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6 de abril de 2014

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La parroquia, la familia y la escuela son los tres ejes de transmisión de la fe que han de trabajar juntos, para acometer el gran desafío de la Iglesia en estos tiempos: Reforzar la fe de la familia, partiendo de su propia realidad desde la escucha y diálogo con los padres, en primer lugar. Este gran desafío es, por tanto, de todos los cristianos, y de manera más apremiante, de los padres, de los sacerdotes, catequistas, de los profesores… de todos los que trabajan en la educación de los  jóvenes.

De esta transmisión de la fe en la parroquia, en la familia y en la escuela, nos ha hablado Alfredo Delgado, hermano de las comunidades Adsis, sacerdote diocesano de Madrid y profesor, durante su participación en Albacete en el Encuentro Diocesano de Catequistas.

Adsis significa “estar presentes”. Es un movimiento de comunidades cristianas iniciado hace ya cincuenta años, formado por personas que quieren vivir el Evangelio de Jesús a través de una presencia fraterna y solidaria entre los jóvenes y los pobres. Desde este carisma y trayectoria como educador y sacerdote, Alfredo Delgado destaca que en esta sociedad tan secularizada y de intensa actividad de los medios de comunicación, “necesitamos para la transmisión de la fe que haya una familia muy fuerte, con unos padres que realmente estén viviendo la fe en casa. Pero creo que el gran desafío es que lo hagamos juntos: la parroquia, la escuela, la familia, los amigos, los medios de comunicación… tenemos juntos que hacer ese proceso de transmisión de la fe que antes era más fácil, para que el joven pueda encontrarse con Jesús”.

Alfredo Delgado destaca estos puntos para nuestra labor en la transmisión de la fe en los niños y jóvenes:

  • Partir de la realidad de nuestra gente y  “aterrizar” en la familia

La primera acción es escuchar y conocer bien cuál es nuestra realidad concreta, cada uno en su barrio, en su pueblo, en su parroquia, en su escuela. Lo primero es escuchar a los padres, dialogar con ellos, lo cual nos dará las pistas para ver por dónde hay que seguir. Hemos de valorar mucho y conocer bien la vida de esos padres de hoy, que es compleja, que tienen muchas prisas, muchas demandas, preocupaciones: sus hijos, las extraescolares… y después, juntos, hacer una propuesta que estará mirando siempre a lo mejor para los hijos y para la familia. En este sentido, tenemos que dar formación en la parroquia y en el colegio: ayudar a que se sigan formando los agentes de pastoral, los catequistas, el consejo de pastoral, el profesorado… para “aterrizar”, concretar más, en la familia.

  • Dar propuestas a los padres que les ayuden a vivir: que sientan que reciben oxígeno

Lo siguiente con las familias es acompañarlas, proponerles una parroquia de relaciones, de encuentros… donde ellos sientan que hay un oxígeno que les viene. No podemos cargar a los padres con más tareas. Sobre todo, hemos de fortalecer el matrimonio y que ellos se sientan siempre ayudados.

  • Son los padres los que tienen que “tirar del carro” en la educación en la fe

Muchas veces los padres no dan ese paso porque creen que su fe es muy pequeña o muy débil, no se creen capaces, se ven sin medios, pero hay que decirles que “la educación en la fe de vuestros hijos es responsabilidad vuestra. Nosotros os ayudamos, estamos dispuestos a acompañaros, a daros las herramientas”. Tenemos que reforzar la fe de la familia, es nuestro gran desafío, el desafío de la Iglesia.

  • Interconectar: aunar esfuerzos entre todos los ámbitos de transmisión de la fe

Los niños pasan mucho tiempo en la escuela y éste es un ámbito privilegiado de transmisión de la fe: hay que estar con ellos, escucharles, ser sus amigos, acompañantes… y otro gran reto que tenemos es el de comunicar, interconectar todos los ámbitos de transmisión de la fe en los niños y jóvenes, de manera que lo que hacemos en la escuela revierta en la parroquia, y viceversa, y así entre otras dimensiones, movimientos, con el grupo de scouts, por ejemplo… aunar esfuerzos entre todos, no dividir.

  • Y siempre con esperanza y confianza, porque estamos trabajando a lo largo plazo

Tenemos que pensar en una acción pastoral a más largo plazo, siempre con esperanza y confianza en el Señor, sabiendo que Él va a llevar adelante su barca. Y con las experiencias de la vida, esa semilla que hemos plantado dará su fruto: ese joven ya adulto volverá atrás en su historia, recordará y entenderá qué le está pasando, y vendrá el encuentro con el Dios de la vida, “que está aquí, conmigo”.