8 de diciembre de 2019
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El cardenal arzobispo de Valladolid y presidente de la Conferencia Episcopal Española, D. Ricardo Blázquez Pérez, pidió que globalicemos la misericordia, en la Eucaristía de clausura del II Congreso Nacional de la Divina Misericordia, celebrado en Albacete durante los días 18 al 20 de octubre de 2019, con alrededor de quinientos participantes venidos de numerosas Diócesis de España. “Globalicemos la misericordia, acercándonos con respeto y con amor, a todos, porque es lo que nuestro mundo necesita. Todos debemos y podemos ser apóstoles de la misericordia”, explicó, para que todos conozcan que “Dios existe y es bueno: el Evangelio es buena noticia en medio de nuestras zozobras: Dios nos ha amado tanto, que nos ha enviado a su Hijo para que nos salvemos por Él, no para condenarnos”.
“¿Cómo es Dios? Dios es amor y misericordia”, afirmó D. Ricardo Pérez, con las mismas palabras de Santa Sor Faustina Kowalska, la Mensajera de la DivinaMisericordia.
El obispo emérito de Albacete, D. Ciriaco Benavente Mateos, resaltó, en la Vigilia de Oración del congreso, que “la fuente de la misericordia es el mismo Corazón de Cristo”. Y el obispo de esta Diócesis, D. Ángel Fernández Collado, instó a que “nos acojamos todos a Su Divina Misericordia, recibiendo su perdón y sus gracias, y aprendamos a imitarlo a Él, siendo nosotros mismos misericordiosos”.
Quedó de manifiesto, en el congreso, que “hoy, más que nunca, necesitamos conocer y experimentar la misericordia de Dios” y que “necesitamos estar unidos a Dios, que es Misericordia”, tal como expresó el consiliario de la Divina Misericordia de Lérida, D. Javier Jauset Clivillé, pues “no hacemos más que regalar esa misericordia de Dios que recibimos de Él”.
Puntualizó que “la misericordia implica darse a sí mismo: es alguien que es capaz de compadecer al otro, con todo el corazón. Es acompañar, es escuchar, es una actitud del corazón. Es querer ayudar y consolar, buscando el auténtico bien de lapersona”.
“La misericordia no depende de los sentimientos, sino de lo que realmente ayuda”, aclaró D. Javier Jauset. “No es el amor blandengue. Si el amor fuese un mero sentimiento, no movería nada. Dios es Amor. Somos Hijos de Dios y a Él tenemos queparecernos y crecer en Él”, al tiempo que recordó que “el Evangelio nos habla de sencillez y de humildad para experimentar la misericordia divina” y que “la auténtica vida nos la da Dios. Si nos separamos de Él, se nos va laalegría”.
Sobre la realidad del mal que está en el mundo y nos asedia, el Cardenal Arcipreste de la Basílica de Santa María la Mayor de Roma, D. Stanislaw Rylko, precisó que lo que puede frenar la misericordia de Dios es la falta de buena voluntad para recibirla, en la crisis actual de oposición a la gracia y a la verdad. De ahí, el deber de la Iglesia, tal como declaró el Papa San Juan Pablo II, de proclamar la verdad de la Misericordia de Dios —en la que el mal tiene su límite, gracias a la Pasión, Muerte y Resurrección de Jesucristo— y de introducirla en el misterio de lavida.
D. Stanislaw Rylko afirmó que “hay que transmitir este fuego de la misericordia de Dios al mundo”, haciéndonos prójimos de los hermanos, en especial a los más indigentes, con las obras de misericordia corporales y espirituales, y que, si bien la Misericordia es el mayor atributo de Dios, “su misericordia no puede pasar por alto el pecado”.
Sobre la confesión: lugar de encuentro con la Divina Misericordia, el sacerdote Patrice Chocholsky, nuevo cura de Ars, recomendó ponernos “delante del Corazón herido de Jesús, del Amor herido.
La confianza es elegir a Dios en tu miedo y oscuridad.
“La confianza es elegir a Dios. Ten confianza, vuélvete a la buena noticia y ábrele tu corazón: Elige
a Dios en este miedo, en tu dolor, en tu oscuridad”, así nos lo pidieron las Hermanas de la Congregación de la Madre de Dios de la Misericordia, -Hermana Teresa de la Fuente y Hermana María Blanca-, que vinieron desde Cracovia, Polonia, para participar en el II Congreso Nacional de la Divina Misericordia.
Desde su Congregación se irradia la espiritualidad de la Divina Misericordia al mundo entero, que parte de las revelaciones del Diario de Santa Sor Faustina Kowalska.
En la imagen de la Divina Misericordia, vemos a Jesús que viene hacia cada uno de nosotros con su Corazón abierto, del que brotan incesantemente rayos de Sangre y Agua como un manantial, que nos remiten a confiar en la misericordia de Dios y a ser misericordiosos, y a las gracias que recibimos en los Sacramentos, especialmente en la Eucaristía y la Confesión. Y delante de Jesús, la oración: “Jesús, en Ti confío”.