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3 de diciembre de 2017

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[fusion_dropcap color="var(--awb-color2)" class="fusion-content-tb-dropcap"]E[/fusion_dropcap]l pasado sábado 18 de noviembre se celebraba en la parroquia de la Resurrección el Encuentro Diocesano de la Misión “Parroquia Misionera: buenas prácticas pastorales”. Una jornada para revitalizar nuestras comunidades y fortalecer el sentido misionero que toda parroquia debe tener. 

En el encuentro tuvimos la oportunidad de escuchar la ponencia de Antonio Ávila, director del Instituto Superior de Pastoral de la Universidad Pontificia de Salamanca en Madrid, con unas propuestas de ideas creativas para el futuro próximo y lejano.

Para Antonio Ávila el papel que juega la parroquia en la nueva evangelización es prioritario. Ya el papa Francisco dice que es un tema central. En Evangelii Gaudium tiene un papel principal y en los documentos de Aparecida tiene un capítulo entero dedicado a la parroquia. Para Ávila, siguiendo al Papa, la parroquia es “pieza central porque es un lugar trasversal, de edades diferentes y donde se hace realidad la sociología completa. En segundo lugar, la parroquia no debemos entenderla como el templo parroquial sino como la comunidad. La parroquia tiene una responsabilidad en una parcela concreta del territorio de un barrio o de un pueblo por lo que debe ser una comunidad en salida y preocupada por salir al encuentro del otro que tiene necesidad. Antes estábamos noventa y nueve y había que salir a por la oveja perdida, ahora las noventa y nueve están fuera. Si antes había que salir a por una cómo no vamos a salir ahora cuando hay muchas más”.

Sobre la aplicación práctica para pasar de una parroquia de mantenimiento a una parroquia misionera, Antonio Ávila propuso que es algo complicado y de mucho tiempo. Una cosa importante, comenta Ávila, es más “que pensar sobre las necesidades de los que estamos, cambiar el pensamiento en las vidas de los que no están: características, deseos, necesidades y cómo darle respuesta. Se trata de entrar en una dinámica de estar cerca de las necesidades de cualquier persona de todo el territorio parroquial. Esto nos sitúa en una posición hacia fuera. No se trata de coger a los que están fuera para que entren en una dinámica parroquial sino como las bienaventuranzas: ponerse en el lugar de los oyentes para hacerles llegar el mensaje de Dios que les ama”.

El encuentro continuaba con la presentación de doce talleres sobre buenas prácticas pastorales. Talleres que intentaban mostrar de una manera creativa el compaginar la tarea parroquial con nuevas formas de evangelizar a niños, jóvenes, familias y mayores.

Uno de los talleres más demandados fue el de Cáritas Joven en Ossa de Montiel donde un nutrido grupo de jóvenes hablaron de los cuatro pilares donde se asienta su grupo: formación, espiritualidad, caridad y fraternidad. El grupo, formado por treinta y cinco muchachos confirmados, enfoca la pastoral juvenil despertando motivaciones solidarias presentes en la gente más joven. Con diversas actividades sociales, culturales y de ocio vertebran un trabajo con jóvenes en una parroquia rural.

Otros talleres intentaban aunar el arte, la fe y la cultura como el dirigido por la parroquia de la Asunción de Almansa, la parroquia de Yeste y aldeas con la Feria de Tradiciones y la de Madrigueras con la explicación catequética de un templo.

No faltaron talleres específicos como la celebración de las bodas de plata en La Roda, el movimiento Cursillos de Cristiandad, catequesis familiar en Hellín, movimiento Encuentro Matrimonial, Movimiento Rural Cristiano de Acción Católica, la animación del Consejo Pastoral en el Buen Pastor, experiencias de verano joven en San José y la animación de un equipo de curas en una unidad pastoral como es Hellín.

Al finalizar se presentaba el Proyecto de Renovación Misionera Parroquial. Un proyecto para anunciar el Evangelio de Cristo en el tiempo que nos ha tocado vivir. El verdadero objetivo de la Misión es la Iglesia en salida pero también toca convertirnos en una auténtica Iglesia en acogida. Se quiere que aquellos que se acerquen a la Iglesia por diversas razones se encuentren con comunidades capaces de hacer resonar ese Evangelio que nunca escucharon de verdad o que quizás olvidaron después de haberlo escuchado. Este Proyecto apunta a un ámbito muy particular de las parroquias: actividades pastorales que ponen en contacto con la gente que tradicionalmente se les ha llamado “alejados”, es decir, aquellos hombres y mujeres de pueblos o barrio que estando bautizados no forman parte activa de la comunidad eclesial, pero que acuden a la parroquia por diversas razones.

Ahora toca ponerse manos al trabajo, a la reflexión y a la acción. Siempre sin olvidar como también proponía Antonio Ávila pasando de Belén a Bethel, de la casa del pan a la casa de Dios y puerta del cielo.