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26 de agosto de 2018

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El Camino de Santiago es una experiencia que está teniendo mucho tirón en nuestra provincia. Año tras año movimientos y parroquias de la diócesis de Albacete ofrecen esta peregrinación como una singular vivencia donde los participantes descubren como el Camino de Santiago es una metáfora del camino de la propia vida. 

Camino en familia el de la Parroquia de Las Angustias      

Durante la semana del 23 al 30 de julio, ciento cincuenta peregrinos (niños, jóvenes, familias y mayores) de la parroquia de Nuestra Señora de las Angustias y San Felipe Neri de Albacete, se embarcaron en la aventura de completar los últimos kilómetros del camino portugués desde Tui hasta Santiago de Compostela.

Mientras 50 jóvenes hicieron el camino integro de albergue en albergue. Las familias estuvieron hospedadas en el Monasterio de Poio, desde donde fueron realizando caminatas adaptadas a niños y mayores (desde los cuatro hasta los ochenta años) junto con actividades culturales y lúdicas durante la tarde y noche. El 27 hacían juntos la entrada en Santiago y al día siguiente marcharon hacia Finisterre y el Santuario de la Virgen de la Barca en Muxía. Concluyendo el 29 con la participación en la misa del peregrino.

«Un trocito del Reino ha sido hecho realidad entre nosotros» —afirmaba una peregrina. Ciertamente, la convivencia ha tejido entre nosotros lazos de fraternidad y admiración mutua. ¡Hoy somos más comunidad!

Y como no se puede esconder la luz debajo del celemín, esa alegría la han ido irradiando por donde pasaban: Teresa catequista de Santa Eulalia de Mos, peregrinas anónimas que lloraban de felicidad, los entre sorprendidos y entusiasmados huéspedes del albergue de Poio que compartieron nuestras fiestas y se fotografiaron con ellos como estrellas de cine, la sacristana de la iglesia de San Cayetano, ese señor de Burgos que se encontraron en el santuario de la Virgen de la Barca y al día siguiente en la alameda de Santiago, la señora que pasaba la bandeja en la catedral, las personas que hacían cola para contemplar el Pórtico de la Gloria y se preguntaban quiénes eran esos de las pañoletas naranjas, esa entrada apoteósica cantando por las calles de la ciudad… “hasta se emocionó un poco el responsable de orden de la catedral, aunque por exigencias de su papel no lo pudo demostrar” son algunas de las anécdotas vividas por el grupo.

Marcharon en busca del apóstol Santiago y los peregrinos se han encontrado con ellos mismos, con los hermanos y sobre todo con Dios, el verdadero sentido de sus vidas.

Andar el camino siempre produce frutos: «Bienaventurado eres peregrino, porque has descubierto que el auténtico camino comienza cuando se acaba»así concluía el libro de oración de la Parroquia. En la ruta hacia ese «campo de estrellas» estoy seguro de que hemos recogido algún destello que, como flechas amarillas, nos iluminará en el camino de nuestras vidas, afirma uno de los peregrinos.

La parroquia de San José abre nuevos caminos

La parroquia de San José de Albacete ha peregrinado desde Cadavedo (Asturias) hasta Santiago, recorriendo por primera vez el “camino del norte”. Un grupo de 12 peregrinos comenzaba en Cadavedo el 6 de agosto al que se unieron seis días después en Villalba (Lugo) 24 jóvenes más, recién confirmados. Durante estos días los jóvenes han ido reflexionando con la ayuda de libro de los distintos elementos del Camino: La mochila, flechas amarillas, dificultades, Jesús… Todos los días tenían momentos de oración, de reflexión personal y en grupo y participaban en la Eucaristía del Peregrino.

Gonzalo Hernández es un joven de la parroquia que realizaba por primera vez el Camino, dentro de lo vivido destaca lo siguiente: “En la tercera etapa, cuando el cansancio y el mal humor empezaba a hacerse notar empezó a llover. Yo estaba al final de todo el grupo, se me había atascado el chubasquero y me estaba empapando. Esta situación me estaba agobiando y me paré, pero no sé lo que fue, que sin siquiera acabar de ponerme la capucha me vinieron unas fuerzas que me hicieron seguir y adelantar al resto del grupo. La lluvia ni siquiera duro mucho. Para mí fue un punto de inflexión, no solo en la etapa, sino en mi vida, porque con las dificultades que se te ponen por delante la única solución es seguir adelante, al igual que en el camino”.

Mercedes Jaquero también ha hecho por primera vez el Camino. “Hacer algo por primera vez suele generar pensamientos encontrados, así estaba yo, deseando llegar a Villalba, pero sin saber si aguantaría lo que me esperaba.

Una vez en marcha, cada etapa, aunque parezca duro, es una oportunidad de conocerse mejor, aprender tus límites, tus fortalezas, pero sobre todo de encontrar a alguien nuevo, reconocer cómo lo que parece insignificante en nuestra rutina se vuelve importante y viceversa, ver que no andamos solos…
Y por fin llegas a Santiago y piensas en las flechas que has dejado atrás guiándote, pero, si te fijas, descubres que existen otras camufladas que vuelven contigo; eso es una de las cosas que me llevo, 36 flechas amarillas que compartieron conmigo esta experiencia y seguirán al regresar a casa”.

Un Camino, el de esta parroquia, que ha estado muy marcado por el recuerdo agradecido al que ha sido su párroco, César Tomás, que fallecía el mes pasado y que fue el impulsor de esta iniciativa en la Parroquia hace seis años. Javier Rubio un joven con varios Caminos a sus espaldas nos cuenta como ha sido el de este año: “El camino de Santiago ha supuesto para mí un encuentro con Dios y conmigo mismo. El hecho de hacerlo en comunidad y tener la oportunidad de orar juntos ha facilitado mucho este Encuentro. Al fin y al cabo, el camino es como la vida dónde los cristianos ponemos a Dios como flecha y a nuestra comunidad como apoyo fundamental. En este camino he tenido tiempo de reflexionar sobre lo que más me preocupaba, ayudando a sobrellevar también las inquietudes de los demás, y he sentido a Dios en la fuerza que me daba cada día al andar. Y la paz que sentía al llegar a la Iglesia de la siguiente etapa, donde me esperaba con las manos abiertas. Este camino no lo hemos hecho solos, nos ha acompañado César. Él creó la comunidad con la que ahora andamos. Fue flecha y guía en la parroquia y el enorme grupo de jóvenes que hoy sigue los pasos de Jesús. En su resurrección a la vida eterna nos acompaña en cada paso que damos, dándolos con nosotros, como en vida hizo, y no dejando nunca que nos descarriláramos”.

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