8 de julio de 2016
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Maruja Abia, nació con su muerte para la vida eterna de Dios Padre, el día 24 de junio, solemnidad de la Natividad de S. Juan Bautista, precursor de Cristo. En ese Cristo que Maruja esperó. En Él creyó, en Él vivió y en Él amó con la fuerza del Espíritu Santo.
Desde su servicio a la Liturgia de la Iglesia Diocesana (primero como secretaria y luego como Directora) vivió el Misterio que celebraba, en palabras de su Obispo D. Ciriaco en la misa exequial.
Liturgia terrena en la que pregustamos y tomamos parte de aquella liturgia celestial que se celebra en la Santa Ciudad de Jerusalén, hacia la cual nos dirigimos como peregrinos… Según la Constitución de la Liturgia del Concilio Vaticano II (nº 8). A la que esperamos que Maruja ya ha llegado. Así nos lo anunciaba cuando insistía en que el canto de entrada de su misa exequial fuera el Salmo 121: Qué alegría cuando me dijeron, vamos a la casa del Señor.
Nosotros, que caminamos todavía por este mundo, pedimos a Dios la gracia que San Pablo proponía a los cristianos que viven según el Espíritu: Desde ahora ya no conocemos a nadie según la carne.
“Con ello quiere decir que nuestra Resurrección ha comenzado en Jesucristo. En Él, que murió por todos, nuestra esperanza ha adquirido consistencia. Ninguna duda ni reticencia en nosotros, ninguna decepción en la espera: Las promesas se han comenzado a cumplir ya, y con los ojos de la fe, vemos las gracias de las que mañana seremos saciados”. (San León Magno)
Gracias a Maruja, por su testimonio de fidelidad y de servicio en la comunidad del Éxodo, en los grupos de ACG y en los servicios a las comunidades parroquiales, con especial mención a las parroquias de Pozo Cañada y del Espíritu Santo de Albacete.
Que a los que hemos “echado mano al arado” nos ayude con su testimonio a no cesar de trabajar, que vele desde el cielo sobre el grano que ha sembrado, concretado en los niños de ACG de la parroquia del Espíritu Santo.
Todo esto nos impulsa a nosotros a seguir por este camino de salvación, como la manera de imitar a seguir a Cristo Resucitado.
Ojala que nosotros celebremos todo esto en la Eucarística, fuente y culme de la vida cristiana. A través de la cual esperamos su ayuda al mismo tiempo que damos gracias a nuestros obispos (D. Victorio Oliver se hizo presente con una llamada telefónica entrañable al enterarse de su muerte), con nuestro presbiterio diocesano de Albacete (en especial con el numeroso grupo de sacerdotes que llamaron y concelebraron la Eucaristía). Y sin olvidar en su condición de laica o seglar en el pueblo de Dios a todos sus compañeros de delegaciones nacionales y diocesanas, de los miembros y trabajadores de la curia del Obispado de Albacete.
Por último también le damos las gracias en esta Eucaristía por su acompañamiento a la Liturgia de la Iglesia Catedral de Albacete: al cabildo de canónigos, los lectores, coro diocesano, parroquia de S. Juan y todos los demás ayudantes en el ministerio litúrgico.
Y fuera del último pero el primero de todos, gracias a Dios porque su vida ha sido un regalo de Dios y un verdadero milagro el tenerla en activo durante sus largos años de enfermedad.
Su firma al Sí quiero, está en el servicio hecho a la revista “EN COMUNIDAD” para tantas parroquias de la Diócesis, como en la revista trimestral de la ACG de Albacete: CRISMON.
Jesús nos dice: “Vosotros sois mis ovejas”. Y comenta S. Agustín: ¡Qué felicidad tan grande es ser ovejas de su rebaño!. Con solo pensarlo, hermanos, aún en este valle de lágrimas y sufrimientos se llena uno de gozo”.
Pues que así sea para Maruja y sobre todo para los que la hemos conocido pero que aún caminamos por este mundo.
D. Pío Paterna
Párroco de la Parroquia del Espíritu Santo de Albacete y Delgado Diocesano del Apostolado Seglar