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25 de agosto de 2013

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Pedro Agulló es de Caudete y es uno de los jóvenes que ha estado en la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ), en Río de Janeiro (Brasil), hace unas semanas. Tiene 21 años, estudia Filosofía, y lo que más le ha impactado es la ayuda que ha encontrado en su parroquia y en su pueblo “para que unos afortunados pudiésemos hacer el viaje” y la manera en que el Papa se ha dirigido a los jóvenes como cristianos activos, para meterse de lleno a trabajar, mano a mano… con el mundo, con cualquier persona, y no mirar la vida “desde un balcón”. 

¿Con qué grupo has ido a Brasil, Pedro?

Íbamos un grupo de dos Diócesis, de la de Albacete y de Alicante, de jóvenes del Camino Neocatecumenal, de las poblaciones de Caudete, Albacete capital, Villena, Aspe, Albatera y Alicante. De Caudete éramos la mayor parte, más de veinte; todos somos estudiantes. 

¿Cómo pudisteis costear los gastos, con lo que vale un viaje a Brasil?

Fue un verdadero milagro poder hacer el viaje, pues costaba mucho. Nos salió por 2.200 euros a cada uno, pero nos organizamos bastante bien porque hicimos muchas actividades para conseguir dinero, que van desde recoger las latas y vidrio de los bares de Caudete, hasta campeonatos de fútbol para los jóvenes de la parroquia, rastrillos, y la verdad que todo fue gracias a Dios, porque el pueblo en general, la parroquia sobre todo, se volcó: venía mucha gente que no se iba al viaje que nos ofrecía ropa que tenía en su casa para poder venderla, nos ayudaban con las latas… Hubo mucha comunión en la parroquia, en el pueblo, para que unos afortunados nos fuéramos. 

¿Habéis participado también en los actos previos a la JMJ?

Sí. Nosotros fuimos dos semanas antes y llegamos a Jundiaí, una población de seiscientos mil habitantes que está al lado de Sao Paulo y que era la Diócesis de acogida. Allí los hermanos brasileños nos esperaban con los brazos abiertos; pudimos ver a Jesucristo en ellos, porque se volcaron con nosotros, pusieron dinero de su bolsillo para darnos de comer, estuvimos en una casa de convivencia y todo lo que necesitábamos, desde comida, colchones nuevos que compraron, cualquier viaje, todo, fue pagado por ellos. 

¿Qué es lo que más te ha impactado, concretamente del Papa?

Además de cómo llega el Papa a los jóvenes, la fuerza que tiene y lo directo que es, me gustó mucho cómo quiere hacer que la vida del cristiano sea activa, práctica, que no se quede en la teoría. Una frase que se me quedó grabada es: No balconeéis, es decir, no miréis la vida desde un balcón, no quedaros en la teoría y juzgarlo todo así, desde arriba, sino que meteros y trabajar, estar mano a mano con cualquiera. Todas las frases del Papa iban dirigidas a eso: a una evangelización práctica que me recuerda mucho a los inicios del cristianismo, cuando San Pablo y los demás discípulos iban evangelizando. El mano a mano con el mundo, el cristiano activo, tanto en política que tanto se necesita, como en todos los campos de la vida social. 

En la puesta en común en tu grupo de Caudete, ¿Qué es lo que más habéis destacado?

Lo que más hemos subrayado de toda la peregrinación, es salir de nuestra comodidad para dar lo que hemos recibido gratuitamente: ponerte al servicio de quien lo necesita, evangelizar por las calles, cantar, ver que la Iglesia no es una cosa de hace cien años ni de doscientos, que es actual, que hay jóvenes que ven la mano de Dios fuerte en su vida, a diario. Esa experiencia que sales de tu casa y no para un viaje de placer: haces once horas de vuelo, no sabes dónde vas a dormir, pero nos ha llamado el Papa, que, al fin y al cabo, significa que nos ha llamado Jesucristo y el cristiano también se mueve mucho por la obediencia. Y además, como cualquier cristiano que no se queda en su casa, con los suyos alrededor, sin moverse. 

¿Cuántos millones de jóvenes habéis estado en la JMJ?

Nunca se puede hacer un cálculo exacto, pero rondábamos los tres millones y medio y bueno, todo esto sin contar la gente de Europa que no pudo ir y de tantos sitios que lo vieron desde sus casas. 

De las celebraciones, ¿Cuál es la que más te gustó, la que más te llegó al corazón?

La que más me gustó fue la vigilia del sábado por la noche, porque hubo muchos momentos de oración, de estar a solas con Dios. La misa del domingo también fue muy bonita, por todos los cantos, por la homilía que hizo el Papa, pero era todo más ceremonioso. La vigilia fue algo más íntimo, una celebración muy pausada y en la noche, que parece que estás más solo y entonces es un cara a cara con Dios. Me gustó más por eso, por la tranquilidad con la que se llegaba a la recapacitación que hacías interior. El Vía Crucis también fue muy bonito y ahí vimos al Papa de cerca, cuando pasó por una de las estaciones donde nosotros estábamos, en una parte de la playa muy próxima al paseo marítimo. 

Recordamos que en Madrid toda sonaba a fraternidad, ¿en Brasil también se ha vivido así?

Totalmente. Todo era fraternal, como si fuéramos todos de la misma familia. Los hermanos de Brasil se volcaban con nosotros; nosotros con ellos. Nos decían que les transmitíamos alegría. Cada uno pone lo que puede dar y sus dones al servicio de los demás. Fue, la verdad, una comunión increíble. 

Pedro, ¿Animado para ir a Cracovia, a la próxima Jornada Mundial de la Juventud?

Sí, yo por supuesto, después de la experiencia que hemos vivido, de la comunión con todos los hermanos que hemos ido de viaje, con todos los hermanos brasileños y de todos los lugares, la verdad que muy animado para Cracovia y lo que haga falta. Empezaremos desde ya a trabajar.