9 de agosto de 2016
|
165
Visitas: 165
Siete días, siete días ha durado nuestra peregrinación por los Pirineos. Siete días de de oración, de convivencia, de ayuda mutua, de naturaleza y de risas…
Hoy regresamos cansados, pero sólo traemos cansado el cuerpo porque el alma y el corazón lo traemos rebosante de vida.
Hemos visto, tocado y sentido la naturaleza en todo su esplendor, y así, tanto en Ordesa, como en los Llanos de la Larri, como en el maravilloso lago del Ibón de Estanés (donde nos refrescamos tras una dura subida), hemos sentido que Dios nos habla a través de su obra, y nos pide, al igual que el Papa Francisco en la Laudato Si´, que la respetemos y la sepamos cuidar.
También hemos visitado Teruel con su torico; Jaca con su maravillosa catedral románica; el monasterio de Leyre; hemos conocido más de la vida de San Francisco Javier, a través de su pueblo y su castillo; con la visita a Sos del Rey Católico y de Ainsa hemos regresado por un momento a la Edad Media, para finalizar Zaragoza donde hemos rezado un rato frente a la Virgen del Pilar.
La convivencia entre adultos, jóvenes, niños, familias, matrimonios de todas las edades…ha sido estupenda y hemos descubierto que la edad no es barrera para culminar la cima.
Nuestros tres sacerdotes, José Joaquín, Naeem, y el hermano Bernardo, nos han acercado un poquito más a Dios y así todos juntos nos traemos a Albacete las mochilas rebosantes de experiencias y de amor.
Esperamos pronto volver a juntarnos en el ocaso del día, juntar nuestras manos para entonar unidos: «Junto a Ti al caer de la tarde…»