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10 de marzo de 2007

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[fusion_dropcap color="var(--awb-color2)" class="fusion-content-tb-dropcap"]M[/fusion_dropcap]e imagino que te llamará la atención que una búsqueda pueda durar tanto tiempo ¡Casi diez años! Hasta yo mismo me sorprendo que pueda haber algo en mi vida con esa fuerza de seducción y aún sin vivirlo en plenitud.

Son muchas las cosas que todavía me quitan el sueño, la desconfianza, los pequeños caprichos, la necesidad de tener a alguien a mi lado,… son los parones en la búsqueda pero que también suscitan la necesidad de emprender de nuevo.

Son esos pequeños arañazos que sin matar la vida le producen escozor y que estamos llamados a aceptar si queremos ser maduros.

Pienso en mi familia, mi parroquia de San Juan, mis amigos y amigas, mi colegio de “La Enseñanza”… espacios en los que me movía como pez en el agua. Mi tiempo en el Instituto pasó volando y luego al Seminario.

En medio de esa confianza, de esos caprichos y seguridades, de forma silenciosa se suscitaban en mi interior interrogantes, necesidades, vacíos…, había demasiado eco (estaba yo sólo y sólo mi voz se oía).

El Seminario me enfrentaba conmigo mismo, con mis caprichos, mis seguridades y con mi confianza. Si estás tan seguro de ti, ¡demuéstralo! es además lo que tiene el tener que hacerle sitio al Otro, y si lo quieres de verdad, confía en Él, ya no valen “tus” caprichos y olvídate de amarrarlo con tus manos porque esa no es forma de retenerle. Si he de confesarte siempre existe la tentación de volver atrás pero eso se hace tan difícil…

¿Me permites que te dé ahora un regalo? Es un SMS que a mí me llegó: Muchos son los caminos… Sólo dos pies para andarlos y un solo corazón con infinitas posibilidades para descubrirlos. No hay miedo cuando con corazón andamos.

Los hermanos son aquellos que te hacen reír, llorar, alegrarte, entristecerte, soñar, despertar, comprometerse, trabajar, ilusionarte, ayudar,… crecer porque son carne de tu carne y compartes con ellos aquello que nos ha dado la misma vida. Todos sabemos que la Iglesia es una gran familia, comunidad plural, y así se vive en el Seminario. Recuerdo los años que pasé en él por los rostros, historias, lugares y sentimientos concretos, junto con ellos mis avances y retrocesos en el camino de seguimiento a Jesucristo.

Durante los años de formación van surgiendo preguntas que se irán repitiendo a lo largo de toda mi vida y la Fe las va a responder: ¿Y tú quién dices que soy yo? ¿Por qué me buscas?

Y yo en el silencio, en el proyecto y en mi entrega aún pobre le contesto: Porque te amo Señor, porque te amo.