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23 de octubre de 2016

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Este año 2016 la Jornada Mundial de las Misiones cumple 90 años. A lo largo de este tiempo, multitud de misioneros y misioneras han salido de su tierra para anunciar el evangelio con las obras y las palabras. Como muestra de esa cadena incesante de testigos de Cristo ante el mundo, que rompen ataduras y seguridades para ser primera línea de la “Iglesia en salida”, traemos aquí varios testimonios de misioneros albaceteños.

“Sal de tu tierra”, lema del DOMUND

La misión es salir. La vida es salir si es que queremos amar. Como dijo Antonio Carrascosa en la misa de salida de la parroquia de Villamalea, amar es cambiar. El amor no ata nunca, es un continuo ejercicio de sentirnos libres y dejar libres. Salir y cambiar nos hace crecer como personas, como cristianos y como Iglesia.

Sal de tu tierra, escuchó Abrahán y se puso en camino. Tras salir del seno materno y empezar a crecer en una familia, salimos de ésta para crecer y entrar en otras familias, comunidades y grupos.

La misión de los cristianos exige muchas salidas. La primera es de nosotros mismos, de nuestros egoísmos, comodidades y rutinas. Cuando dejamos de mirarnos el ombligo, de enrocarnos en nuestros problemas y en nuestra crisis, cuando salimos al encuentro del otro y de sus problemas, empezamos a ver caminos de solución y de fraternidad.

Este año, nuestra iglesia en Albacete es llamada a reavivar su ímpetu misionero con una Misión Diocesana que lleva por título: “Comunidad de discípulos, cristianos misioneros”. Ese “sal de tu tierra” suena a desinstalación, a conversión. Es una llamada a salir de comodidades y de esa tendencia tan humana a buscar la seguridad y la protección, a conservar lo conseguido y a repetir lo conocido. Hay que salir porque hay otros horizontes por descubrir, otras tierras que recorrer, otros ideales que compartir.

Hay que salir a las periferias de la personas, de los pueblos y ciudades y de los países del mundo entero y compartir la Misericordia. Solo así creceremos. Sí, aunque tengamos problemas dentro, hay que salir. Por eso yo voy a salir de la diócesis. No la voy a dejar, como no se deja la familia, ni las comunidades en las que has servido, ni a los amigos y amigas, pero sí que voy a salir para testimoniar que la Iglesia es mucho más grande que nuestra parroquia o la diócesis. Voy a salir porque hay necesidades en otros sitios y no nos podemos encerrar en las nuestras. Seguiré siendo sacerdote diocesano de Albacete pero en otro sitio y al servicio de otra iglesia y de esta manera seré expresión de esta dimensión misionera de nuestra iglesia manchega.

Javier Plá misionero diocesano de Albacete por 10 años en Petén y ahora se prepara para volver a la misión.

¿Cuál es tu tarea misionera?

Mi tarea misionera ha variado bastante en los trece años que llevo en nuestra misión de Ecuador. Ha variado la labor y también los lugares.

Los primeros años cuando llegué, fui destinado a la zona costera del país, a Bahía de Caráquez. Allí trabajé en el campo formando comunidades eclesiales de base, promotores comunitarios de salud, bodegas comunitarias. También estuve muy dedicado a las personas con VIH-SIDA, a un comedor social de niños, jardines infantiles,… todo lo referido a la pastoral social de una parroquia con parte urbana y campesina. Los últimos años en la cosa me nombraron párroco y acompañé a la parroquia “Sagrado Corazón de Jesús” de Leonidas Plaza.

Luego he estado seis años en la ciudad de Quito como párroco de la parroquia “Santa María de la Argelia”, en el sur de la capital. Una parroquia de unos 50.000 habitantes. Desde este mes de septiembre estoy en otra casa de la Congregación dedicada a la formación de futuros religiosos y sacerdotes. Me han encargado acompañar a los jóvenes aspirantes y postulantes.

Esta labor formativa no es lo que uno sueña cuando piensa en venir a misiones, sin embargo la considero como muy necesaria para el futuro de la misión. Poder acompañar el crecimiento humano y espiritual de jóvenes que quieren entregar su vida a Dios es muy hermoso. Es una labor mucho más callada y de hogar, de presencia y con un testimonio alegre paciente y profundo. Pido sus oraciones para que Dios me acompañe, me inspire y de fuerzas, y, sobretodo, no estorbe a su labor, pues es Él el protagonista para formar religiosos y sacerdotes según su Corazón.

Pedro Jesús Arenas, misionero dehoniano de Barrax en Ecuador

¿Qué nos piden los misioneros?

Lo podría resumir en tres cosas. Lo primero de todo que hagan oración por todos los misioneros del mundo para que seamos fieles a Jesús y podamos mostrarlo a los demás con valentía y generosidad.

Lo segundo es que durante este mes misionero y todos los meses hagan una obra de misericordia. La misericordia es la imagen de Dios y siempre es bueno poner algo de Dios en nuestra vida.

La tercera es dejar un poco del recreo de cada uno de nosotros (café, cine, tomar algo…) para la colecta del DOMUND.

Mª Carmen Gil, Misionera de Cristo Jesús en Yucumo (Bolivia)

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