20 de noviembre de 2016
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Hoy finalizamos el Año Santo de la Misericordia en el que el papa Francisco nos ha invitado a vivir el amor para convertirnos más, y de este modo asemejarnos más al Señor Jesús por un camino muy concreto: viviendo las obras de misericordia, corporales y espirituales.
En nuestra diócesis de Albacete hay muchos lugares donde se palpa la misericordia. Es la realidad viva de una Iglesia que quiere estar cerca del que sufre. Cada congregación religiosa, cada seguidor de Jesús en los más variopintos lugares de nuestra diócesis son el reflejo de una Iglesia que quiere parecerse a Jesús.
Es el caso de Socorro Vilchez, Obrera de la Cruz, que está teniendo una fuerte experiencia vital difícil de plasmar en un papel. Cada día se acerca al Hospital Perpetuo Socorro de la capital. Sabe que la Iglesia está donde se sufre y la enfermedad es uno de esos lugares. En cada encuentro hay mucho respeto. Acompañar en la enfermedad es algo más que administrar el sacramento de la Unción. Es ser hombro donde la gente pueda refugiarse. Junto a los capellanes del hospital, Socorro es la presencia eclesial y la muestra de la obra de misericordia visitar al enfermo.
Otra realidad donde la visita es caridad y misericordia es la de los presos. Sor Rosalía pertenece al grupo de Pastoral Penitenciaria que visita a los presos de La Torrecica. Para ella “el privado de libertad “el preso” está deseoso de compartir su experiencia, incluso su pecado. Si encuentra una persona desinteresada que el tiempo no cuenta, que le comprende y reconoce su dignidad, te abren el corazón”.
En Justicia y Paz saben mucho de acoger al peregrino. En la lavandería gratuita para inmigrantes y personas sin hogar en un local del barrio de Hermanos Falcó, no sólo se lava la ropa sino que se toma un café y se intenta romper la situación de incomunicación. Otro de los lugares donde se viste al desnudo es en el centro de AIC, en la calle Tejares, donde las voluntarias vicencianas selecciona ropa de bebe y niños menores de dos años. Esta ropa la arreglan y acondicionan para elaborar canastillas que solicitan grupos Provida, Servicios Sociales y distintas parroquias para aquellas madres que carecen de lo necesario.
Dar de comer al hambriento y de beber al sediento se vive cada día en el Comedor Social de la Institución Benéfica Sagrado Corazón de la capital donde cada día se da de comer a unas 180 personas. María Ángeles Santos cimienta su voluntariado en la frase evangélica “dadles vosotros de comer” y remarca que “está en nuestras manos el fin de cumplir su enseñanza ya que nos dice el Señor: “lo que hiciereis con uno de ellos lo hacéis conmigo”.
En Albacete tenemos 163 sacerdotes y 15 diáconos que acompañan en el dolor a las familias y celebran las exequias ya sea entierro o incineración. Es el caso de Pedro Ignacio Cuartero, párroco de Pozo Cañada, que nos dice que “cada vez se hace más necesaria una revitalización de esta obra de misericordia, y es que enterrar a los muertos ya no se vive como un guardar el cuerpo para la resurrección. Acuden más personas con remordimientos por haber esparcido las cenizas. Y de nuevo allí está la Iglesia dando luz”. Y de confianza en el Señor habla el capellán del cementerio en la capital, Carlos Vidal: “tratamos de acompañar en el dolor para vivir la esperanza en la resurrección”.
Las obras de misericordia espirituales son vividas en el día a día a nivel personal pero también en grupos de acompañamiento y crecimiento personal como es la catequesis o aquellos que trabajan el tiempo libre como los grupos scout que hay en la provincia. Es el caso de La Huella del Júcar de Villalgordo del Júcar donde Ángel de Jesús Ugarte es uno de los responsables y nos comenta que “me he encontrado con encrucijadas en las que no tenía nada claro el camino a seguir. Siempre ha habido gente que me aconsejó y me guio, me ayudaron a elegir mi camino. Fueron mis padres, amigos, profesores, responsables scouts o simples conocidos. Sus consejos me ayudaron a saber que era lo que quería hacer, y sin ellos, no podría ser la persona que soy. Ahora estoy al otro lado, los niños y jóvenes con los que trabajo tienen problemas muy parecidos y siento la responsabilidad de ayudarles como a mí me ayudaron. Estar con ellos, acompañarles a descubrir qué camino quieren tomar”.
Enrique Encabo es director del Colegio Diocesano y para él “enseñar al que no sabe es tener la posibilidad de ayudar a niños y jóvenes, abrirles las “ventanas del mundo” mirando esos ojos trasparentes, llenos de ilusión, inocencia, confianza en lo que les enseñas. Es responsabilidad de enseñar con lo que hacemos, con lo que somos y cómo nos comportamos más que con lo que explicamos”.
Y por último, siete conventos de vida monástica hay en Albacete donde cada día rezan por vivos y difuntos. Al convento llegan peticiones de oraciones cada día. El mundo necesita de la oración y la vida monástica hace de su existencia contemplación y misericordia: una alabanza al Dios Uno y Trino.