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21 de abril de 2019

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Daniel Torres Rojas viste la elástica del Albacete Balompié, desde el pasado mes de enero. Este centrocampista colombiano, además de brindar un gran juego durante todos los partidos que ha disputado con nuestro “Alba”, no para de anunciar que el Señor vive y ha obrado grandes milagros en él.

Dani, ¿Cómo llegas al Albacete?      
Es Dios el que me indica que venga al Albacete. Desde que entregué mi vida a Jesucristo como Señor y Salvador, toda decisión, tanto mía personal, como familiar, la pongo en oración ante Dios. En muchas decisiones que he tenido que tomar me ha dicho “sí” y en otros “no”. Una de las respues­tas por parte de Dios fue “sí”, ve a Albacete. Por eso, gracias a Él, pude llegar al Albacete.

Hemos comenzado la entrevista rezando, ¿eso significa que Dios es alguien muy importante en tu vida?  
En mi vida, mi priori­dad es Jesucristo. Todo lo que puedo hacer es para glorificar­le y dar testimonio de que Él vive. Que hay un Dios que no sólo murió en una cruz, sino que resu­citó al tercer día. Dios ha hecho cosas impre­sionantes en mi vida y en la de las personas que me rodean. Creo en Je­sús, tengo fe. No lo oigo, no lo veo, pero Él se manifiesta en mi vida de una u otra mane­ra. Y, así, ha sido como me he podi­do ena­morar de Él.

Todos podemos pasar por momentos difíciles en nuestra vida. ¿Cómo te ha ayudado Dios en esas situaciones?  
Jesús siempre te da segundas, terceras, cuartas…, oportunidades. Esto es una de las cosas que más me asombran de Dios. Así, revela y dar a co­nocer su amor. Del 2008 (año en el que debuto) al 2012, el hombre me dio muchas opor­tunidades: presidentes, direc­tores técnicos… Pero llega un momento en el que el hombre se cansa. Primero mi esposa, pierdo mi hogar. También per­dí mi trabajo y mis amistades comenzaban a cansarse de los comportamientos que tenía. El único que no se había cansado de mí era Dios. Eso me llevo a decir: “todos me abandonan, pero Tú no”. Experimenté la Palabra que dice: “Aunque mi padre y mi madre me abando­nen, yo con todo te recogeré”.En ese momento, encuentro esa resurrección en mi vida, esa nueva oportunidad que solo puede venir de alguien que ha resucitado, Jesús. Mi vida cambia totalmente, pero ahí no quedó todo. Resucito en la parte emocional, física y mental. En cada campo, Dios quiere que sea renovado y que todo eso sea convertido para alabanza suya.

Y, desde entonces, Dani, joven, deportista, creyente, padre de familia, ¿cómo vives todo esto?       
Desde aquel momento, dejo de vivir a oscuras porque antes había una luz muy efí­mera. Desde que conozco al Señor, no todo es maravilloso, también he vivido situaciones difíciles, pero puedo entender que es por un propósito que es la voluntad de Dios. Durante los dos años y medio que he estado en el Alavés, las cosas, en lo deportivo, no han salido muy bien, pero, en lo personal y en lo espiritual, he crecido un montón. Cuando las cosas no van tan bien, ahí también está el Dios que quiere que algo cambie para que mi carácter y mi mentalidad sean las de Cristo. Intento disfrutar cada situación porque es un milagro cada cosa que vivo: el desper­tarme cada día con mi mujer y mis hijos, el poder ir a entrenar cada día…

Además de ayudar al equipo a intentar ascender a primera, ¿tú, en Albacete, tienes otra misión?
Sí, en cada lugar el Se­ñor me ha llevado a establecer el Reino de Dios, de diferente manera, para que las personas conozcan a Jesús. Hay perso­nas que no lo conocen por­que nadie les habla de él. A las personas que conocemos que Él vive nos da miedo hablar. Sin pretender ser un héroe, sé que mi labor no es que alguien cambie de la noche a la maña­na su manera de actuar. Pero sí que sepa que, en un momen­to de dificultad, ahí está Jesús. Sólo tiene que abrir su boca y pedirle en su nombre. El Alba­cete me trae para intentar subir a primera (y no puedo apartar­me de ese fin), pero entiendo que eso es la añadidura por­que dice la Escritura “Primero el Reino de Dios y su justicia”.Eso intento; ocuparme, en pri­mer lugar, de las cosas de Dios, que Dios ya se ocupa de nues­tras cosas.

Y esto, Dani, lo haces muy presente cuando, por ejemplo, sales al campo descalzo.            
Esto lo empecé en San­ta Fe (Colombia) y, cuando salí de allí, el Señor me dijo: “Sigue haciéndolo porque, a través de ello, conquistarás naciones”. Luego he ido comprendiendo que «naciones» se refería a las personas y en todo lugar. En­trar al campo descalzo causa curiosidad y hace que las per­sonas se acerquen a mí. De esta manera, pueden conocer un testimonio de Jesús y, así, que­da plantado algo de Dios en sus corazones.