2574

2574

30 de noviembre de 2014

|

101

Visitas: 101

[fusion_dropcap color="var(--awb-color2)" class="fusion-content-tb-dropcap"]L[/fusion_dropcap]as personas sin hogar no son noticia. Tan solo el frío o la nieve consiguen, a duras penas, que se les preste algo más de atención. Y siempre con miedo, porque supone el reflejo de una realidad que nos negamos a ver, porque nos ponen frente a un espejo que nos devuelve la imagen de un mundo egoísta, ajeno al sufrimiento de miles de personas cada día.

Más de 30.000 personas en España viven en la calle, sin absolutamente nada. Problemas con el alcohol, o las drogas, una enfermedad o accidente grave, malos tratos, una separación, o divorcio, un desahucio, el desempleo, la pérdida o el abandono de los familiares son algunas de las causas que se esconden detrás del sinhogarismo.  Todas estas personas se encuentran en una situación máxima de exclusión, no solo social, sino también laboral, personal, familiar, vecinal, con una gran limitación en el acceso a los derechos sociales. La Campaña Nadie sin Hogar 2010-2015 que desde Cáritas impulsamos se vertebra sobre la dignidad de las personas y en el acceso a los derechos sociales, y este año 2014 desarrollamos precisamente una de las ideas principales: Por una vivienda digna y adecuada.

Entre los derechos humanos, el derecho a una vivienda digna y adecuada, posibilita llevar a cabo una vida autónoma, y el desarrollo de las potencialidades que cada persona lleva consigo de forma inherente. Toda persona tiene derecho a vivir en plenitud, y de forma integral su dignidad humana, con independencia de su nacionalidad, su pensamiento, su etnia, su edad o su situación económica o social. Pero un techo no es suficiente; un hogar es mucho más.

No podemos pasar por alto que en solo 5 años se han llevado a cabo más de 400.000 desahucios en nuestro país, que a día de hoy hay casi 4 millones de personas viviendo en condiciones indignas e inadecuadas, y que la fractura social se amplía: de los casi 12 millones de personas en situación de exclusión, tal y como se refleja en el VII informe FOESSA, el 77,1% sufren exclusión en el empleo, el 61,7% exclusión de la vivienda y el 46% exclusión de la salud…. Datos escalofriantes que ponen de manifiesto que hoy vivimos una situación de emergencia residencial, resultado de políticas de vivienda no inclusivas, basadas en la inversión económica, donde la persona no es el centro.

También en Albacete somos conscientes de esta realidad. Durante el pasado año 2013, desde el Programa de Atención a Personas sin Hogar atendimos a 347 personas. Hombres, mujeres, niños, que cada día comprueban como «el sueño de un hogar», se va derrumbando. Este programa está orientado a todas aquellas personas que no disponen de una vivienda digna, que carecen de recursos, de lazos comunitarios y familiares. Desde Cáritas Diocesana de Albacete desarrollamos acciones que posibiliten tanto la cobertura de las necesidades básicas (alojamiento, alimentación, salud e higiene, etc.) como acciones de recuperación personal que rompan su aislamiento social. Además trabajamos con una decena de personas en el taller ocupacional que se lleva a cano en el Centro de Atención a Personas sin Hogar de Albacete, y hemos acompañado a cerca de 30 personas a través del proyecto Café Calor, con el que tratamos de acercarnos a la realidad por la que atraviesan muchas de estas personas, tratando de escucharles, de mirarles a los ojos y de ponernos a sus disposición, no solo ahora, en el marco de esta campaña, sino cada uno de los días del año.

Por eso hoy, como venimos haciendo desde el año 2008 en nuestra Campaña Nadie Sin Hogar, proponemos un nuevo modelo residencial basado en la vivienda digna y adecuada como derecho humano. Pedimos que el Estado español ratifique la Carta social Europea Revisada de 1996, donde se incluye el derecho a la vivienda en el artículo 31, a su vez, la forma y ratificación del protocolo Adicional por el que se establece el Sistema de Reclamaciones Colectivas de 1995.

Vive y Ama la Justicia.