar) y a las labores de la casa y cuidado de los hijos. Tuvieron 8 hijos, aunque dos gemelos (Julio y Antonio) murieron al poco de nacer. De los que sobrevivieron Andrés ocupaba el quinto lugar: Ángel, Paquita, Agustina, Vicenta, Andrés y Luis.

Eran una familia humilde, pero vivían con comodidad, aunque sin lujos de ningún tipo, gracias a sus animales y a sus tierras. Cuando Andrés tenía en torno a los 8 años, se trasladaron a vivir definitivamente al pueblo.

Andrés no asistió a la escuela, dedicándose por entero hasta los 16 años al cuidado de cabras y vacas, y a los trabajos agrícolas en los que ayudaba cuando era preciso. Acumuló por eso un gran déficit de formación escolar, que lo acompañaría toda la vida y y supondría un verdadero hándicap en algunas ocasiones.

En torno a los 12 años, Andrés empezó a sentirse llamado por Dios, para la vida de entrega generosa a los más pobres. Fueron estos momentos de gran inquietud interior, de dudas y de perplejidad porque no conseguía entender claramente el sentido y el alcance de esa llamada. Su falta de recursos intelectuales y de análisis de la realidad y la soledad en la que solía desenvolverse no le permitían ver más allá con claridad suficiente. Si bien él estaba seguro de que su llamada lo habría de llevar más allá de su presente, de su tierra y de su gente que su futuro no estaba en él limitado al aquí y ahora en que vivía.

En su soledad y a su manera, comenzó un largo y difícil proceso de construcción interior y de búsqueda para tratar de entender cuál debía ser el sentido y el rumbo de su vida, acorde con la voluntad de Dios, a la que se sentía absoluta y radicalmente entregado.

Buscó la ayuda de conocidos para que le enseñaran a rezar y “las cosas” de la Misa y de la Iglesia y encontró el apoyo del, por entonces párroco, D. Manuel Sánchez López. De su mano descubrió el mundo del sacerdocio y de las misiones. Pero habría de pasar un sinfin de peripecias hasta llegar a ser sacerdote y misionero, lo que, ciertamente fue un objetivo irrenunciable en su vida, el primero y principal.

Ante las primeras declaraciones de su vocación y sus primeras actuaciones de generosidad y de entrega a los más necesitados, su familia (sobretodo sus padres) se sienten absolutamente sorprendidos, desorientados y confundidos, no comprenden nada, es algo que les ha cogido totalmente por sorpresa, y nace en ellos la duda y el temor de que su hijo esté siendo objeto de alguna mala influencia con la intención de arrebatárselo y separarlo de la familia.

Empieza por entonces una ardua, solitaria y callada lucha de Andrés por acercarse a la vida religiosa, obviando el gran inconveniente que le suponía la incomprensión de los suyos. Culmina este proceso con una escapada desde Alicante, en el año 1972, aprovechando que se había trasladado a esa ciudad a trabajar, al igual que el resto de sus hermanos, con los que estuvo viviendo algunos meses.

Su escapada fue a Moncada, donde participó en un curso de animación a la vida misionera y de discernimiento vocacional impartido por los Misioneros Combonianos. Tras el curso continuó con ellos en Barcelona, algunos meses más.

La marcha a Moncada, supuso un durísimo golpe para sus padres y hermanos, que creyeron que era lo que tanto temían: el abandono de la familia. Sin embargo, Andrés tuvo la oportunidad de explicarles personal y directamente las razones de su acción y empieza entonces una nueva y ciertamente positiva y feliz, etapa de relaciones familiares pues comienzan a comprender y aceptan los motivos e intenciones de Andrés. Y sobretodo, empiezan a percibir una dimensión de grandeza humana y religiosa en todo cuanto Andrés está decidido a hacer.

