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25 de abril de 2011

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El próximo día 30, el Secretariado Diocesano de Enseñanza organizará, un año más su IV Jornada Diocesana Educativa, cuyo título es ya de por sí, sugerente: “NADAR CONTRACORRIENTE”…EDUCAR EN LA PLENITUD. Y para esta conferencia nos acompañará una gran persona, la cual, seguro que todos lo habremos visto en la gran pantalla, en la película “La Última Cima” ya que es hermano y testimonio del que ya nos ha dejado huella en nuestra mente y en nuestro corazón. Se trata de Xose Domínguez Prieto.

– Xose ¿A quién va dirigida la Conferencia: Nadar contracorriente en la educación?
– Tengo que decir, que en la rama de la educación, cuando nos dirigimos al docente, debemos abrir el abanico, y dirigirnos no solo a la figura del profesor sino a toda persona que se encuentra en la condición de ser educador, ya sea padre, maestro, catequista, incluso hoy día, por razones laborables, jóvenes abuelos que tienen la gran labor de alargar el brazo allí donde sus hijos no pueden llegar.

– ¿A dónde nos lleva la corriente?
– En algún momento de la actividad educativa, quizás todo docente debiera preguntarse sobre lo que está haciendo cada día, cuál es su principal objetivo y motivación a la hora de dedicarse a la educación: ¿Ganarse la vida? (si  es así tendríamos un docente que reduce su misión a su función), ¿guardar niños o jóvenes? (si es así, tendríamos una docencia puramente lúdica y cosificante), ¿promocionar el éxito académico de los mejores alumnos? (en este caso, tendríamos una docencia pragmática y productivista), ¿trasvasar datos a la siguiente generación? (si así fuere, estaríamos ante una docencia bancaria).

A este tipo de enseñanzas es a donde nos lleva la corriente, es decir, la mentalidad dominante: a preparar a los alumnos para que sean piezas eficaces en el entramado productivo del mercado laboral, en amaestrar mentes para lograr un buen rendimiento.

¿Cómo nadar contra-corriente?
– El objetivo básico de un profesor (y más si es cristiano) no puede ser la mera capacitación, ni la socialización, ni mucho menos la expendería  de títulos, sino la personalización  (la del alumno y la suya). Si la educación no fuese esto, será adiestramiento, entrenamiento, preparación técnica. Pero no será educación. La educación tiene un sentido ético y remite a la persona: esto es nadar contracorriente

¿En qué consiste, entonces, una educación personalizante?                
– Permíteme que, para contestarte, que te cuente una parábola. Se cuenta que cuando el inventor del lapicero fabricó el primero, dio las siguientes  instrucciones para su uso: 1- Conviene darse cuenta de que lo más valioso está dentro de él. 2- Tendrán que sacar punta eliminando lo que sobra según vaya transcurriendo su existencia. 3- Siempre irá de la mano de alguien. De lo contrario no funcionaría. 4- Si se cumple lo anterior, podrá dejar huella.

La parábola del lapicero resulta una perfecta metáfora para entender quién es la persona y, por tanto, que es lo que hay que promocionar en la educación.: lo importante de la persona es ´lo de dentro´. No es lo más importante, pues, el papel profesional o social que desempeñamos, el currículum que logramos, los bienes que acumulamos. Lo importante es lo que tú eres como persona. En segundo lugar, para que aflore tu ser profundo, tu ser personal, tendrás que eliminar todo lo que sobra: tus dispersiones, tus comodidades, tus máscaras, tus inercias, tus alienaciones. La persona es como un globo aerostático: sólo sube soltando lastre. En tercer lugar, vivir como persona es siempre vivir comunitariamente, vivir con otros, desde otros, para otros. Y cuando, eliminando lo que nos sobra, vivimos desde lo que somos, y lo hacemos con otros y para otros, entonces dejamos huella, nuestra vida se hace plena, somos fértiles, fecundos. A esta fecundidad personal es a lo que estamos llamados. Y somos llamados desde lo que somos. A todo ello debe conducir la educación. De todo ello hablaremos en la Jornada Diocesana.