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22 de marzo de 2016

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[fusion_dropcap color="var(--awb-color2)" class="fusion-content-tb-dropcap"]H[/fusion_dropcap]oy es un día de fiesta. En el pórtico del Triduo Pascual celebramos hoy la misa crismal. Una fiesta que nos recuerda la necesidad de una Iglesia abierta. Porque la unidad signo de esta celebración es lograda en la apertura, en una actitud de salida.

Hoy el Obispo de nuestra diócesis de Albacete, concelebra con los presbíteros provenientes de toda la diócesis y consagra el santo crisma y bendice el óleo de los catecúmenos y el de los enfermos.

Esta misa crismal es signo de la unión de los presbíteros con su obispo. Durante la celebración los sacerdotes hacen promesa de su fidelidad sacerdotal, renovando con gozo su fidelidad a Dios, a la Iglesia y a las personas.

Nuestra celebración hoy comienza en este pórtico, entrada por la puerta jubilar de la misericordia. Atravesar la Puerta Santa es signo de una verdadera conversión de nuestro corazón. Cuando la atravesamos es bueno recordar que debemos tener abierta también la puerta de nuestro corazón. La eficacia del Año Santo está en la puerta de nuestro corazón y es dejar pasar a Cristo que nos empuja a andar hacia los otros, para llevarlo a Él y a su amor. Por lo tanto, como la Puerta Santa permanece abierta, porque es el signo de la acogida que Dios mismo nos reserva, así también nuestro corazón, que esté siempre abierto para no excluir a ninguno.