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3 de enero de 2012

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«Educar a los jóvenes en la justicia y la paz»

Como si estuviera el Papa todavía afectado por el baño multitudinario de jóvenes de la reciente JMJ de Madrid, les dedica, precisamente a ellos, en este año 2012, el tradicional mensaje para el Día de la Paz que celebramos hoy. Y lo hace desde el punto de vista de ayudarles a comprender cómo debe ser una verdadera educación para conseguir ser constructores de paz y de justicia.

Se pregunta el Papa: “¿Con qué actitud debemos mirar el año nuevo?”. Constata el Santo Padre que vivimos tiempos de oscuridad. Pero dentro de esta zozobra, el hombre no deja de esperar la aurora de la que habla el salmista. Y esta espera se hace, sobre todo, viva y visible en los jóvenes. Por eso el Papa quiere presentar este año su mensaje “en perspectiva educativa, ya que son los jóvenes quienes con su entusiasmo pueden ofrecer al mundo una nueva esperanza”.

El Papa se dirige a los jóvenes, pero también tiene una mirada hacia las familias, a los estamentos educativos, hacia los ámbitos de la vida religiosa, social, política, al mundo de las comunicaciones, y recuerda a todos que los jóvenes deben ser escuchados, atendidos, preparados para que puedan abrirse un futuro. Así pues la Iglesia mira a los jóvenes con esperanza y los anima a buscar la verdad y a defender el bien común.

RESPONSABLES DE LA EDUCACION
Habla el Papa de la grandiosa tarea educativa, que consiste en sacar a los jóvenes de sí mismos para introducirles en una realidad que les  lleve a la plenitud. Hoy día los educadores deben ser ante todo testigos, pues no pueden limitarse a dar informaciones o reglas, sino a llevarles a espacios más amplios.

Se pegunta el Santo Padre ¿”Cuáles son los lugares donde madura una verdadera educación para la paz y la justicia?”:

     – Ante todo la familia. Es dentro del seno de la familia donde los hijos aprenden los valores humanos y cristianos, que permiten de verdad la convivencia constructiva  y pacífica. Ella es la primera escuela donde se recibe  la mejor educación para la justicia y la paz.

     – Los responsables de las instituciones educativas. Hay que conseguir que todo ambiente educativo sea un lugar de apertura al otro, lugar de diálogo, de cohesión y de escucha. Hay que asegurar a las familias un camino educativo que no choque con su conciencia y sus principios religiosos

     – Los responsables políticos. Que ayuden a que todos los padres puedan elegir la educación que desean para sus hijos. Que ayuden al sustento de las familias, que sean sensibles al reagrupamiento familiar. Y que den una visión de la política como la de  una tarea encaminada al bien común.

     – El mundo de los medios de comunicación social. Que la información, que, a la vez, es comunicación, no vaya influyendo negativamente en la formación de la persona.

     – Los mismos jóvenes también son responsables de su educación. Que también ellos tomen conciencia, sean responsables y hagan buen uso de su libertad para formarse bien en la justicia y en la paz.

EDUCAR EN LA VERDAD Y EN LA LBERTAD
Para educar en la verdad y en la libertad hay que estar abiertos a la trascendencia del ser humano. Desde su  ser de criatura, imagen y semejanza de Dios, se entiende lo que es la verdad del hombre y dónde radica su verdadera libertad. Hoy es muy difícil educar en la verdad y en la libertad dado el ambiente de relativismo. El hombre que no quiere depender de nada ni de nadie, que se cree un absoluto, al final contradice la verdad de su propio ser, perdiendo su libertad

EDUCAR EN LA JUSTICIA
En un mundo en que todo se regula con criterios de utilidad, de beneficio o del tener, hay que hacer comprender que la justicia va más lejos de todo esto, pues tiene relaciones con el Trascendente. La visión integral del hombre nos abre al horizonte de la solidaridad y del amor. Bienaventurados aquellos que tienen hambre y sed de relaciones con Dios, consigo mismo y con sus hermanos.

EDUCAR EN LA PAZ
La paz es el fruto de la justicia. Para ser constructores de paz, debemos ser educados en la compasión, en la solidaridad y en la colaboración. Es verdad que la paz es un don del cielo, pero también una tarea que hay que llevar adelante, aunque a veces comporte sacrificios o el ir contracorriente.

LEVANTAR LOS OJOS A DIOS
Termina el Papa su mensaje recordándonos que no son las ideologías las que salvan al hombre, sino el dirigir la mirada al Dios viviente, creador y garante de todo lo que es justo y bueno. Hay que mirar al que es Amor, pues solamente el amor nos salvará.

El Papa invita a los jóvenes a no tener miedo, a comprometerse en todas las causas nobles. Y les asegura: “La Iglesia confía en vosotros, os sigue, os anima, y desea ofreceros lo que tiene más valor: la posibilidad de levantar los ojos hacia Dios, de encontrar a Jesucristo, Aquel que es la justicia y la paz”.