6 de febrero de 2011
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Desde ayer Albacete cuenta con un nuevo diácono. Ha sido ordenado en la parroquia de El Salvador de La Roda por el Obispo de Albacete, Ciriaco Benavente. Su nombre es Pedro José González Rodenas. Nació en Albacete hace veintinueve años. Sus aficiones son la natación, leer y los paseos por la montaña. Desde octubre vive en La Roda preparándose para el sacerdocio. En el pueblo acompaña a los grupos de catequesis y de Cáritas joven, visita a los enfermos y colabora junto a los curas en todas las tareas parroquiales.
– ¿Qué misión tiene un diácono en la Iglesia?
– Diácono significa “servidor”, imitador de Jesús que vino a servir y no a ser servido. Tiene como misión ayudar al Obispo y a los sacerdotes en la celebración de la Eucaristía; puede celebrar el sacramento matrimonio y bendecirlo, proclamar el Evangelio y predicar, presidir las exequias y entregarse a los diversos servicios de la Caridad. Otro encargo que tiene el diácono es el de orar junto con toda la Iglesia mediante la Liturgia de las Horas.
– ¿Dios llama a todos por igual?
– No, para nada. Cada vez estoy más convencido que la llamada de Dios es una aventura que Él nos propone para encontrar la felicidad y para que sepamos valorarla de verdad. No hay un modelo estándar. Cuando evitamos la aventura: no eres feliz, pero cuando uno se atreve, sí. Y esto lo digo por experiencia.
– ¿Cómo descubres la llamada al sacerdocio?
– Me di cuenta que Dios me llamaba a ser cura muy poco a poco. Estaba la idea en mi cabeza y en mi corazón, pero no era valiente para tomar la decisión… Dejaba pasar el tiempo. Me entretuve estudiando Magisterio en Albacete y los sábados de paseo por “la Zona”. Pero no era del todo feliz. La profesión me gustaba pero no me sentía realizado y cuando los sábados se terminaban, me sentía vacío. Fue en la última visita de Juan Pablo II, en mayo del 2003 en Madrid, cuando me di cuenta de lo que Dios me pedía y tomé la decisión. Y, pasado el tiempo, creo que no me he equivocado en la elección.
– Entonces, ¿fue en el encuentro del Papa con los Jóvenes?
– Así es. En el mismo lugar en el que se celebrará la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ) el verano próximo. Si Dios quiere, participaré siendo ya cura… Se trata de volver al lugar en el que me di cuenta de lo que Dios quería para mí, “alcanzando la meta”. Una meta que supone un nuevo camino, claro. Esto es muy significativo para mí.
– ¿Qué le dirías a unos chavales para ir a la JMJ de Madrid en Agosto?
– Si son creyentes, les diría que es una oportunidad para encontrarse con Jesucristo. De conocerlo más y mejor y de escuchar su Palabra. Si no son creyentes les invitaría a participar para que conocieran la realidad de la juventud cristiana. Mucha gente, distinta y de todo el mundo, pero que les une la misma Persona: Jesucristo.
– Antes de ordenarte diácono, llevas unos meses en La Roda en la etapa de formación o de pastoral. ¿Qué tal la experiencia?
– Muy bien. Conocía La Roda de oídas. Tuve varias compañeras del pueblo cuando estudiaba Magisterio, y de vez en cuando nos llevaban Miguelitos.
Desde el primer momento la acogida ha sido maravillosa. Muchas personas que frecuentan las parroquias se interesaron por las necesidades que podría tener durante los primeros días de mudanza. Más tarde llegaron las respuestas cariñosas a las preguntas que hacía sobre las costumbres del pueblo para no “meter la pata”.
Por otra parte, la acogida de los sacerdotes que atienden la parroquia también ha sido muy buena. Juan Molina ha sido el nexo de unión con la realidad de las parroquias. Él las ha administrado provisionalmente mientras se elegía al nuevo párroco. Nos ha allanado el camino. Además, creo que hemos formado un buen equipo. Y esto es muy importante cuando uno empieza.