9 de mayo de 2008
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[fusion_dropcap color="var(--awb-color2)" class="fusion-content-tb-dropcap"]E[/fusion_dropcap]l domingo, día 11, Pentecostés se celebra el Día del Apostolado Seglar y de la Acción Católica bajo el tema: “Laicos cristianos: sal y luz del mundo”.
En el mensaje de la Comisión Episcopal para el Apostolado Seglar de la Conferencia Episcopal española, se pone de relieve que para llegar a ser luz del mundo y sal de la tierra, “es absolutamente necesario que los que han sido llamados permanezcan en comunión de vida y amor con Aquel, que se ha definido a sí mismo como la luz del mundo. Jesús, el enviado del Padre, con su Encarnación, con su testimonio durante los años de vida pública y con su triunfo sobre el poder del pecado y de la muerte en virtud de la resurrección, es el único que puede iluminar el camino de la humanidad hacia Dios”.
Los obispos de la Comisión Episcopal para el Apostolado Seglar, como consecuencia de su participación en las reuniones de responsables de movimientos apostólicos o en los encuentros de delegados diocesanos de apostolado seglar, han percibido con gozo que son muchos los cristianos que han descubierto la necesidad de profundizar en su formación cristiana integral para vivir de forma consciente y responsable su vocación y misión en la Iglesia y en el mundo, para dar razón de la propia esperanza a quien se la pidiere y para unificar fe y vida, pertenencia a la Iglesia y presencia en el mundo.
“Pero, siendo realistas –matizan- también debemos reconocer que existen muchos bautizados que, debido al descuido y olvido de su formación cristiana, desconocen totalmente a Dios. Estos cristianos no son conscientes de que el seguimiento de Jesucristo y el compromiso cristiano en la Iglesia y en el mundo exige una actitud de búsqueda constante, de renovación espiritual y de crecimiento en la formación”.
Al constatar estas carencias en la vida religiosa de tantos hermanos, los obispos analizan las causas de esta realidad, que son variadas. Además de la ruptura de la cadena en la transmisión de la fe en el seno de la familia y de los sucesivos procesos de secularización que está padeciendo la sociedad española, “desde la Iglesia tal vez –señalan los obispos- no hemos prestado la suficiente atención y dedicación a la formación de los adultos bautizados. Pensábamos que, al mantener unas prácticas religiosas, todos estaban suficientemente formados, y nos hemos equivocado”.
En este sentido llaman a la acción concreta. “Con la ayuda del Señor –señalan- podremos ayudarles a descubrir el gozo del seguimiento y a redescubrir la identidad cristiana haciendo frente a los criterios del mundo. Si queremos que toda la Iglesia sea el sujeto de la evangelización, debemos poner todos los medios a nuestro alcance para formar adecuadamente a los bautizados, aprovechando las distintas oportunidades que tenemos para ello, aunque esto exija sacrificio y renuncia a otras actividades más gratas o más espectaculares”.