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20 de mayo de 2009

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La primera contribución de la Iglesia a una sociedad en crisis es llamar la atención sobre sus causas. Esta contribución es no solo una necesaria interpelación a la conciencia de todos y cada uno, sino la fuente y la base de su solución. No se podrá salir de la crisis sin reconocer los errores cometidos, sin ir a las razones profundas de los mismos, sin una “conversión” sobre este modo en que ha vivido nuestra sociedad, autosatisfecha, engreída, insolidaria, ávida y opulenta.

La caña de pescar y el pez
“No le des un pez a quien no tiene de comer, dale una caña de pescar para que sea él mismo quien pueda salir de su indigencia”, reza una máxima de la asistencia social y la tarea caritativa.

La Iglesia educa, sensibiliza, recauda y destina recursos para que todo el mundo tenga su “caña de pescar”, pero a su vez, le da el pez -el pan nuestro de cada día- al necesitado.

En 2007, antes de la crisis, solo Cáritas Española, a través de sus acciones de empleo, generó más de catorce mil puestos de trabajo. En sus cursos de formación laboral, participaron además un 73% de mujeres -dos terceras partes de los pobres son mujeres-, la mayoría jóvenes e inmigrantes.

Manos Unidas no solo da el pan y el agua en los rincones más olvidados y desolados de la humanidad, sino que abre pozos por doquier, trabaja en proyectos agrícolas y ganaderos; promueve escuelas, orfanatos, dispensarios y hospitales, sirve de modo magnífico y pionero en centros de formación comunitaria y laboral como nadie por el desarrollo de la mujer. Nuestro mundo es menos injusto gracias a Manos Unidas, que destina el 93,9% de sus recursos a los fines propios de la institución –erradicar el hambre: el pez y la caña de pescar-, y tan solo el 6,1% a administración y estructura. ¿Cuántas instituciones como Manos Unidas, como Cáritas, pueden presentar unas cuentas así? ¿Cuántas de ellas están tan nutridas de voluntarios? “Gratis lo recibisteis, dadlo gratis”.

La Iglesia católica no es una institución para sí misma. Es una institución para los demás. Al servicio del Evangelio, siguiendo el modelo de su Señor y Maestro, la Iglesia está para atender y servir a una humanidad, siempre necesitada de amor y de verdad, ahora -en España y en Occidente- necesitada también de ayudas efectivas para salir de la crisis.

“Dadles vosotros de comer”, como la asistencia permanente de Cáritas Española, cuyos recursos se están quedando pequeños e insuficientes. Como las bolsas de empleo, las tómbolas de caridad y tantas y tantas realizaciones que circundan y llegan a los cuatro puntos cardinales de España y del mundo.

La Iglesia da así gratis lo que ha recibido gratis. Cerca de dos millones de personas son atendidos directamente por la acción asistencial de la Iglesia en España.

Sí, a una institución como la Iglesia católica, merece la pena ayudarla siempre, y máxime ahora, con un gesto sencillo que no cuesta nada: la X en el casillero correspondiente de la Declaración de la Renta. Es un gesto que no cuesta nada y vale mucho para tantos y tantos que apenas tienen nada.