28 de septiembre de 2019
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En torno a la idea de que “no se tratan solo de migrantes”, el Santo Padre desarrolla 5 ideas principales en su mensaje: Habla de que la migración nos produce “miedo”, describe que hablar de migrantes, es hablar de la “caridad”. Así, apunta Francisco, que no solo se trata de migrantes, sino también de “nuestra humanidad”, “se trata de no excluir a nadie”, “se trata de poner a los últimos en primer lugar”, “se trata de la persona en su totalidad, de todas las personas”, y “se trata de construir la ciudad de Dios y del hombre”, explica el Pontífice.
En su Mensaje, el Santo Padre describe el escenario mundial que presenta obstáculos y fuerzas contrarias a la presencia del Reino de Dios, ya misteriosamente presente en nuestra tierra. “Conflictos violentos y auténticas guerras – precisa el Pontífice – no cesan de lacerar la humanidad; injusticias y discriminaciones se suceden; es difícil superar los desequilibrios económicos y sociales, tanto a nivel local como global. Y son los pobres y los desfavorecidos quienes más sufren las consecuencias de esta situación”. Además, las sociedades económicamente más avanzadas, señala el Papa, desarrollan en su seno la tendencia a un marcado individualismo que, combinado con la mentalidad utilitarista y multiplicada por la red mediática, produce la “globalización de la indiferencia”.
En este sentido, Francisco expone que “el problema no es el hecho de tener dudas y sentir miedo. El problema es cuando esas dudas y esos miedos condicionan nuestra forma de pensar y de actuar hasta el punto de convertirnos en seres intolerantes, cerrados y quizás, sin darnos cuenta, incluso racistas”. Y alerta de que “el miedo nos priva así del deseo y de la capacidad de encuentro con el otro, con aquel que es diferente; nos priva de una oportunidad de encuentro con el Señor”.
“No excluir a nadie”
También menciona que a través de las obras de caridad “mostramos nuestra fe”, y asegura que “la mayor caridad es la que se ejerce con quienes no pueden corresponder y tal vez ni siquiera dar gracias”.
“Se trata de no excluir a nadie”, continúa el Obispo de Roma: “El mundo actual es cada día más elitista y cruel con los excluidos”, lamenta. “Los países en vías de desarrollo siguen agotando sus mejores recursos naturales y humanos en beneficio de unos pocos mercados privilegiados. Las guerras afectan sólo a algunas regiones del mundo; sin embargo, la fabricación de armas y su venta se lleva a cabo en otras regiones, que luego no quieren hacerse cargo de los refugiados que dichos conflictos generan”.
“¡Primero los últimos!”
Pero el Papa va aún más lejos. “No se trata solo de migrantes: se trata de poner a los últimos en primer lugar”, escribe en el Mensaje. “El verdadero lema del cristiano es ‘¡primero los últimos!’”.
Francisco aclara: “Jesucristo nos pide que no cedamos a la lógica del mundo, que justifica el abusar de los demás para lograr nuestro beneficio personal o el de nuestro grupo: ¡primero yo y luego los demás!”. Así, la exhortación del Papa es ésta: “En la lógica del Evangelio, los últimos son los primeros, y nosotros tenemos que ponernos a su servicio”.
«Yo he venido para que tengan vida y la tengan abundante» (Jn 10,10). “En esta afirmación de Jesús -explica el Papa- encontramos el corazón de su misión: hacer que todos reciban el don de la vida en plenitud, según la voluntad del Padre. En cada actividad política, en cada programa, en cada acción pastoral, debemos poner siempre en el centro a la persona, en sus múltiples dimensiones, incluida la espiritual. Y esto se aplica a todas las personas, a quienes debemos reconocer la igualdad fundamental”.
El Papa también recuerda “a las personas inocentes víctimas del “gran engaño” del desarrollo tecnológico y consumista sin límites”. Que “emprenden un viaje hacia un “paraíso” que inexorablemente traiciona sus expectativas. Su presencia, a veces incómoda, contribuye a disipar los mitos de un progreso reservado a unos pocos, pero construido sobre la explotación de muchos”.
Acoger, proteger, promover e integrar
Finalmente, el Papa Francisco señala que “la respuesta al desafío planteado por las migraciones contemporáneas se puede resumir en cuatro verbos: acoger, proteger, promover e integrar. Estos verbos expresan la misión de la Iglesia en relación a todos los habitantes de las periferias existenciales, que deben ser acogidos, protegidos, promovidos e integrados. Si ponemos en práctica estos verbos, contribuimos a edificar la ciudad de Dios y del hombre, promovemos el desarrollo humano integral de todas las personas y también ayudamos a la comunidad mundial a acercarse a los objetivos de desarrollo sostenible que ha establecido y que, de lo contrario, serán difíciles de alcanzar”.
Por lo tanto, concluye el Santo Padre, “no solamente está en juego la causa de los migrantes, no se trata sólo de ellos, sino de todos nosotros, del presente y del futuro de la familia humana. Los migrantes, y especialmente aquellos más vulnerables, nos ayudan a leer los “signos de los tiempos”.