18 de marzo de 2012
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– ANTONIO GARCÍA es seminarista de Albacete, segundo año de Estudios Eclesiásticos. ¿Cómo es un la vida en el Seminario para un joven que se prepara a ser sacerdote?
– La vida en el Seminario es como la de un joven normal, salvaguardando las distancias, pues nosotros nos estamos formando para ser sacerdotes y tenemos un horario adaptado a estas circunstancias. Lo primero que hacemos es dar gracias a Dios por el día que nos regala. Después del desayuno, comenzamos la tarea de las clases, por la tarde, estudio y deporte, y al final de la misma, tenemos un rato de oración y Misa. El Seminario ofrece un ambiente propicio para formarnos en lo humano, espiritual, intelectual y comunitario, y así vamos configurando nuestra vida a la Cristo, con la ayuda y acompañamiento de los formadores y también de la comunidad.
– LUIS ALFREDO ROMERO es de Villarrobledo, seminarista en 2º año de Estudios Eclesiásticos. ¿En la vida de un joven, ¿qué hechos le van indicando una posible llamada de Dios a seguir el camino de ser cura?
– Hay que estar siempre atento y vigilante, porque el Señor nos puede pedir que le sigamos al sacerdocio a través de los jóvenes y de los mayores, de los enfermos y de la familia, como Iglesia domestica.
En mi caso, fue por la parroquia y por algún sacerdote. En la parroquia estaba en contacto con esa gente que cada semana esperábamos ansiosos la catequesis y la Eucaristía. Y con algún sacerdote, porque he podido ver en ellos un vivo reflejo del Amor de Dios en su entrega a los demás. Invito a los jóvenes a que descubran su vocación, y busquen lo que Jesús quiere de ellos, que siempre es lo mejor.
– JOSÉ JUAN VIZCAÍNO, un joven de 24 años, es de Montealegre del Castillo. Terminada su Licenciatura en Historia, este curso ha ingresado en el Seminario Mayor con vistas a ser sacerdote. ¿Cómo puede un joven de hoy sentir que Dios lo llama a ser sacerdote?
– El Señor llama de muchas formas, y no siempre igual. Muchos se sienten llamados en la oración, en la colaboración, en las obras de caridad, contemplando la labor de otros sacerdotes… pero todas ellas toman cuerpo cuando el llamado siente una gran inquietud interior, ya que aunque se tenga todo (un buen trabajo, una novia ejemplar…) por dentro te falta algo, algo consistente, que te lleve a una felicidad más plena. No en vano, un estudio reciente de una universidad norteamericana ha revelado que los sacerdotes son el oficio más feliz del mundo.
En conclusión, la llamada más fuerte que un joven puede sentir hoy para ser sacerdote proviene, paradójicamente, de este mundo consumista en que vivimos, ya que la felicidad plena no radica en poseer más y más y mejor y mejor, sino en tener a Dios, sólo Dios basta, y ésta es la mayor llamada que puede sentir un joven.
– FERNANDO ZAPATA, seminarista de Villarrobledo, en 5º año de Estudios Eclesiásticos.
– En estos días, la pregunta favorita a la que se enfrenta un seminarista es por qué. ¿Por qué entraste al seminario? ¿Por qué sigues? ¿Por qué sacerdote?… Entrega, sacrificio, celibato, oración, Eucaristía, renuncia… ¿Por qué? Cuando se tiene a Jesús, ¿puede faltar algo? Es una alegría haber encontrado el camino, o mejor dicho, es emocionante que Él, que es el Camino, haya salido a mi encuentro y me haya llamado para regalarme la vocación sacerdotal.
Nos animaba el Beato Juan Pablo II a ser santos en este siglo XXI. Yo estoy ilusionado, porque ser sacerdote es mi camino de santidad, mi llamada a configurarme con Cristo, único y eterno Sacerdote, porque ¡quiero ser santo! y ¿Por qué no? ¿Y Tú?
– JOSÉ VALTUEÑA, seminarista de Albacete, en 5º año de Estudios Eclesiásticos. De este tiempo, ¿qué destacarías de manera especial?
– Mirando hacia atrás me impresiona enormemente el cambio que el Señor ha realizado en mí durante este tiempo. Podría decir que, respetando totalmente mi forma de ser, me ha renovado por completo, algo que, seguro estoy, hubiera sido imposible fuera del seminario. A medida que uno conoce a Jesucristo y a su Iglesia, se va enamorando más y más de ambos. Descubrir que tu vida no te pertenece, porque la has puesto en las manos más fiables, es algo realmente incomparable. Cada minuto del día, cada oración y estudio, cada segundo en las aulas… se convierten en ofrendas al Señor y a su buena Madre.