1 de diciembre de 2008
|
76
Visitas: 76
[fusion_dropcap color="var(--awb-color2)" class="fusion-content-tb-dropcap"]D[/fusion_dropcap]e paso por Albacete, y preparando su retorno a Bolivia, hablamos con Maricarmen Gil, Misionera de Cristo Jesús. Nació en la calle Octavio Cuartero y vuelve a Bolivia el 8 de diciembre. Es maestra, estudió Magisterio y ejerció en varios lugares de la Provincia. Pero su vida ha tomado otro rumbo, Dios le pide ser misionera y marcha a “segunda tierra” que es Bolivia.
– ¿Qué cosas te influyeron para esa decisión?
– Poco a poco me fui planteando el querer que mi vida tomase otro cariz. Yo creo que cada momento influye, pero podría destacar, mi familia, la formación en la Compañía de María y mi pertenencia a grupos parroquiales.
– ¿A qué parroquia pertenecías?
– Por diversas circunstancias aunque no era mi Parroquia, trabajé en la Parroquia de San Pedro, que antes comprendía varios barrios. El trabajar allá coordinando a Catequesis, participando en la Comunidad de Base, me animó aún más a buscar un grupo donde compartir de un modo total mi fe, y en un lugar donde hacía más falta una presencia de Iglesia.
– En Bolivia, concretamente, ¿a qué se dedica vuestra Congregación?
– Nosotras, Misioneras de Cristo Jesús, en las siete Comunidades que tenemos allá hacemos diferentes trabajos. Procuramos tener en cuenta las necesidades de ese lugar. Sobre todo trabajamos en Educación, Pastoral, Grupos de mujeres y Salud.
– ¿Cómo ves la evolución de Bolivia en el tiempo en que vives allí?
– Llevo veinte años viviendo allí, y de alguna manera ha ido evolucionando, aunque muy poco a poco. Ahora es un momento especial. El hecho de que el Presidente sea un indígena y que se vaya a hacer una nueva Constitución ha creado conflictos entre la parte oriental y occidental del país, que corresponden a la parte más industrial y avanzada y a la más pobre. Pero en este momento hay un consenso y se va a hacer un Referéndum para la aprobación de la Constitución e Enero. Desde ahí habrá que esperar como se desarrollan los acontecimientos.
– ¿Y cuál es vuestro papel como misioneras en estos momentos?
– Sobre todo acompañar a la gente con la que vivimos. Todos estamos en proceso, en crecimiento. Ser misionero es acompañar y dejarnos acompañar, estar con la gente al estilo del Maestro, Jesucristo. Que sepan participar, pero desde una manera crítica.
– Cuando vienes a España, después de un tiempo en Bolivia, ¿qué te llama más la atención?
– La primera vez que volví de allá, todo me parecía un abismo. Me parecían dos mundos diferentes es que lo son. Parece increíble que un mundo globalizado como en el que vivimos en que todo está cercano, haya tantas diferencias en la calidad de vida de las personas.
– ¿Cuál crees que debe ser nuestro papel desde aquí, concretamente desde Albacete?
– En cualquier lugar en el que vivamos se puede siempre hacer algo. Primero el tomar conciencia de que acá se tienen muchos derechos ganados, pero que hay que agradecerlos y no abusar de ellos. Y en segundo lugar compartir todo lo posible, nuestro tiempo, nuestro dinero y nuestra lucha porque todos vivamos mejor. Si miramos, a nuestro alrededor hay personas que necesitan de nosotros y mucho. Y más lejanos, tantos países en América Latina, en África o en Asia por los que hay que seguir trabajando y construyendo Reino y Pueblo de Dios.