3 de diciembre de 2019

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Un año más vamos a conmemorar el Día Internacional de las Personas con Discapacidad, y un año más, observamos el lento avance hacia la salvaguarda de los derechos de las personas con discapacidad.

En un somero examen a las medidas y acciones que se han ido realizando, tenemos todavía pendiente la resolución de temas como: transporte, sanidad, empleo, accesibilidad universal… o el catálogo ortoprotésico, que entró en vigor en julio de este año, donde la necesidad de la persona con discapacidad para ayudas técnicas que permitan sus actividades básicas de la vida diaria, queda en segundo plano frente a los intereses de fabricantes, distribuidores y comerciales.

Es también, necesario y vital para muchas personas con discapacidad, el desarrollo completo de la Ley 39/2006, de 14 de diciembre, de Promoción de la Autonomía Personal y Atención a las personas en situación de dependencia que tantas esperanzas suscitó, y que sigue con grandes retrasos en su aplicación, con disparidad en su desarrollo en las distintas autonomías (con el consiguiente agravio comparativo). Ya su primer enunciado, “Promoción de la Autonomía Personal”, ha sido obviado para nuestro colectivo, dirigiendo las políticas hacia el residencialismo, con la perspectiva de desarraigo para muchas personas con discapacidad, que no pueden, sin una política más amplia, cumplir sus expectativas de una vida autónoma.

Frater hace una vez más un llamamiento sobre la necesidad de cumplir los Tratados suscritos por España, los compromisos inherentes a los mismos, la Constitución y sus normativas de desarrollo en el sector de la discapacidad. A la vez reconoce que es imprescindible seguir trabajando.

En años anteriores manifestábamos que “No basta con la indignación”. Lo cierto es que los problemas cotidianos y la falta de Fraternidad Cristiana de Personas con Discapacidad – FRATER – gobernabilidad no permiten fijar objetivos de acción en las administraciones que supongan avances significativos para los derechos de las personas con discapacidad en los que la igualdad de oportunidades se cumpla. A muchas de las personas con discapacidad les resulta imposible desarrollar una vida normalizada. La responsabilidad de la defensa y denuncia de estas situaciones de discriminación no puede recaer única y continuamente sobre el colectivo, sus familias y organizaciones representativas.

Se suman nuevas situaciones que emergen en la España vaciada y rural sobre los que hay que poner el objetivo : la gran desventaja en la que se encuentran, en el medio rural, mujeres con discapacidad, que sufren doble o triple discriminación, por ser mujer, tener discapacidad y residir en el medio rural. Problemas de discapacidad agravadas por la falta de accesibilidad al medio físico, al transporte y carencias de servicios generales de salud o asistencia social.

Es urgente avanzar en la aplicación de leyes en todos los estamentos de la administración y, por lo que compete y preocupa a Frater, también es preciso desarrollar corresponsabilidad en la Iglesia donde se escuche la opinión de las personas con discapacidad y se cuente con su realidad personal, grupal y social. Así se podrá cumplir la apuesta de Jesús en el Evangelio: “Toma tu camilla y anda”.

Quedan por eliminar los obstáculos de la indiferencia, el vacío hacia “el discapacitado”, convirtiéndolo en objeto en lugar de en sujeto. Nos referimos a las actitudes que quieren hacer reformas y cambios para las personas con discapacidad, pero sin contar con las personas con discapacidad. Somos y queremos ser sujetos activos de nuestros derechos.

Finalmente, porque conocemos los problemas, tenemos la disposición y preparación para colaborar, al mismo tiempo que contamos con experiencia en la lucha y el trabajo conjunto, animamos a seguir demandando nuestros derechos hasta alcanzar su cumplimiento efectivo.

Fraternidad Cristiana de Personas con Discapacidad, Frater, 3 de diciembre de 2019