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6 de mayo de 2009

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[fusion_dropcap color="var(--awb-color2)" class="fusion-content-tb-dropcap"]M[/fusion_dropcap]aría Vallejo-Nágera es una de las ponentes de la II JORNADA DIOCESANA EDUCATIVA que se celebrará el próximo sábado, día 9. La ponencia estará en torno a su ´Testimonio en la vida pública´.

– ¿Quién era María Vallejo-Nágera a los 18 años?
– Una chica de mundo, sin convicciones religiosas/católicas asentadas. Alegre, vitalista, estudiante de carrera que sólo buscaba divertirse y disfrutar a tope de la vida. Una chica que no se preocupaba del futuro, ni de los problemas del mundo, y mucho menos de la existencia de Dios. La religión en general me parecía una utopía indemostrable, y la figura de Cristo algo más que discutible.

– ¿Cuándo se da cuenta María de la existencia de Dios?
– Experimenté una conversión profunda y verdadera durante una peregrinación a un santuario mariano en el año 2000. Estaba ya casada, tenía 3 hijos y era muy feliz en mi vida privada. Tuve una conversión “tumbativa”, (“Paulina”), que en un principio no entiendí, me llenó de absoluta confusión y aturdimiento.

– ¿Por qué no estaba preparada para entender aquella experiencia?
– No había querido aprender, escuchar o investigar sobre la existencia de Dios. Había nacido en una familia católica que me había amado mucho y que académicamente me había proporcionado toda la ayuda. Pero Dios no era una constante en mi vida ya que mis padres consideraban “muy privado” el sentimiento religioso de cada miembro de la familia. No había entendido la misa jamás, y sólo había acudido para “no disgustar a mis padres”.

– ¿Qué ocurre después de aquel primer “encontronazo” con Dios?
– Me vi consumida por una tristeza infinita por no tener el conocimiento adecuado sobre mi religión católica. No entendía por qué nunca atendí al profesor de religión del colegio al que acudí, ni por qué nadie profundizó conmigo sobre los misterios de la existencia de Cristo. A la vez sentí una irresistible atracción hacia la celebración de la Santa Misa, a la que empecé a acudir a diario sin entender aún sus partes y su significado.

– ¿Cuál fue su mayor dolor/arrepentimiento?
– Descubrir que nadie había sabido transmitirme los valores cristianos de forma convincente y clara. Descubrir que NO existían buenos formadores en mi entorno de vida social, económica, etc…, que me pudieran explicar todas aquellas inquietudes que me abrasaban por dentro.

– ¿Cómo reacciona entonces?
– Comencé una búsqueda desenfrenada de Dios a raíz de sentir un hambre insaciable de El que no comprendía. Acudí entonces a sacerdotes, y libros aceptados por el Vaticano para aprender. Todo lo devoraba. Me dí cuenta de que SIEMPRE HABIAN ESTADO AHÍ, pero que nadie había sabido trasmitirme toda aquella sabiduría.

– ¿Cómo definiría a María hoy?
– Una mujer que lucha por ser: 1º una buena esposa y madre. 2º: una mujer que intenta explotar el don que tiene, (escritura) para hacer el bien.

– ¿Qué implica una vida en la que se da testimonio de fe? Un esfuerzo constante por contar al mundo LA VERDAD. El camino se ha vuelto muy espinoso, pues la Verdad hiere a todos los que no desean oírla y esto trae humillaciones, críticas y ataques permanentes. Pero la felicidad de vivir en la VERDAD no se puede comparar con nada. Soy inmensamente feliz llevando mis cruces, (que no son pocas). La mayor cruz de vivir dando testimonio es la de estar en boca de todos, ser juzgada en todo momento, (especialmente en las caídas), ser mirada con lupa y criticada sin piedad a veces a causa de mi fe.

– ¿La mayor alegría?
– Saber que tras cada caída, siento que es Cristo mismo el que me levanta y perdona. Eso me mantiene inmensamente feliz y llena de esperanza, pues sé que así llegaré al cielo.