Pero la experiencia con los combonianos acaba mal. Andrés no encuentra su sitio entre ellos. Su espíritu apasionado y radical, y su mucho ímpetu e impaciencia, por empezar de inmediato una vida de servicio a los más necesitados, unidos a su déficit formativo, no encuentran respuesta satisfactoria. Andrés abandona a los combonianos, y durante un tiempo vive en Barcelona, o mejor , sobrevive, dedicado a diversos trabajos , que apenas le permiten mantenerse.

Tiene entonces noticia de la existencia de los Misioneros Espiritanos, y decide acercarse a ellos. En un primer contacto le indican que debe dirigirse a Madrid, a la Casa Provincial. Pide ayuda económica a su hermano Ángel, quien, a pesar de desconocer su situación real, imaginándolo con los combonianos, no duda en prestarle tal ayuda para que pueda llegar a Madrid.

En Madrid sorprende a todos por su actitud de humildad, de profunda fe y confianza en Dios y su disposición para la vida entregada a los más pobres. Deciden aceptarlo y lo envían a Castrillo de la Vega (Burgos) donde los espiritanos han dispuesto de una casa de formación para los “jóvenes de vocación tardía” que piensan completar su formación.

Allí pasa Andrés varios años y consigue, con enorme dedicación y ejemplar esfuerzo, el graduado escolar. Además empieza a forjarse como misionero y como sacerdote, aprendiendo la vida comunitaria. Estando en Castrillo de la Vega, sufre una crisis interior de espiritualidad que lo lleva a plantearse su futuro como religioso. Llevado de su sentimiento de entrega radical, se plantea conocer la vida contemplativa como posible opción de su vida. Durante algunos meses vive en la abadía trapense de San Pedro de Cerdeña .Pero pronto descubre que no es aquel el lugar al que Dios quiere que vaya. Abandona la Trapa y vuelve a Castrillo de la Vega con los Espiritanos. Una vez obtenido el graduado escolar , sus superiores consideran que la mejor para él es que comience la F.E.E. (formación Espiritana Específica) y el Noviciado. Consigue posteriormente el acceso a la Universidad (por mayor de 25 años). Pero antes de iniciar los estudios en el Seminario, pide realizar una experiencia misionera transcultural en un país de habla francesa. Marcha a Saint Mandé (Francia) a aprender el francés y en 1984 parte hacia la misión de Bogó ( Camerún), donde habría de estar un año. Diversas circunstancias, sobretodo , problemas de comunicación idiomática, lo hace abandonar Bogó y pide ser aceptado en la Misión de Yagova. Allí permanece casi dos años y medio. En el transcurso de ese tiempo, padece una gra ve enfermedad ( de las endémicas de ese país9 y debe ser sometido con extrema urgencia a una transfusión de sangre. En ella le contagiarán una grave enfermedad hepática.

De vuelta a España, realiza los estudios en el Seminario y es ordenado Diácono en Madrid. Trabaja durante 3 años en la parroquia Nuestra Señora de las Angustias y finalmente el 15 de Julio de 1990, es ordenado sacerdote en la localidad natal de Bienservida, por el entonces Obispo D. Victorio Oliver Sánchez. Antes de ser ordenado pide ser destinado a una Misión en Méjico, y le es concedida tal petición. Sin embargo la enfermedad empieza a dar los primeros síntomas definitivos. Ya en los días previos a la Ordenación se había sentido mal, pero todos (incluído él) lo achacaban a los nervios y a la preocupación porque todo saliera bien. Esperaba mejorar pasados todos esos días. Pero no fue así.

Después de la Ordenación Sacerdotal permaneció algún tiempo en Bienservida, atendiendo a la Parroquia y a la de un pueblo vecino. Pero apenas regresó a Madrid, su salud empezó a deteriorarse rápidamente, de manera que apenas 9 meses después de su ordenación el día 2 de mayo de 1991, moría en Madrid, sin haber hecho realidad su sueño de haber ido a la Misión de Méjico como sacerdote.

Toda su vida fue y sigue siendo un ejemplo impresionante de actitudes virtuosas entre los cuáles destaca en modo muy singular, su valentía, su confianza en Dios, su generosidad , su humildad y su capacidad de esfuerzo. Dios lo tenga en su Gloria.