5 de agosto de 2018

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El pasado día 11 de mayo, las Hermanas Presentacionistas, en una hermosa Eucaristía celebrada por el Sr. Obispo, D. Ciriaco, recordaron los setenta y cinco años de su fundación. A esto se añadió la exhumación de los restos mortales del cementerio de la ciudad del P. Alejandro, su fundador, para ser depositados en una urna en la Capilla de la Casa General, allá ante el Sagrario y ante la Virgen Presentata, para hacer perenne su pasión por la Eucaristía y su amor a la Virgen María.

Es bueno hacer el recordatorio de lo vivido por este gran sacerdote. Nacido en la provincia de Burgos en el inicio del siglo veinte, ya en sus principios de vida sacerdotal escribió un librito para expresar cuál debe ser nuestra actitud de amor, respeto y devoción a la Eucaristía. Llegaron los tiempos de la República y los curas burgaleses, que eran muchos, apenas tenían medios para subsistir. En Valencia faltan sacerdotes y lo reclaman. El arzobispo Prudencio de Melo lo recibe y le encomienda una parroquia en Alcacer, donde trabaja con toda ilusión en unos tiempos muy difíciles.

Llega la persecución religiosa y Alejandro es encarcelado. En la prisión sigue ejerciendo todo el apostolado que le es posible. Hasta sigue haciendo misas con el pan y el vino que su hermana le proporciona a escondidas. Su alma de apóstol y su pasión por la Eucaristía siguen vivas. Entre los prisioneros se encuentra con un religioso claretiano, el P. Arturo Tabera que años más tarde será el Obispo de Albacete. Como es lógico entre ellos nace una profunda amistad. Al acabar la Guerra civil es liberado y el Obispo le encarga una nueva parroquia, en la ciudad de Valencia, la de Cristo Rey. Al P. Alejandro le afecta en el alma la triste situación en que se encuentran muchas parroquias, sagrarios abandonados, ropas litúrgicas destrozadas, comunidades parroquiales hechas cisco. Antes de tomar posesión de la nueva parroquia hace ejercicios espirituales y aquí siente la llamada con urgencia a crear un Instituto religioso que tenga como misión ayudar en las parroquias. Así con seis muchachas que él conocía de su trabajo pastoral anterior nace el nuevo Instituto, aprobado por el Obispo, que llevará el nombre de “Hermanas Presentacionistas Parroquiales Adoradoras”.

Vive una primera etapa en la Parroquia de Cristo Rey donde se va consolidando, hasta llegar a tener un aspirantado floreciente. Al P. Alejandro le llega el primer revés que como hombre de Dios sabe aceptar con paz y buscar caminos nuevos. Llega un nuevo Obispo que piensa que las nuevas congragaciones nacidas en la post-guerra deben unirse o irse a otra diócesis, pues en Valencia hay muchas. Así es como surge una segunda etapa en que las Hermanas Presentacionistas tienen que salir y buscar casa madre en Soria admitidas por el obispo Saturnino Rubio Montiel. Allí tienen su momento de arraigo y expansión. Al escribir esto no puedo por menos que recordar que en los años cincuenta comí los ricos aperitivos que las Hermanas nos preparaban en el Seminario Menor del Burgo de Osma. Pronto ven que como casa madre en Soria no encuentran condiciones. Y aquí viene la providencial amistad de estos dos grandes hombres que un día fueron compañeros de cárcel. D. Arturo Tabera en la recién estrenada diócesis de Albacete le ofrece los medios para instalarse aquí y así llega la construcción de la Casa madre de las Hermanas Presentacionistas en Albacete, este hermoso edificio que podemos contemplar frente al Hospital del Perpetuo Socorro. Como vemos tres etapas, pero siempre guiadas por un mismo espíritu, un mismo carisma: Reavivar la vida de las parroquias, fomentar el amor y culto a la Eucaristía, y vivir de cara a la Virgen María en su Presentación en el Templo. El lema del P. Alejandro extensivo a la congregación es “El celo de tu Casa me devora”. Podemos recordar también su testamento espiritual: “Me hallo contentísimo, como el primer día, de haber iniciado el Instituto de Religiosas Presentacionistas para gloria de Dios, honra de María Presentada y adoración a Jesús Sacramentado

En su historia podemos añadir que en 2002 el Obispo D. Francisco Cases les aprueba las Nuevas Constituciones, para que, siendo fieles al espíritu del fundador, actualicen las normas del Concilio Vaticano II. Y otra fecha muy importante es cuando D. Ciriaco, a ellas que tienen el estatuto de Pía Unión, les declara como Congregación Religiosa de Derecho Diocesano, en espera de que un día lo serán de Derecho Pontificio.

En la actualidad las hermanas tienen casas en Albacete y Toledo. Y en Costa Rica tres comunidades. Varias parroquias de la ciudad gozan de su ayuda en su vida pastoral: litúrgica, catequética caritativa. Su carisma adorador lo ejercen con varias horas de adoración eucarística en sus casas. Y también aseguran algún turno en la Capilla de la Adoración Permanente. No nos queda más que dar gracias por todo el bien que estas Hermanas están haciendo entre nosotros y pedir al cielo que no les falten vocaciones para que el carisma del P. Alejandro, devorado por el celo de la Casa de Dios, es decir por el amor a la eucaristía, a la Virgen María y a la misión, siga adelante.

Manuel de Diego Martín