2 de marzo de 2009
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[fusion_dropcap color="var(--awb-color2)" class="fusion-content-tb-dropcap"]E[/fusion_dropcap]l pasado jueves, día de la Beata Piedad de la Cruz, Villarrobledo celebró los cincuenta años de existencia de la Residencia de Ancianos de Nuestra Señora de la Caridad y la presencia en ella de las Hermanas Salesianas del Sagrado Corazón de Jesús.
Al lado del Santuario de la Virgen de la Caridad, patrona de la Villa, se encuentra esta hermosísima residencia de Ancianos. Con toda gratitud podemos decir ¡qué suerte la de estos mayores de poder vivir bajo la mirada de la Madre del Cielo y al cuidado de estas buenas hermanas!
Me encuentro con la Hermana Asunción Gómez Gil, superiora de la Comunidad, y me dice que es de Molina de Segura (Murcia). Algunos llaman a este pueblo “el vaticano” por la religiosidad de estas gentes. Nada extraño es que Asunción sea religiosa y además de una congregación fundada por aquella gran mujer murciana, la beata Piedad de la Cruz, en Alcantarilla, en cuyo carisma entra el cuidado amoroso de los ancianos.
– ¿Qué siente estos días en que la gente está celebrando con gozo los cincuenta años de existencia de esta residencia y por tanto los cincuenta años también de la presencia de las hermanas?
– Pues una alegría muy grande de poder estar aquí ayudando, acompañando, dando todo nuestro afecto y cariño a nuestros mayores.
– ¿Cómo nació la Residencia?
– Se sentía una gran necesidad de que en el pueblo existiera una residencia como esta. El promotor de ella fue un gran párroco llamado Pedro Gutiérrez, que pidió la colaboración de todas las gentes para llevar a cabo el proyecto. Así que esta Residencia no está hecha con dineros públicos, sino que es el fruto de la generosidad de todos. Cada quien daba de su vino o de su trigo, de su jornal lo que pudiera, y así surgió la Residencia. Podemos concluir que esta residencia es del pueblo (nunca mejor dicho) y funciona en régimen de Patronato.
– ¿Cuántas hermanas estáis aquí?
– Somos cinco
– Me doy cuenta de que es mucho trabajo para cinco hermanas, pero sí que son suficientes para dar a la casa un ambiente de familia y de vida religiosa. Y ¿el voluntariado?
– Como la residencia está fuera del pueblo no es fácil el que venga la gente como voluntarios. Los servicios los llevamos adelante con trabajadores, a los que sentimos muy integrados en nuestra tarea comunitaria. También vienen familiares de los enfermos a darles la comida. Esto nos alivia un poco el trabajo, además es una cosa muy buena que los ancianos y enfermos vean a los suyos cerca.
– ¿Qué añadiría a todo lo dicho?
– Pues que aquí seguiremos llenas de ilusión y de amor. Me viene a la memoria algún pensamiento de nuestra Madre fundadora que resume todo esto: “Amad a Dios de veras y al prójimo como a vosotras mismas. Estoy segura que el amor no os dejará hacer nada malo. Hacedlo todo por amor de Dios y todo os saldrá bien”.
Gracias, hermana. Que Dios os conceda vocaciones, muchas chicas jóvenes que quieran embarcarse en esta aventura de amor para que podamos celebrar los cien años de esta casa con la misma alegría y esperanza.