18 de abril de 2016
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Pedro Jesús Arenas Toboso, natural de Barrax, nos estremece el corazón desde la capital de Ecuador, Quito, con un mensaje en el que nos dice que está bien y que lo más importante en estos momentos es la oración. El domingo nos levantábamos con este mensaje, a su vez de alegría de saber que este valiente misionero estaba bien; pero, para nada consolador, porque a medida que avanzaba el domingo iba aumentando la lista de fallecidos y heridos en esta terrible catástrofe. «Queridos amigos y hermanos de tantos lugares, estamos viviendo un momento muy duro en Ecuador. Ayer sucedió el terremoto y los daños materiales son muy cuantiosos: carreteras, casas, edificios,… pero lo más doloroso son las personas que han perdido la vida, los heridos y tantos miles de afectados. Ante esta situación nuestra oración se hace grito y necesidad, Dios sigue siendo el Buen Pastor que no olvida a su rebaño, lo conoce, lo cuida y lo mima. ¿El porqué de un terremoto así? no tengo la respuesta exacta pero sí la certeza que Dios no está entre los culpables. Pero si me preguntan ¿para qué un terremoto así? para demostrar nuestra SOLIDARIDAD, para sacar lo mejor de nosotros en favor de nuestros hermanos. Mañana saldremos en misión hacia Pedernales, ¿quién no puede ayudar aunque sea con un poco de arroz? y si estás lejos, ora mi hermano/a. Por todo Dios te pague«.
Esta misma mañana, hemos podido volver a contactar con él, tanto desde el Secretariado de Misiones de Albacete, como desde la dirección nacional de Obras Misionales Pontificias. «Estamos cargando camiones con víveres y salimos ahora mismo hacia Pedernales, la zona más afectada», explica por teléfono a OMP Pedro Jesús Arenas, misionero de Albacete en Quito. Nada más sentir los temblores, y enterarse de los destrozos en el epicentro del terremoto, la Iglesia de Quito reaccionó con rapidez. Según cuenta este misionero, el obispo y el nuncio partieron ayer hacia Pedernales, y el resto de sacerdotes se organizaron para pedir ayuda por las calles de la parroquia, reunirlas, y llevarlas en camiones. «Hay muchos muertos y enfermos, como sacerdotes queremos estar presentes dando consuelo, y llevando ayuda: agua, ropa, víveres. Todo lo que la gente generosa nos ha dado», explica este misionero dehoniano. Les escolta la policía, porque a lo largo del rodeo que tienen que hacer por los destrozos en las carreteras, les pueden asaltar: «la gente está desesperada, y pueden asaltarnos, pero nosotros queremos que esa ayuda llegue a las zonas más dañadas».
Con el alma en vilo al no tener noticia de sus compañeros de congregación en la zona, el misionero estima que el número de muertos puede superar con creces el millar. «Hay zonas a las que no ha llegado ni siquiera el ejército, por lo que aún hay gente entre los escombros. El número de muertes ascenderá: son personas con nombres y apellidos». Pedro Jesús mira al futuro con desasosiego. «Esto es sólo la punta del iceberg, todo está derrumbado. Vamos a necesitar mucho tiempo. Tenemos muchas ganas de gritar, y una forma de hacerlo es con la oración, al Dios tierno que está y que ayuda», culmina.
Hoy también, hemos recibido noticias de otro misionero albaceteño en Ecuador, concretamente en Viche. Nos cuenta que ya se ha puesto también en contacto con el Obispo de la Diócesis, D. Ciriaco Benavente. Tanto él como su comunidad de misión, están bien. “Después de las inundaciones de hace dos meses, donde muchas familias quedaron en la calle, podemos decir tras el terremoto que estamos bien. Lo sentimos con mucha fuerza”. Relata que estaba a punto de comenzar la misa, cuando empezó todo. “Fue tremendo, las monjas y yo nos salimos a la calle y tuvimos una experiencia terrible, ellas se abrazaron, porque no podíamos caminar; la tierra nos lanzaba de un sitio para otro, a mí me empezó un dolor fuerte de cabeza. La Iglesia iba de un sitio para otro, pero gracias a Dios no se hundió. Ya pasó todo”. Relata este misionero, que la tranquilidad ya va superando al miedo, tras esta terrible experiencia, sin apenas darles tregua a recuperarse de unas fatales inundaciones tan recientes.